La foto de Michael Jackson y Paul McCartney fregando platos que necesitas ver
Si fuesen compañeros de piso, ¿aprovecharían así el confinamiento?
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Paul McCartney y Michael Jackson / Afro Newspaper/Gado (Getty Images)
Has leído bien: Michael Jackson y Paul McCartney posando para la cámara mientras friegan los platos. Y es que si escuchamos los nombres de ambos artistas, a la cabeza se nos vienen los términos de riqueza económica, éxito y estrellas intocables, pero lo cierto es que se esconde más humanidad que de otras cosas.
Al menos así lo demuestran en una foto rescatada de principios de los 80 en la que, como mencionamos anteriormente, hacen una tarea del hogar. Todo apunta a que pertenece a la etapa en la que ambos compartieron proyectos musicales que acabaron convirtiéndose en un éxito. En concreto, se trata de Say, Say, Say, la última colaboración de su amistad.
Y es que, lo recuerdes o no, Michael y Paul fueron grandes amigos dentro de la industria. No solo compartían una gran pasión por la música, sino que además poseían una especie de don o capacidad innata para cocinar auténticos himnos. Por ello, decidieron ponerse manos a la obra con trabajos en conjunto.
Pero, tal y como recuerda El País, la enseñanza sobre los derechos de las canciones que el británico dio a su colega acabaron pasando factura. Michael advirtió que acabaría comprando todas sus canciones. Paul reaccionó con una carcajada, pues estaba convencido de que aquello tenía que ser una broma. Pues no, no lo era.
Tres años después, Jackson se hizo con el catálogo de ATV Music, que incluía canciones de Bruce Springsteen, Rolling Stones, Elvis Presley y 251 temas de los Beatles. Esto sentó como un jarrón de agua fría a su por entonces amigo, sobre todo, después de que le confesase que había perdido su parte de Northern Songs, una editorial musical. Michael acabó haciéndose con ella y con la mencionada anteriormente.
Esto congeló su amistad. Tan solo bastó con una llamada de Michael a Paul para comprobarlo. El británico colgó el teléfono con resentimiento. No quería saber nada de él.
Pero las imágenes nunca mueren, y prueba de ello es la que protagoniza estas líneas. En ella vemos a nuestros protagonistas felices de compartir proyectos y de disfrutar de la cotidianidad del resto de mortales, esa que los parecía convertir en anónimos durante, al menos, unos minutos.
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