Estos son algunos de los vecinos más ruidosos y molestos que te puedes encontrar
¡Cuidado con las mudanzas!
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Con la llegada de la borrasca Filomena los telediarios y las redes sociales se han llenado de gestos de solidaridad entre vecinos que se apoyan y se cuidan unos a otros. Todos hemos visto esas imágenes de vecinos que te quitan la nieve de casa, te hacen la compra o te ayudan a bajar la basura. En resumen ese vecino que tú no tienes. Porque el tuyo es el ruidoso, el sucio, el de los horarios de panadero y el clásico que está está siempre de mudanza pero nunca se muda.
Para alegraros un poco y demostraros que, aunque es horrible, tu vecino no es el peor que te podía tocar, hoy os queremos hablar de esas personas que nunca desearíamos que vivieran cerca de ti. Como no hay nada mejor para sacudirse las penas que conocer el mal del prójimo, en Anda Ya, hemos querido conocer las historias y experiencias de nuestros andayeros.
Hemos empezado con Antonio, que nos escucha desde Alemania. Este andayero tiene un caso francamente complicado con una vecina. Se trata de, aparentemente una viejecita entrañable que detrás de ese disfraz esconde a una auténtica torturadora de tímpanos
Su vecina es la clásica señora encantadora que hace galletitas en Navidad. Sin embargo, cada día de lunes a sábado a las 7am de la mañana, coge su carrito y baja los 4 pisos golpeando como si fuera el fin del mundo. Para la familia de nuestro andayero, se ha convertido en una alarma. “Es una tortura, no conseguimos entender dónde va cada día dando esos golpes, si vive sola cómo puede necesitar tanta comida y todos los días”, han contado en directo.
Por su parte, nuestra querida Cristina Boscá ha reconocido que ella entra en el grupo de vecinos ruidosos, “la convivencia es difícil y todos hacemos ruido, imagínate con dos perros y ahora dos niños tan pequeños”, ha confesado nuestra presentadora.
Quien ya no aguanta ni un solo minuto más es Patricia de Valencia. Esta andayera ha decidido usar la venganza como medio para desahogarse. El perro de su vecina ladraba y despertaba a su bebé hasta el punto de que no podía descansar.
Como si de una delegación de Naciones Unidas se tratara, fue a hablar con su vecina para pedirle que le controlara, pero ni tan siquiera le abrieron la puerta. Ante la negativa a negociar, Patricia cogió al toro por los cuernos y diseñó un plan maquiavélico. Cada vez que salía, se pasaba un minuto reventando el timbre. A los meses, la vecina cedió y se mudó del edificio. La venganza es un plato que se sirve frío.
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