¿Qué es una smart city y cómo es vivir en una de ellas?
Barcelona acoge la Smart City Expo 2022 del 15 al 17 de noviembre. Te contamos en qué consiste y cómo afecta a la sostenibilidad. Y hablamos con el agregado de asuntos económicos de Quebec, una de las ciudades de referencia en la materia a nivel mundial.
Ciudad y sostenibilidad son dos conceptos que, durante mucho tiempo, han sonado antagónicos. Las grandes urbes del planeta han ido asociadas tradicionalmente a la contaminación y el ruido. Al consumismo, la masificación y, en cierto modo, a algo parecido al caos. Un caos controlado y más o menos armonioso, pero caótico al fin y al cabo.
Es en ese ajetreo constante donde parece residir buena parte del encanto urbano para muchos. De hecho, para la mayoría: en torno al 55% de la población mundial, unos 4.200 millones de habitantes, vive en ciudades. Y todo parece indicar que el porcentaje irá a más: según las predicciones de los expertos, la población urbana se duplicará de cara a 2050, cuando 7 de cada 10 personas del planeta vivirán en ciudades. Es en ellas donde surgen buena parte de las oportunidades, aunque también los retos.
En 2050, 7 de cada 10 personas del planeta vivirán en ciudades
De un tiempo a esta parte, son muchas las ciudades del mundo que han empezado a hacer hincapié en la necesidad de repensar nuestro modelo urbano. Y en medio de todo ese nuevo paradigma, un concepto ha cobrado fuerza: el de ciudades inteligentes o smart cities. Pero, ¿qué es exactamente una smart city? ¿Se trata de un concepto inventado por un competente equipo de marketing o plantea verdaderas soluciones para crear lugares en los que vivir mejor?
Homo urbanus
De entrada, la ciudad inteligente se define como aquella en la que se prioriza un desarrollo urbano basado en la eficiencia, la innovación y la sostenibilidad. En las smart cities, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación juegan un papel esencial de cara a facilitar nuestro día a día. Un modelo que afecta a la práctica totalidad de las cosas que suceden en una ciudad: la gestión de los residuos, la planificación urbana, la movilidad, la educación, la sanidad, la seguridad, la energía o el funcionamiento de las administraciones públicas.
De cómo hacer todo ello se hablará en Smart City Expo 2022, un congreso internacional que tendrá lugar en Barcelona del 15 al 17 de noviembre, y al que acudirán representantes llegados de todo el mundo. Bajo el lema ‘Cities Inspired by People’ (Ciudades inspiradas por personas), en la cita participarán más de 800 expositores, 700 ciudades y regiones y 400 ponentes, que compartirán conocimientos y experiencias.
Olivier Pérez es Agregado de Asuntos Económicos de la Oficina de Quebec en Barcelona. También, una de las personas que participará en Smart City Expo 2022 y, ante todo, alguien que conoce muy bien lo que allí sucederá a partir del día 15. “El Congreso reúne a las ciudades que tienen unos planes de transformación hacia lo inteligente, con políticas y presupuestos para invertir en el desarrollo y con el enfoque puesto en la mejora de la vida de los ciudadanos”, explica. “Los representantes de esas ciudades vienen a Barcelona a exponer las soluciones que han puesto en marcha, a comparar e inspirarse en otras ciudades y mostrar sus grandes desafíos”, explica Olivier Pérez. Juntos, se aprende más y mejor.
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En el caso concreto de Quebec, tenemos mucho que aprender: en esta provincia canadiense se encuentra, además de la ciudad que le da nombre, la urbe de Montreal, que ejerce de capital económica. Ambas se han convertido en grandes referentes mundiales en la materia. Una circunstancia que se explica, entre otras cosas, por la particular naturaleza de Quebec: se trata de un territorio gigantesco (mayor que España, Portugal e Italia juntos) en el que apenas viven 8 millones de personas. Cuenta con una herencia cultural que bebe directamente de Europa, debido a su estrecha relación con Francia. Y posee una particular geografía y un clima extremo como pocos, con inviernos muy duros que han obligado a sus ciudadanos a vivir en condiciones adversas, lo que a menudo ha llevado a sus autoridades a afinar el ingenio para hacer de la vida durante los largos inviernos algo más cómodo, eficiente, cálido y placentero.
“Quebec es un polo de desarrollo, investigación y atracción de talento”, explica Olivier. “La provincia es uno de los líderes mundiales en tecnologías como, por ejemplo, la inteligencia artificial, que aplicamos en infinidad de aspectos que tienen que ver con el día a día de la ciudad: la energía, la transición hacia una movilidad eléctrica, la sanidad, la educación o los edificios inteligentes”, apunta. “Queremos ser la batería verde de América del Norte”.
La tecnología como aliada
Tal y como recuerda Olivier, en los últimos 50 años las ciudades han vivido una gran transformación. Y ahora estamos a las puertas de una nueva revolución. “Somos una especie inteligente, pero estamos dejando una enorme huella en el ecosistema. Estamos consumiendo y contaminando de forma salvaje. ¿La buena noticia? Tenemos el talento y los recursos para poner soluciones”, recuerda.
¿Ejemplos de aplicaciones concretas de estas soluciones? Hay centenares de ellos. Alumbrado público que se va regulando automáticamente según la hora del día. Edificios bioclimáticos en los que el gasto en calefacción se reduce casi a cero, e incluso capaces de generar más energía de la que consumen. Bicicletas eléctricas compartidas con las que cruzar la ciudad en cuestión de minutos. Contenedores con sensores que miden el llenado y funcionan gracias a la energía solar. Dispositivos de medición de la contaminación, el tráfico o las condiciones meteorológicas. Un transporte público eficiente y conectado con la ciudadanía a través del teléfono móvil. Y todo ello, con una administración digital, abierta, transparente y con participación activa por parte de la ciudadanía.
Muchas ciudades españolas cuentan ya con algunas de estas tecnologías. Pero, ¿cuáles están más adelantadas en su camino hacia convertirse en verdaderas smart cities?. “Barcelona es un referente, pero Madrid no se queda corta”, apunta Olivier. “Málaga está atrayendo mucha inversión directa extranjera. Y no es simplemente dinero, sino también infraestructura, empleo y conocimiento. Las ciudades del País Vasco siempre fueron, también, un gran espejo para Quebec. Las cosas están cambiando. En realidad, cualquier ciudad puede convertirse poco a poco en una smart city. Sólo es cuestión de cambiar la mentalidad”.
Ese cambio ya se está produciendo. Algunos expertos hablan de una tercera revolución industrial protagonizada, además de por la digitalización y el llamado Internet de las cosas, por la transición hacia la movilidad eléctrica y la generalización del uso de las energías renovables. Sin embargo, como todo cambio de modelo, esta nueva sociedad hiperconectada también entraña riesgos: nunca antes pusimos a disposición de grandes conglomerados empresariales tanta información sobre nosotros mismos. Nunca antes supieron tanto sobre nuestros gustos, nuestros movimientos e intereses. Por eso es importante que este cambio hacia nuevas ciudades y nuevas maneras de vivir se haga protegiendo los derechos de todos y sin dejar a nadie atrás.