Mala Rodríguez: Hablamos de sexo, hijos, feminismo, drogas e incluso aquel momento que se planteó ser monja
Comparte su vida en ‘Cómo ser Mala’, un libro brutalmente honesto
Mala Rodríguez proyecta una imagen de mujer fuerte y dura que puede con todo. Pero tras leer su primer libro, Cómo ser Mala, en el que recoge distintas etapas de su vida, uno puede darse cuenta de que es tan vulnerable como cualquiera. Eso la hace humana y cercana.
Tanto ella como su vida contienen tanta honestidad que es difícil no empatizar con su historia que comienza con una infancia humilde y con pocos recursos, pero muy feliz y llena de música junto a una madre adolescente a la que llamaban ‘puta’.
Una historia que continúa persiguiendo un sueño que la lleva a Madrid y el descubrimiento del rap en español en unos tiempos en los que el consumo de drogas se hizo habitual para ella. Llegó el éxito y la depresión y una relación tóxica de la que tuvo que huir. Pero siempre supo tomar decisiones.
Habla de dinero, sexo, hijos, industria, educación, feminismo, meditación… y todo con un ritmo trepidante y brutal que engancha, como ella. Charlar con María es fácil. Cuando alguien contiene tanta verdad y autenticidad, da gusto compartir visiones de la vida. Y si hay alguien que ha sabido disfrutarla, ha sido ella.
Tiene las cosas claras, asume sus errores y aprende de ellos, frivoliza porque es necesario, defiende el amor propio, empatiza con las mujeres y derrocha pasión. Personas así no te encuentras todos los días. Lo suyo es un lujo ibérico, de los de verdad.
Después de leer tu libro me he preguntado, ¿para cuándo la serie en Netflix, porque menuda vida peliculera la tuya?
Sí, cuando vives a tope, la gente dice, ‘ay, parece una película’, yo misma lo digo muchas veces: ‘Mi vida parece una puta película’, pero es que es verdad. Me gusta vivir a tope, me gusta rebañar el plato.
Una cosa que me queda clara es que distingues entre María y Mala, ¿de cuál de las dos te sientes más orgullosa por sus logros?
Buaaa, te puedo decir que me encanta cómo, con el tiempo, María se ha convertido en una mujer adulta, me gusta. Una mujer que toma decisiones pensando en su familia. Me siento muy orgullosa de cómo he crecido, porque por mucho tiempo he dejado que la carrera tuviera más importancia y con el tiempo ha ido ganando el terreno el valorar el estar feliz, el valorar que tu familia esté bien, el valorar que estés haciendo lo correcto y lo sano para ti. Me quedo con eso, por supuesto.
Remarcas esa diferencia, de hecho, cuando hablas de Alba Flores recuerdas cómo le dijiste: “Tú eres como yo, eres rara”. Para ti, ¿qué es ser rara?
Diferente. Lo que no es normal. Piensa que a mí me ha criado una adolescente, una mujer que conmigo se llevaba muy poco y una mamá soltera hace 40 años, en Sevilla. España era diferente y yo era rara. Pero todo eso no ha hecho más que ayudarme. No ha sido para mal sino para bien, he sido muy feliz, he sentido siempre mucha inspiración. He sido muy agradecida porque cuando creces con poco, te sientes así. Todo ha sido como muy bonito con una familia muy unida.
De niña te llamaban María Rodríguez La Loca, supongo que eso ya marca, ¿no?
Era super divertido, no es nada negativo. Cuando hablo de eso es tope positivo y divertido. Yo era la que tenía siempre las ideas más divertidas, la que se atrevía. Me encantaba el deporte, montar en bici, era diferente.
Lo de quedarte quieta no iba contigo…
No, mi mamá trabajaba mucho y estaba mucho tiempo sola. Siempre he tenido mucha imaginación y me gustaba mucho escribir.
Hablas de salud mental, algo, por otro lado, a lo que últimamente nos estamos acostumbrando. Lidiaste con la depresión y te llegaron a hablar de brotes de esquizofrenia, ¿cómo se afronta algo así?
Todo tiene que ver con el enfrentarme sola a una carrera discográfica, entrar en la industria a una edad tan temprana. Imagínate, sin manager, sin familia cerca, sin amigos de toda tu vida cerca. Estaba sola en Madrid y la verdad es que esos días los recuerdo como algo agridulce. Era tan pequeña y me sentía como que quería vivirlo pese a todo. Tomé drogas, me sentaron fatal, fue un año horrible, pero por otro lado era exitoso. Antes de sacar el disco yo estaba apostando por mí y no tenía mucho dinero y daba vueltas en la línea de metro y me hacía la dura en plan ‘no, yo no tengo hambre’. Estaba apostando todo por vivir ese sueño de sacar un álbum. Y cuando salió me vi que no estaba preparada porque no estaba preparada, no había tenido ninguna educación para eso. Y fui lo suficientemente lista para alejarme de ahí y volver a casa a pedir ayuda a mi familia. Me arroparon y me mimaron tanto que siempre les voy a estar agradecida.
Si seguimos con esa época de niña, confiesas que a tu madre la llamaran ‘puta’, ¿eras consciente de lo que eso significaba?
Más que por la calle, sino que en alguna ocasión he visto cómo la gente susurraba o hablaba porque no sabían, por pura ignorancia. La ignorancia es tan atrevida… Lo que sé es que mi madre tiene mucha clase y lo único que ha hecho es trabajar toda su vida. La gente cree que puede juzgar a los demás de esa manera tan cruel, me dan hasta lástima.
Tu madre tiene mucho protagonismo en el libro, ¿tienes alguna asignatura pendiente con ella?
Llevarla más a menudo de vacaciones, irnos a algún resort con una pulserita o algo.
Otra de las sensaciones que deja el libro es el de empoderamiento, una se siente con fuerzas para comerse el mundo tras leerlo, ¿eres consciente de la fuerza que transmites?
Qué bonito, me emociono mucho, de verdad. Yo no quiero que las mujeres seamos super héroes, quiero que pensemos más, que nos formemos más, que nos eduquemos más. Hay una amiga mía a la que amo que siempre dice que el árbol primero florece y luego da frutos. Creo que las niñas deben estar pendientes de eso, las niñas deben estar muy atentas con eso, no deben dar frutos antes de florecer. Tienen que estar muy bien amuebladas para poder lidiar en este mundo porque no es fácil y tienen que tener una gran autoestima, una gran fortaleza espiritual, física y mental, porque no es fácil. No quiero que el libro caiga en plan ‘venga que podemos’. Podemos si nos lo curramos, porque no es fácil.
Ese poderío se traslada a tu cuerpo del que eres dueña y señora. Aun así, admites que “cuesta trabajo entender que yo quiera ser la que explote mi propio cuerpo”, ¿qué te lleva a optar por esa exhibición?
Porque me da coraje la hipocresía del planeta. Si lo hace David Beckham nadie dice nada, todo está bien. Es todo una hipocresía y me aburre. Todo lo que hago es coherentemente, no hay nada que haga sin sentido. Hay mucha hipocresía. Elegí ser Mala y estoy orgullosa de serlo y si no lo hago yo, quién lo va a hacer.
Esa sexualización de la imagen hay muchas feministas que no te lo habrán perdonado, ¿quiénes son más críticos, hombres o mujeres?
A mí me da mucha pena cuando entre mujeres no nos comprendemos. Yo tengo muchas amigas y no pensamos todas igual, pero nos respetamos. No me gusta cuando no nos entendemos. Hay un libro maravilloso que todo el mundo debería echarle un vistazo que es El feminismo punitivo. He leído todos los libros básicos para entender los feminismos y creo que nos falta el dejar de sufrir. ¿Nos gusta o qué? A mí no me gusta sufrir y entiendo que cada mujer vive una realidad y tú no puedes hacerte dueña de la realidad que viven otras. No puedes dictar la ley para la realidad de otras mujeres. Deberíamos ser más tolerantes unas con otras y abrir un diálogo más extenso y amplio.
Tú decidiste ser Mala, pero en el libro cuentas que hay un momento en el que, por unos minutos, incluso te planteaste ser monja, ¿ocurrió de verdad?
Era porque eran maestras y a mí me encantaban las cosas de ser la seño, tiene que ver con eso. Yo iba a un colegio de monjas y eran maestras, eran muy buenas, muy lindas. Me parece muy cómico y me pareció lo más, quería compartirlo. Amo la teología y siempre he estudiado todas estas vías de cultivación del ser humano y me ha gustado leer sobre religiones. Tengo mucha fe, creo que Dios existe. No soy atea, creo que existe Dios. No lo conozco, pero sé que está ahí.
No siempre fue así, no siempre exhibías tu cuerpo como ahora. De hecho, reconoces que hubo un tiempo en el que vestías ancho para no sentirte deseable.
Cuando era niña me dijeron tantas cosas… todas tenemos historias de ese tipo, de sentirnos acosadas o de algún modo usadas y quería huir de eso. Cuando descubrí todo el mundo del hip hop, su estética me pareció genial. Es como cuando cualquier ejecutiva se pone el traje de chaqueta, quieres formar parte del grupo de iguales.
Ahora hablas con mucha libertad de tus experiencias sexuales. Relatas orgías, el novio de la dueña de la discográficas al que te follaste, enumeras lugares donde has tenido o no relaciones… ¿con la intención de escandalizar a los más puritanos?
A mí no me da corte, no me avergüenza, es algo que he hecho. No es una cosa de ‘sólo voy a hablar de lo que me siento orgullosa’. Quería contar cosas divertidas, sorprendentes o que en su momento fueron significativas o emocionantes. Soy una artista y el libro tenía que tener un estilo y un ritmo, quería jugar con las palabras para que vivieras conmigo todos esos momentos. Todo lo que tiene que ver con el sexo lo metí en un pedazo de párrafo que dije, ‘cuando la gente lea este párrafo, que se mueran de risa’. No busco escandalizar a nadie, la gente se escandaliza sola.
Si hablamos de la industria, hablas de ella de una manera crítica, ¿qué es lo primero que cambiarías?
Todo lo solucionaría con una cosa, con educación. Creo que la única clave que nos puede ayudar para todo. Si hay formación, la gente tiene más oportunidades, es así de sencillo. Ramón y Cajal decía que hay muchos talentos y que el problema de España siempre ha sido un problema de educación.
La falta de prejuicios y la mezcla podrían ser tus señas de identidad, ¿no?
Sí, y de una manera muy real. Me he criado con música latina, porque tengo familia colombiana. Al ser de Cádiz he cogido las emisoras del norte de África y he escuchado música marroquí, argelina, tunecina. A mí tío siempre ha sido un loco y le ha encantado el rock, a mi madre la trova y los cantautores. He crecido en una familia muy musical. El flamenco siempre ha estado muy presente, escuchábamos las letras de Camarón como si fueses dogmas. Ha sido un regalo mi infancia, ha sido muy bonita.
Te gustan incluso las folklóricas, hablas de Rocío Jurado como la diosa suprema y reconoces que lloraste con la muerte de Lola Flores, ¿qué te han aportado?
Mucha fuerza, encontrar mujeres que hablan con pasión. Encontrar mujeres que hablan alto, que dicen lo que sienten, lo que piensan.
Aunque tu gran descubrimiento fue el rap en español y empezaste de muy joven a moverte por ese mundo llegando a gente como Jota, que tiene un buen espacio en el libro, ¿qué es lo que más tienes que agradecerle?
Él veía en mí cosas que yo no me atrevía a enseñar. Siempre me decía, ‘saca tu arte, tu Sevilla, tu cosa, lo que tú tienes ahí, no te quedes a media’. Me ha costado mucho. Ahí está. Creo que cada cosa tiene sus ritmos y sus tiempos. Estoy muy agradecida, no me puede quejar.
Hablas de esos tiempos con mucho consumo de drogas, un tema del que hablas sin ningún tipo de tabúes. Tú que eres madre, ¿cómo afrontas este tema con tus hijos?
Lo hablo claro. Digo que el cerebro, el cortex, no se forma hasta que uno tiene 25 y si alguien usa drogas antes de esa edad, probablemente tenga serios problemas.
Cogerán tu libro y dirán ‘mamá, no es lo que tú hiciste’.
Sí, pero no había la información que hay ahora. Lo que no puedo es ser una hipócrita.
No sé qué edad tienen tus niños, pero, ¿la suficiente como para haber leído el libro?
Son tan educados que te mueres. Siempre es ‘te apoyamos, te mandamos mucha fuerza…’. Cuando ha llegado el libro ha sido como ‘qué bien que ha llegado, si me das permiso, me gustaría leerlo’. Son muy bellos. Somos una piña y entienden muy bien mi trabajo. Entienden las circunstancias de las que vengo. Tienen mucha empatía y he querido transmitirles todo lo que he aprendido en el camino. He hecho hincapié en la importancia de la inteligencia emocional, en estar formado e informado. Cuando niegas algo, eso persiste, pero cuando lo aceptas, se transforma. Yo no quiero prohibir nada sino darte toda la información posible y confiar en ti. Hacer las cosas de ese modo es muy diferente de prohibir, ocultar y tapar. Yo soy sincera. Tengo una relación maravillosa con mis hijos.
Si volvemos a tus inicios, reconoces que en esos tiempos los músicos eran hombres y mayores que tú, ¿te sentías sola?
Sí claro, yo me he sentido sola muchas veces, mujer, ¿cómo no?
Pero eso ha cambiado.
Por supuestísimo, ahora hay muchísimas chicas que van por su camino, que hacen lo que les da la gana, que no tienen complejos, que están peleando por lo suyo. ¿Que faltan productoras, que faltan promotoras, que faltan técnicas, ingenieras…? Pues sí, pero espero que poco a poco se vayan formando, se vayan quitando los topes y vayan haciendo sus carreras y lleguen lo más lejos posible. En su momento había poca cosa y ahora hay muchas artistas. Es algo que se ha normalizado y es una maravilla. Estamos en el mejor momento para ser mujer, cantar en español y hacer música urbana.
Y, de hecho, las colaboraciones entre mujeres que antes eran una excepción ahora se han normalizado, ¿no?
Eso es lo mejor, ¿sabes lo bonito que es que colaboren entre sí? Me encanta que haya tantas y tantas y tantas y tantas colaboraciones cuando antes eran solo entre hombres. Eso es hermoso, es una maravilla. Es algo que hablé con una de las jefas de Spotify hace años, Rocío. Decía que el oído se te va acostumbrando y estás acostumbrado a escuchar voces masculinas y sin darte cuenta, tú misma, escoges ese tipo de música. Es curioso, pero es así y va a ser bueno normalizar y visibilizar otras cosas.
Reconoces que o eres super madre o artista, ¿sigue sin existir esa conciliación?
Creo que para reciclar hay que separar. Para tener un tiempo bueno y de calidad, hay que estar a lo que hay que estar. Es como esas mamis que están en el móvil en el parque, ¿tú lo entiendes? Al final no estás en una cosa u la otra. Hay que buscar el tiempo de calidad para poder vivirlo mejor. Creo que es mejor buscar la manera para poder conciliar esas dos cosas porque difícil es y un rato.
No te gustó mucho la acogida del tema de Residente en el que hablaba de su hijo. Entiendo que piensas que si tú hubieras sacado un tema así no habría tenido la misma repercusión, ¿no?
Total. Eso es un ejemplo claro de la sociedad. Como ‘guauuuu’ se sorprenden y se emocionan y, sin embargo, nosotras lo llevamos haciendo toda la vida.
A tus hijos lo mismo les ponías Jay Z que Chopin, ¿ahora qué música te ponen ellos?
De todo, mucha electrónica y también batallas, las batallas les gustan mucho.
Tu gran aprendizaje fue darte cuenta de que la persona a la que hay que amar es a uno mismo, ¿la meditación ayudó a llegar a ese punto?
La terapia, todo el mundo debería tener un poco de tiempo para dedicarse un poco de terapia. El amor propio es algo que se puede trabajar y se puede hacer desde joven, no hay que esperar a tener 60 años para quererte. Tiene uno que aceptarse y valorarse desde bien temprano. Y si hay que buscar herramientas, se buscan.
Meditación, dieta, ejercicio… a priori uno no siempre imaginaría que apostaras por la vida sana, ¿qué te ha aportado?
Eso es maravilloso. Hace unos diez años que estoy en eso. Empecé a meditar como hace seis y me cambió la vida, es muy bueno. El momento en el que puedes conectar contigo y acallar la mente, es un descanso muy necesario y ayuda mucho. Tener esa fortaleza y ese equilibrio. Tener todas las barritas llenas, el momento de la familia, el trabajo, los amigos, la pareja, las pasiones, tus hobbies, es algo a lo que hay que dedicar tiempo para estar a full, que no se quede chiquita ninguna.
Una cosa que queda claro tras leer el libro es que has exprimido la vida al máximo y, de hecho, reivindicas la frivolidad como modo de disfrutar la vida, ¿sientes que te queda algo pendiente?
Muchas cosas. He escrito un montón y espero que salgan los proyectos que tengo entre manos y poder seguir sorprendiendo a la gente y haciendo feliz a la gente que me sigue. Conocí en la India a un hombre que tendría como 80 años y se había apuntado a la universidad. A mí eso me marcó mucho. Nunca tienes que quedarte sin hambre, tienes que tener la curiosidad y buscar esa motivación e inspiración.
¿Ahora volverías a pintar un tren?
No (risas).
Pero lo has disfrutado mucho.
Era chica, era menor. Lo que me gusta del libro es que se entiende que todo tiene una perspectiva. Es la historia de una vida que empieza aquí, pasa por aquí, da una vuelta, y vuelve a cometer el mismo error… es una vida y lo que más me gusta es que lo he escrito en un momento en el que yo he encontrado una calma y una paz muy grande, a lo mejor antes no lo podía haber escrito.
Si hay algo que define tu carrera musical es la honestidad. Has hecho música cuando lo has sentido y te has retirado cuando no era así. De hecho, hubo un tiempo en el que te fuiste a comprar y vender coches en Estados Unidos y aparcaste la música, ¿los tuyos te entienden cuando tomas ese tipo de decisiones?
Sí, si se lo pasaron mejor que nadie. Cuando hice Bruja, consideré que había tocado mi techo en España. Estaba empezando un cambio generacional, me interesaba el trap y los nuevos artistas y me apetecía un cambio a mí también. Salí en la playlist de Obama y lo tomé como una señal para irme a Estados Unidos y el año que pasé allí fue maravilloso, lo pasé muy bien. Tuve estos amigos, pasó esto de los coches y me divertí mucho. Fue cambiar el paso. Estuve disfrutando, me quedé embarazada, tuve una niña. Fueron días muy dulces y volver y hacer Contigo y tener un super éxito como Usted, y reencontrarme con un público que había crecido y le gustaba mi música, fue muy bonito. Ese proceso fue muy hermoso y muy divertido y los míos lo pasaron genial.
Y no te importa ir contracorriente, cuando todos criticaban la piratería, tú la aplaudías porque te abrió puertas.
No puedes negar lo evidente. El mundo estaba cambiando y ya no se vendían discos, todo se hacía a través de lo que ahora son los streaming. Es aceptar y no querer poner barreras. En youtube podías comprar películas, se fueron dando cada vez más ideas de monetizar esa nueva forma de consuma de la música y el arte y todo ha ido para bien. No podemos pretender que todo siga siempre igual.
“Hablar de dinero y política es puro porno”, ¿de qué no hablarías en una canción?
No me gusta criticar, a lo mejor, cotillear. Eso me parece como… no me gusta. Hay pocos políticos que me parezcan buenos, la mayoría son como muy oportunistas y no me los creo.
¿Qué sensación te ha dejado escribir un libro como este?
Muy buena, me siento en un valle. Siento que entiendo mejor que nunca a la Mala y entiendo mejor que nunca cómo ha ocurrido todo lo que ha ocurrido y por qué y siento mucha felicidad de compartir esto con los fans. Al fin y al cabo, solo escucha tus canciones y las cuatro noticias que salen y se quedan con un pedazo pequeño y este libro es algo muy grande. Lo que no quería era que habláramos de la pandemia, eso no me gustaba. Cuando había que poner un punto y final, yo les decía a mis editores, ‘acabemos aquí porque me niego a hablar de la pandemia’, porque me obligaba a meterme en otra película y no quería, ha sido muy duro. Podemos decir que ha pasado, pero ha sido otra cosa y es lo único que no quería. Quería algo para que la gente se ría, que digan ‘qué loca’.
A por el segundo…
Ese va a ser Decisión, que ya tengo ahí un bocetito, ya verás cómo te sorprendo. Es una historia.
¿Y en lo musical?
Un álbum que va a salir el año que viene, a primeros. Y este año van a salir algunos de los sencillos que van a ser el adelanto. Se va a llamar Amor y odio y va a ser muy sentimental, es super pasional.
Y en esta era de colaboraciones, ¿alguna en mente?
Hay muchas y muy bonitas. Con mujeres y hombres, de eso ya hablaremos.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...