Estados Unidos vs Europa: ¿Cómo conviven el deporte y la música en estos territorios?
O las razones por las que la actuación de Camila Cabello no se vivió en París como una Super Bowl europea
El pasado 28 de mayo asistíamos a una de las finales de la UEFA Champions League más caóticas que se recuerdan: los fallos en la seguridad del recinto y la superación del aforo permitido aplazaron más de media hora el inicio del partido entre el Real Madrid y el Liverpool FC, que se saldaría con la victoria de los españoles que volverían a casa con 14 títulos bajo el brazo, tres años después de ganar la última final.
París era la ciudad encargada de acoger una final que también provocó multitud de comentarios durante su ceremonia de apertura, que contó con la actuación musical de Camila Cabello y que, pese a contar con un cuerpo de baile de lujo y una preparación infinitas, quedó ensuciada por el comportamiento la afición de ambos equipos, que preferían corear sus himnos en lugar de prestar atención a la puesta en escena de la cubana, quien terminaría pronunciándose al respecto en redes sociales pese a que minutos más tarde tomase la decisión de borrar los comentarios.
Te recomendamos
"Viendo de nuevo nuestra actuación, aún no me puedo creer que la gente se pusiera a cantar sus himnos tan alto durante la actuación. Tanto mi equipo como yo trabajamos incansablemente durante mucho tiempo para ofrecer las mejores vibraciones y dar un bonito espectáculo" comentaba Camila Cabello a través de su perfil de Twitter.
Antes de esta publicación, sin embargo, fueron muchos los espectadores del partido los que hicieron uso de las redes sociales para criticar a la cantante y la decisión de la UEFA para celebrar la apertura de la final con su actuación, queriendo establecer una diferencia notable entre este acontecimiento y uno al que puede asemejarse en la vida de los estadounidenses: el medio tiempo de la Super Bowl. Muchos, además, destacaban que no querían asistir a un evento musical, sino a un evento deportivo. Otros, por su parte, justificaban el comportamiento de una afición cansada por la falta de organización y seguridad de la Champions frente a un evento de estas dimensiones.
Sin embargo, hay quienes parecen haber dado con la clave del asunto. Y es que, más allá de los imprevistos que pudiesen haber caldeado el ambiente para los asistentes, parece que existe una clara diferencia entre la afición europea y la afición americana cuando se dan este tipo de eventos en los que el deporte y la música conviven.
El mejor ejemplo para abordar estas diferencias es el medio tiempo de la Super Bowl, el partido de la final del fútbol americano que enfrenta anualmente a los ganadores de la Conferencia Nacional y a los ganadores de la Conferencia Americana. Todo un acontecimiento para el pueblo estadounidense donde tiene lugar un espectáculo musical durante el descanso entre tiempos que supone la consagración de muchos artistas como grandes estrellas, además de ser el evento más visto de la televisión americana y el momento elegido por muchos anunciantes para ofrecer sus productos y revelar los tráiler de grandes películas y series que están por llegar.
Un espectáculo que auna fútbol (americano) y música por el que los estadounidenses muestran un gran interés y respeto. Un interés y respeto que no se da solo sobre el campo, sino que tiene su origen muy probablemente en los institutos, cuando los eventos deportivos se elevan por encima de su propio sector y se convierten en acontecimientos, donde intervienen las mascotas de los diferentes equipos, animadoras y grandes bandas de música.
En la mayor parte de países europeos, esta cultura y esta educación que conjuga los deportes y la música simplemente no existe, no se fomenta desde el colegio ni desde los institutos. Evidentemente, hay personas que muestran un respeto por ambos sectores culturales, pero un concierto o un partido de fútbol se conciben como acontecimientos separados, no como circulos concéntricos en los que hay cabida para la convivencia, nunca se tocan.
De hecho, las críticas a la UEFA se alejan de lo cahótico de la seguridad y las limitaciones de aforo para criticar la "americanización" de la final de la Champions. Además, desde las redes sociales se da una situación de comparación con eventos musicales en lugar de celebrarse ambos, buscando siempre la división. Eurovisión, que tenía lugar hace 3 semanas escasas, se convertía en uno de los acontecimientos más vistos de los últimos años, cuyas votaciones finales no fueron superadas en audiencia por la final de la Champions, manteniéndose líder en cuanto a eventos televisados en lo que a 2022 se refiere.
Una oportunidad más para dividir a la población y establecer diferencias cuando lo más probable es que no sean ni siquiera grupos de gente tan diferenciados: cuando se dan audiencias que superan los 7 millones de personas en nuestro país, no es extraño pensar que un alto porcentaje de gente haya podido disfrutar tanto del final del Festival de la Canción como del partido entre el Real Madrid y el Liverpool FC. Pese a todo, las raíces culturales y educativas con las que crecemos nos inclinan hacia la diferencia frente a la unión de ambas. Una pena.
Mario Caridad
Redactor en LOS40. Ana Mena y Taylor Swift son mi Imperio Romano. Un poco como Lalola: en el momento...