Primavera Sound 2019, ¿el más mainstream de la historia?
El festival barcelonés, cuna de la música alternativa, es seducido por la música más popular
Finales de mayo, y dicen los diarios, televisiones y corrillos callejeros que estamos en primavera. Más primavera que nunca. Y no porque sigamos cómodamente instalados en esta estación de tiempo cambiante, primeros terraceos, algún que otro escarceo playero y seguir durmiendo tapados. Es que también es cita obligada con la mejor música en la Ciudad Condal. El Primavera Sound lleva casi veinte años conformando una oferta con lo más granado de la música internacional, en sus primeras ediciones con un regusto claramente indie, sin olvidar la electrónica pero no al nivel de protagonismo que tiene otro festival barcelonés de altos vuelos (la palabra Sónar aparece tintineando en neones en nuestro cerebro).
Estamos ante un cartel que te dicen hace cinco años que es del Primavera Sound y no te lo creerías
Que el indie internacional haya conformado la oferta del festi desde sus más tiernos comienzos no exime a la dirección del Primavera para darse darse cuenta de algo que parece evidente pero que no es tan sencillo de acometer. La gente necesita motivos para ir a los festivales. Y esos motivos incluyen un eclecticismo sonoro que agrupe a muy diferentes personas con gustos, en ocasiones, diametralmente opuestos. Y es que la competencia es feroz. Hay cientos de eventos en nuestro país esperando que tengas un pequeño traspiés para comerse tu merienda.
El salto al vacío del Primavera vino de la mano de una apuesta arriesgada, como era ofrecer como cabeza de cartel en la edición de 2014 a Kendrick Lamar. Y no lo era por la calidad del púgil, imbatido en la escena del rap gracias a un disco ya histórico para el rap que vería la luz al año siguiente -to pimp a Butterfly- sino por tener a un rapero como cabeza más visible de cartel.
El Primavera se quitaba el miedo al urban. Ya lo había hecho hacía años con los comúnmente llamados sonidos negros, como el R&B. Entendiendo su alcance global, y ampliando sus horizontes en años sucesivos a otros géneros que no habían tenido antes cabida en festivales no temáticos (o genéricos, como se entienda mejor) en el país. Y a partir de entonces, tras ese pistoletazo de salida que dejó mucho cadáver de escépticos en los arcenes, la reconversión ha sido progresiva, sin llegar a ser exponencial.
En esta nueva edición que ya tenemos entre manos, el protagonismo sigue recayendo en parte en esos grupos indies de antaño -Suede, Stereolab, Primal Scream, Jarvis Cocker (ex líder de Pulp)- , en efigies consolidadas de la black music como la tremenda Erykah Badu o las inclasificables Janelle Monae y FKA Twigs, en grupos lisérgicos que se rifan todos los festivales del planeta -Tame Impala- o en esa apuesta segura de post lo-fi de tintes electrónicos que es James Blake.
Uy, calla, que esta que aparece en el vídeo me suena de algo. Rosalía, el caramelito más deseado por los festivales patrios, actuará también en el Primavera. Y no será la única en esta edición. La cosa está bastante reventona en lo que a artistas masivos se refiere, esos que todo el mundo conoce y que tienen un hueco por derecho propio y mucha visibilidad mediática en el imaginario colectivo.
La Rosalía, presente, y lo mismo se marca un featuring de lo más jugoso con James Blake. Pero es que no es el único con el que podría confabularse para un feat. sobre el escenario. El mismísimo J Balvin también aparece por arte de magia en un cartel que en su edición sabática ha dado mucho que hablar.
El reguetón definitivamente se abre paso en esta edición. Y por supuesto, no podía faltar su correspondiente tasa de incomprensión por parte de algunos medios, que se multiplicó cuando se produjo la confirmación del line up con otros nombres del cartel. Que si Solange - hermana de Beyoncé, o que si Carly Rae Jepsen, aquella muchacha que dejó atónito al mundo con su inconfundible pelotazo Call Me Baby.
Carly lucha ahora por escapar del sambenito de cocinar esta suerte de fast food musical, de estos grandes pelotazos de usar y tirar, pero no es la única. También en el Primavera se presenta alguien que lucha constantemente por reinventarse y enterrar su pasado. Antes era Hannah Montana. Ahora casi prefiere que la llamen por su nombre: Miley Cyrus (algo de rebote, sustituyendo a última hora a otra titana como Cardi B) . Y la reinvención de Miley es musical, como demuestran los anticipos del álbum que viene a presentar a Barcelona, She´s coming, su participación en la nueva temporada de Black Mirror o las nuevas compañías con las que últimamente se la divisa sobre el escenario.
Estamos pues, ante un cartel que te dicen hace cinco años que es del Primavera Sound y no te lo creerías ni harto de torrijas, pero que a día de hoy es una realidad casi tangible. ¿Pero cambia el festival o cambian los artistas que se asoman a él?
Es evidente que en todos los mentados han evolucionado notoriamente en su carrera. Y también lo es que el futuro de los festivales musicales está alejado de ese halo de pureza intocable que le otorgan los viejos gerifaltes del rock. Quien no sea capaz de entrever que los gustos musicales de las nuevas generaciones son de carácter urbano, reggaetonero y con la fusión de estilos por bandera, mainstream incluido, perderá una cuantiosa fuente de ingresos y llorará copiosamente ante su falta de visión empresarial. Recordemos sino el shock que supuso a gran parte de la industria que Amaia y Alfred estuvieran presentes en el cartel del Primavera y el Arenal el año pasado, directamente de la catacumba del mainstream que supone para algunos OT. Ahora es tiempo de que el público dicte sentencia. Y de primeras, el sábado, día de Rosalía, J. Balvin o Solange, entre otros, se espera el día con la mayor afluencia de todo el festival. Veremos si sirve para abrir unas cuantas mentes.