Ahí me colé y en la fiesta de LOS40 Classic me planté (sin ser yo nada de eso)
Memorias de un postmilenial en la última fiesta de LOS40 Classic en Medias Puri
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El ambiente de la fiesta al principio de la noche / Luis Miguel Ortiz (LOS40)
“Ahí me colé y en tu fiesta me planté, coca cola para todos y algo de comer”, sonó en mi cabeza cuando mis compañeros de LOS40 Classic me invitaron este jueves a la fiesta que habían montado en el local de moda de Madrid: Medias Puri. Por supuesto, y teniendo en cuenta que vengo de una generación que no dice no a un plan de juernes, me animé a acudir. ¿Cómo iba a decir que no a bailar al ritmo de Alaska, Mecano y Madonna si llevo haciéndolo toda la vida en la fiesta que montan mis padres en casa?
Pues ahí me planté, yonki lata en mano para ir calentando, a las diez de la noche en la Plaza Tirso de Molina. Había una cola que llegaba prácticamente hasta boca del metro. Había todo tipo de perfiles. Eso sí, todos pasaban los treinta.
Una vez dentro, tras dejar la chaqueta en el ropero, bajé decidido las escaleras hacia la sala principal. Al ritmo de Love Will Save The Date de Whitney Houston, me adentré en la masa. La gente bailaba, dándolo todo, y disfrutando de la música que un DJ con peluca afro pinchaba. Y sonó Another One Bites The Dust, el cásico de The Queen. Obviamente conocía esta canción y no por la película de Bohemian Rhapsody, sino porque llevaba años acompañándome en la vida. Miré al grupo de amigos con el que había acudido y comprobé que no era el único que estaba emocionado con el tema. ¡Larga vida a Queen!
Por muy millennials o Z que seamos, ¿cómo no vamos a conocer a Queen? ¿No conocemos a Beethoven y seguimos disfrutando de su Himno de la Alegría? Pues eso. También lo dimos todo con Alaska y su Mil Camapanas. Y no, no solo conocemos a la cantante mexicana por su reality junto a Mario Vaquerizo.
Tengo que reconocer que cuando sonó Don’t Stop Believin’ no lo asocié a Journey sino a Glee. Pero eso no hizo que no me dejase la voz hasta quedarme afónico cantando el estribillo. Además, ya saben lo que dicen: “No te irás a la cama sin saber nada nuevo”.
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Era imposible no conocer las canciones que sonaban: ya fuese por mis padres, por las películas o por la radio, ¡también formaban parte de mi vida! El espíritu retro se apoderó de mí en ese momento y sintiéndome John Travolta en Grease, busqué en una de mis amigas a mi Olivia Newton John particular y subí a las escaleras que estaban en el centro de la sala para bailar una coreografía improvisada.
Aunque en nuestra cabeza nos sentíamos como Pedro y Lola de Un Paso Adelante, en los vídeos que me enseñaron después nos acercamos más a dos patos mareados. ¡Pero que más daba, la fiebre del sábado noche estaba en todos los rincones de aquella sala y no, nadie llevaba mascarilla para evitarla!
Entre los bailes y las copas, el equipo de Medias Puri aparecía para regalarnos espectáculos. El primero que vi fue el de una de las chicas cantando en directo Like a Prayer de Madonna, contagiándonos el espíritu de la reina del pop. Pero si hubo un momento en el que nos quedamos sin palabras fue con el baile sobre nuestras cabezas que hizo una pareja. Demasiadas emociones fuertes por hoy. Miré la hora: la una de la mañana. Perfecto, si salgo ya todavía cojo el metro. Me despedí de mis amigos y salí a la calle, volviendo de nuevo a 2020.
Saqué el móvil e inmediatamente añadí algunos de los temas que habían sonado en la fiesta en mi playlist de confianza: todas aquellas canciones que, de algún modo, llevaban toda mi vida en mi cabeza.