No es un simple lapsus: ¿por qué olvidamos los nombres de las personas?
El significado detrás de este fallo en la memoria

Ilustración de un cerebro humano con numerosos interrogantes / AnsonLu
A todos y todas nos ha pasado. Nos cruzamos con alguien por la calle que nos saluda e, incluso, se para a hablar unos segundos con nosotros. Pero, de repente, olvidamos cómo se llama. Es una persona a la que conocemos, con la que tenemos trato y con la que hablamos, pero... Imposible recordar cómo se llama.
Lo pero de este 'lapsus' no es solo la incomodidad del momento, sino que pensamos que es un simple fallo de memoria que, aunque nos frustra, no le damos mayor importancia. Pero no solo nos ocurre con los conocidos, sino también con los nombres de una calle o una contraseña que tenemos de hace años.
¿Por qué nos pasa esto? ¿A qué se deben estos olvidos aparentemente inocentes?
El 'síndrome del olvido' que afecta a los jóvenes
Según explicaba el psicoanalista José Abadi en una entrevista con el diario La Nación, detrás de este tipo de desliz hay una explicación científica y puede deberse a muchos factores: estrés crónico, falta de concentración, ritmo de vida ajetreado y la sobrecarga de información.
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"Los olvidos cotidianos se relacionan con una alta tensión emocional, mucha agitación y dispersión. Se habla de un tema y se pasa a otro pero la mente está ocupada en otra cosa, mientras se deja lo que hay que hacer", detalla el psiquiatra haciendo referencia a una tendencia bastante común de no saber centrar el foco de atención.
Cuando estos fallos en la memoria, que parecen insignificantes, se producen en personas de avanzada edad, no es de extrañar. Pero, ¿qué pasa cuando le pasa a jóvenes que están sanos? Según Abadi, esto se debe al ritmo ''vertiginoso'' en el que vive esta generación.
Es lo que la psicoanalista Andrea Viale describe como 'síndrome del olvido': "Viven en un estado de alerta permanente, sin foco en el momento presente con ansiedad por querer controlar lo que va a pasar en un mundo que nos demostró que la incertidumbre está a la orden del día".
Desde la Fundación Ineco comparten esta visión, pero acuñan el término que se utiliza en neurociencia: anomia. Esto tiene más que ver con la forma que tienen las personas jóvenes de adquirir información, como apunta la neurocientífica Noelia Weisstaub:
"La adquisición de nueva información puede afectar la memoria de otros datos adquiridos previamente, esto es interferencia retrógrada. Y viceversa, cierta información ya adquirida puede impedir que se generen memorias de eventos o conocimientos más recientes, en este caso es interferencia anterógrada".