Crítica ‘Ant-Man y la Avispa: Quantumanía’: Una hormiga muy pequeña bajo la sombra de Kang y los Vengadores
La tercera película sobre Scott Lang promete ser el punto de partida de algo mucho más grande
Divorciado, exconvicto y sobre todo, padre. Tres adjetivos que definen a la perfección —de hecho, los usa él mismo en la película— a Scott Lang, el héroe más imperfecto de todo Marvel Studios. Ahora, por fin, presenta su tercera película como personaje principal… Aunque en esta ocasión acabe relegado a secundario.
Ant-Man siempre ha sido un recurso que el Universo Cinematográfico de Marvel ha utilizado de nexo para alguno de sus grandes eventos, algo que ha funcionado a la perfección hasta ahora. Ha aportado títulos que nutrían de más emoción lo que venía, además de conseguir que el personaje interpretado por Paul Rudd forjara una identidad propia dentro de la amalgama de películas que es el MCU.
La primera entrega llegó antes de Capitán América: Civil War, y aunque su escena post-créditos parecía evidenciar que todo había sido una introducción sobre cómo formaría su bando el capi, también terminó siendo la entrada por todo lo alto de un archiconocido de las viñetas con un humor de lo más desenfadado. Algo que, junto a los Guardianes de la Galaxia, fue todo un soplo de aire fresco.
En su segunda aparición, Ant-Man llegaba después de que espectadores de todo el mundo se volvieran absolutamente locos con el final de Vengadores: Infinity War, con mucha gente que pagó la entrada en búsqueda de pistas de lo que pasaría en la posterior Endgame. Tuvieron lo que buscaban, además de más risas y la introducción de una narrativa que sería clave para la última gran batalla contra Thanos.
En su tercera aventura —obviando su último crossover—, Lang se queda atrapado junto a su familia en el famoso Reino Cuántico. De primeras, parece la gran aventura que muchos pedían para él, aunque nada más lejos de la realidad. Los fieles del hombre hormiga quizá merecían una tercera entrega en la que se celebrara la grandeza del personaje, y si bien era inevitable introducir elementos del futuro por su propia trama, Ant-Man y la Avispa: Quantumanía peca de haber explotado al máximo la naturaleza de nexo que le han dado al personaje desde sus inicios en el MCU.
Bajando al Reino Cuántico
Parece que la guerra civil marvelita y la batalla por el universo era solo el principio, pues Marvel ha decidido poner a Lang y los Pym en la cruzada que anticipa otro de los mayores eventos del futuro próximo del MCU. Llevamos descubriendo el multiverso en títulos como Loki, Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, Spider-Man: No Way Home, aunque esta película promete ser —ahora sí que sí— el pistoletazo de salida hacia el conflicto de realidades que encumbrará la Fase 6.
San Francisco era el escenario por excelencia de Ant-Man, y pese a que un cambio drástico podría haberle sentado muy bien a la saga, lo cierto es que termina cayendo en una monotonía que le afecta plano a plano. Apenas tenemos información sobre el Reino Cuántico, pero tampoco se detalla nada… ¿Tal vez se espere a próximos títulos para explorarlo? De ser así, sería la mejor manera de justificar este viaje de pasada por este micromundo.
Peyton Redd vuelve a dirigir esta entrega, aunque su mano no se nota tanto como pudo percibirse en las dos anteriores. Quantumanía recuerda a Star Wars, quizá porque peque de un excesivo worldbuilding que no deja al espectador asumir lo que está pasando delante de sus ojos. Aun así, la esencia de acción marvelita está presente de principio a fin, aunque no le siente del todo bien estar en terreno extraño.
Kang, chico de moda
Aunque llamar a Ant-Man secundario al principio de esta crítica no ha sido algo trivial. Obviamente no deja de ser su película, pero hay dos elementos que en ocasiones parecen hacerle de menos: los Vengadores y Kang. Y es que, si bien sus predecesoras preparaban el terreno para eventos importantes, esta es la antesala de Vengadores: La Dinastía de Kang.
Desde el principio se deja claro que Scott forma parte de los Vengadores. De hecho, se dice tanto que parece que nos lo quieren recordar a toda costa, algo normal teniendo en cuenta que las consecuencias del multiverso pueden afectar —y de hecho afectarán, si miramos el calendario de estrenos del MCU— a los héroes más poderosos de la Tierra.
Quantumanía podría haber sido un cierre por todo lo alto de Ant-Man —considerando que Marvel convirtiese en excepción esa cuarta parte que es Thor: Love and Thunder—-, y sin embargo deja la sensación de que es un puente hacia el próximo gran crossover de Marvel Studios. Por ello, es natural que el foco también se centre en Jonathan Majors.
El actor se presentó como una de las grandes revelaciones de Loki, cuando ya se sabía que interpretaría an gran villano del próximo arco argumental de la siguiente saga; y aquí revalida su posición con una actuación impecable. Tiene estatus de robaescenas, aunque una parte importante del guion se centra en explicarnos quién es. Aun así, no sería justo decir que es una película de Kang.
El MCU sí ha trabajado en un villano más que en los héroes, y eso se vio en Infiinity War. Ahí Thanos (Josh Brolin) tuvo sus propias tramas, algo que no sucede con Kang en Quantumanía. Eso sí, la película refuerza su importancia en muchas partes del metraje como un aviso de que el nuevo villano será vital de cara al futuro.
Al menos, no puede decirse que Marvel no haya arreglado ese problema que incluso se vio en la primera parte de Ant-Man. Han trabajado a fondo al villano para que no se quede en algo pasajero, si bien tampoco es justo valorarlo sabiendo que seguirá desarrollándose en otras películas, no como otros más fugaces.
Aun así, Ant-Man resulta una película visualmente atractiva, con más de una sorpresa y, puede que no de la forma en la que debería, pero sigue haciendo grande el fenómeno del hombre hormiga. Si existe alguna decepción por el resultado, no hay que preocuparse: el bueno de Scott siempre estará dispuesto a enmendarlo en futuras entregas.
- CRÍTICA 'ANT-MAN Y LA AVISPA: QUANTUMANÍA'
Ant-Man y la Avispa: Quantumanía ya está disponible en cines.
Javier Rodrigo Saavedra
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