Crítica de ‘Voces’: brujas asesinas y la Leyenda Negra de la Inquisición española
Rodolfo Sancho, Ana Fernández y Ramón Barea protagonizan esta historia de fantasmas dirigida por Ángel Gómez Hernández
Voces es una película tramposa y manipuladora plagada de clichés de género que no aporta nada nuevo al universo de fantasmas y espíritus. Trata de plagiar sin concesiones el cine de James Wan, solo que en este caso no existe una auténtica motivación detrás de los demonios asesinos, como sí parecía existir en Expediente Warren, algo que los humanizaba y transformaba en entes auténticamente aterradores.
La película apela a emociones primarias y al susto fácil para mantenernos pegados a la butaca, pero carece de cualquier profundidad psicológica o desarrollo de personajes para que podamos empatizar con el drama de esos padres que han perdido a su hijo. Es una sucesión de escenas con psicofonías y demonios que ni siquiera va in crescendo, como sí hacía, por ejemplo Paranormal Activity, cuya tensión era insoportable y donde sus demonios eran lo opuesto a los de Expediente Warren: desconocidos, etéreos, impenetrables.
El director nos invade constantemente con escenas terroríficas y sobrenaturales y llega un punto en el que ese bombardeo de explosiones de sonido y sombras aterradoras resulta estéril e inefectivo, casi molesto. De todo este embrollo que incluye brujas centenarias que provienen de la Leyenda Negra de la Inqusición española tan solo se salva un excelente y comedido Ramón Barea, el auténtico alma de la película. Todo lo demás es aburrido y monótono, forzado hasta el extremo para hacernos pasar un miedo superficial que no trasciende. Pensad que si quitamos las escenas de silencio previas a un susto o secuencias de transición la película se quedaría en escasos 45 minutos de metraje. Si se puede recortar, sobra.
Tan solo se me ocurre romper una lanza a su favor: técnicamente podría emular cualquier exitosa película de terror americana reciente. Si eso es bueno o malo, dependerá de cada uno.