Denuncian a Disney por monopolizar la taquilla con Frozen II
Una ONG de Corea del Sur ha emprendido acciones legales contra la película de animación de Disney
No se puede salir a la calle, dar un paseo por la principal arteria de la ciudad y no encontrarse dos o tres carteles de Frozen II. La última película de animación de Disney ha logrado alzarse con 738 millones de dólares tras su segunda semana en cartelera, ha roto nuevos récords en el fin de semana de Acción de Gracias en Estados Unidos, superando así a Los juegos del hambre: en llamas, y no parece que, de momento, vaya a frenar la crecida. Sin embargo, el estreno de la película no ha sido tan bien recibido en Corea del Sur, donde una ONG ha activado los mecanismos legales para denunciar a Disney por su comportamiento monopolístico.
La imagen el pasado fin de semana en los cines de Seúl es representativa de los motivos de la acusación: el 88% de la taquilla fue copada por Frozen II. La expansión comercial de Disney más allá del mercado estadounidense y europeo es abrumadora. La ONG Public Welfare Committee (PWC), radicada en la capital surcoreana, tramitó una queja adminsitrativa para que las autoridades gubernamentales investigasen un posible caso de conducta monopolística, ya que acaparó durante unos días más del 50% de la cuota del mercado, algo que, supuestamente, debería ser ilegal, pero no hay sentencia en firme ni jurisprudencia que así lo certifique.
"Disney ha atentado contra el consumidor, restringiendo su derecho a decidir", explica la ONG en un comunicado. "Normalmente los operadores de las salas tienen poder sobre los distribuidores de las películas, pero cuando entra Disney la historia cambia. Sospechamos que la compañía pidió asegurar un porcentaje de las pantallas para su nueva película", continua la misiva.
A pesar de la dureza de las acusaciones, la legislación del país no se pone de acuerdo sobre qué considerar una conducta ilegal, más allá de que pueda ser más o menos ética. Probablemente esta denuncia no salga adelante (y aunque saliese no supondría más que calderilla para la multinacional), pero sí puede sentar precedente para que las autoridades locales establezcan nuevos decretos con objeto de cercar la cuota de pantalla de los productos extranjeros, pues ponen en peligro el éxito de los productos nacionales, que tienen infinitas menos posibilidades de invertir en campañas promocionales.
El estreno de Frozen II es tan solo un reflejo del poder de marketing de las grandes productoras. La historia de Anna, Kristof, Olaf, Sven y Elsa, a pesar de su tono infantil, buenas intenciones y calidad técnica, está rodeada de un halo oscuro para el consorcio de cineastas anti-monopolio surcoreano, que urge al gobierno a actuar, y no precisamente para que reduzcan la presencia de películas extranjeras –siempre será bienvenida cualquier obra allá de donde venga–, sino para dar mayor visibilidad y financiación a los cineastas independientes. Algo que, dicho sea de paso, se echa de menos en todos lados.