El regadío intensivo, un grave problema en plena sequía
En las últimas décadas, España ha visto cómo crecía de forma exponencial la cantidad de agua destinada al regadío, que supone el 85% del consumo total.
España atraviesa una de las peores sequías que se recuerdan. Con un 2023 en el que apenas ha llovido, salvo en el tercio norte peninsular, la situación de los embalses es crítica. Y de cara al próximo verano, todo parece indicar que no mejorará sustancialmente, lo que en muchas zonas del país se puede traducir en cortes de suministro. Además, la extrema sequedad de nuestros montes hace que el riesgo de incendios se multiplique.
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En este contexto, son muchos los que se hacen una pregunta: ¿estamos aprovechando correctamente un recurso tan valioso como el agua? La respuesta, a juzgar por los datos, parece clara y contundente: no.
La responsabilidad de la mayor parte del consumo de agua en nuestro país está en el regadío. De hecho, supone más del 85% del consumo total… E incluso más. Si se tienen en cuenta los retornos (el agua que vuelve al sistema después de ser utilizada), el consumo neto total del regadío sería de 93%. Sí: ahorrar agua en casa cerrando el grifo mientras nos lavamos los dientes es un gesto encomiable, pero no pasa de lo anecdótico.
De manera paralela a la preocupación por la crisis climática, el regadío intensivo no ha parado de crecer en las últimas décadas. En comunidades como Castilla-La Mancha se ha incrementado en un 64,7% en los últimos 25 años, mientras que en Andalucía el incremento ha sido del 44,1% en el mismo periodo.
Como es lógico, durante todo este tiempo la tecnología ha avanzado de manera clara, posibilitando una mayor eficiencia en los sistemas de regadío que, en última instancia, permiten ahorrar agua. Pero eso no se ha traducido en un menor consumo, sino todo lo contrario: los volúmenes de agua liberados se han empleado en abastecer a nuevos regadíos. Como resultado, el agua total consumida cada vez es mayor.
Bajo mínimos
Eso se traduce en la paupérrima situación de los embalses. A día de hoy, el nivel de los embalses en España se sitúa 18 puntos por debajo de la media de los últimos 10 años para esta misma fecha. En las regiones donde más ha crecido el regadío, y en gran medida a consecuencia de ello, la situación es mucho más preocupante. En Andalucía los embalses se encuentran 35 puntos por debajo de la media, y en la cuenca del Guadiana se sitúan 27 puntos por debajo del nivel medio de los últimos 10 años.
En otras comunidades la situación también es crítica. El nivel de los embalses de las Cuencas Internas de Cataluña se encuentra más de 55 puntos por debajo de la media de los últimos 10 años. Asimismo, el estado de los acuíferos sigue empeorando, según informes del propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, pues sus niveles siguen bajando, y cada vez son más los acuíferos sobreexplotados.
¿Cuál ha de ser el camino a seguir? Según Ecologistas en Acción, hay que tomar cartas en el asunto de manera urgente. La organización ha solicitado al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico “que proceda de inmediato a cortar totalmente el riego en todas aquellas demarcaciones hidrográficas en las que los embalses se sitúen 20 puntos o más por debajo de la media de los últimos 10 años”. En el resto de demarcaciones también se debe restringir “sustancialmente el riego”. Además, los ecologistas solicitan “que se modifiquen los planes hidrológicos y se incluya en todos ellos la prohibición de crear una sola hectárea más de regadío, así como que se establezcan planes encaminados a la reducción parcial de la superficie de regadío existente”.