Salvador Calvo, premio Goya a mejor dirección, desvela la escalofriante historia real detrás de ‘Adú’
El director de '1898: Los últimos de Filipinas', ganador del Goya a mejor director, nos cuenta las escalofriantes historias que le motivaron a embarcarse en su nueva película
Escuchar cómo Salvador Calvo narra las escalofriantes historias de los centros de detención en Canarias pone los pelos de punta. El director acaba de ganar el premio Goya a mejor director por Adú. Él nos explicó hace unos meses que mientras rodaba en las islas Los últimos de Filipinas, su pareja, que trabajaba en un voluntariado, le empezó a contar las terribles anécdotas que escuchaba de primera mano a los migrantes, muchos de ellos llegados en pateras a las costas españolas en un estado de terror absoluto. Eso le motivó a rodar Adú.
¿Cuáles fueron las historias que más te marcaron?
Una de ellas fue la de Adú, que da título a la película, un niño que había llegado en una patera con su supuesta madre y dos hermanas. Cuando llegó al centro de migrantes él le llamó a ella Señora Yoela, pero ella respondió de manera tajante: "Aquí llámame mamá". Hicieron una investigación y resultó que al niño lo traían para desguazarlo en tráfico de órganos. A ella la detuvieron y a él se lo llevaron a un orfanato en París. Esa historia me sobrecogió.
Pero aún hay más...
Sí, la de un niño somalí que tenía catorce o quince años. Era un chaval guapete. Un día le dijo a su padre que su tío, un poderoso señor de la guerra de Somalia, le violaba con sus amigos por las noches. Iban a su habitación y abusaban de él. Entonces su padre le dijo que no le podía defender, porque si decía algo los mataban a los dos. La única solución que tenía era escapar. Huyó, recorrió solo el Sáhara y terminó siendo apresado en Libia, siendo esclavo durante dos meses hasta que logró escapar y llegar, prostituyéndose, hasta Marruecos. Allí reunió los 3.500 euros para pagar una plaza en la patera hasta Canarias. Esas dos anécdotas espeluznantes, más muchas otras, fueron el motor principal por el que decidí contar una historia así. Me reuní con Alejandro Hernández, el guionista de mis últimos cuatro proyectos, y decidimos contarlo.
¿Por qué decidisteis rodar en Benin?
Era un sitio que cumplía a nivel de paisajes. Benin está al lado de Nigeria, es un país sin recursos petrolíferos ni de minerales, por lo que no ha padecido la ambición occidental. Es un país que no ha estado en guerra desde hace muchísimo tiempo y ofrecía las condiciones de seguridad y paisajísticas. Como es muy alargado tiene un norte desértido y un sur selvático. Nos daba esa variedad de paisajes para narrar la historia en Camerún, Senegal, Mauritania y Marruecos, acabando en Melilla.
Me resultó curioso que mezcles tres historias independientes que acaban confluyendo en el desenlace. ¿Por qué contar tantas tramas en vez de centrarse en la tragedia migratoria?
Nos parecía interesante no estigmatizar solo África como un continente en el que ocurren desgracias, sino contar el viaje inverso de unos europeos que necesitan de África para algo. El padre y su hija necesitan un espacio para reencontrarse y de alguna manera ella tiene que aislarse de las malas compañías que tiene en Madrid. A través de ellos podemos contar los problemas de unos occidentales y jugar en paralelo a mostrar los problemas de unos chavales del tercer mundo. Así cada espectador puede sacar sus propias conclusiones de lo grandes o pequeños que son nuestros problemas respecto a los suyos. En ningún momento, eso sí, hemos querido juzgar, sino que Adú deja abierta la puerta para que cada uno se quede con lo mejor y lo peor de cada personaje.
Vivimos una época de convulsión social. ¿Por qué crees que Adú es una película necesaria?
Vivimos un momento convulso y retrógado donde ideales tan maravillosos como los de la Unión Europea se están tambaleando. En países como Estados Unidos llega al poder Donald Trump, o Bolsonaro en Brasil. E incluso lo que está pasando con el Reino Unido. Hay que hacer una reflexión sobre el tema y darnos cuenta de que poner barreras no soluciona el problema. La gente va a seguir llegando y arriesgando su vida. Encontrará los medios, ya sea en los bajos de un avión o llegando a nado. Lo que debemos hacer es tratar de solucionar los problemas de esos países para que la gente no tenga la desesperación de abandonar sus casas y a sus familias. Eso no lo quiere nadie salvo si no le queda otra opción.
Pero también es un problema social. Tratamos de construir muros en vez de tender puentes. ¿Qué le dirías a los intolerantes?
La película no trata de inculcar nada. No queremos dar un discurso, sino generar preguntas. Es lo que debe hacer el cine. En Adú le hemos querido poner ojos y cara a las personas que hacen esto y el espectador es quien debe entender los porqués.
Adú está dirigida por Salvador Calvo y protagonizada por Luis Tosar, Anna Castillo, Álvaro Cervantes, Adam Nourou y Moustapha Oumarou, con colaboración especial de Ana Wagener y Nora Navas. La película tiene 4 premios Goya: mejor dirección, actor revelación (Nourou), dirección de producción y sonido. La puedes encontrar en el catálogo de Netflix.