La Montaña Mágica: otro cuento de Taniguchi para los más románticos
Un cóctel de emociones que se aleja de las habituales obras de manga
Siempre que hablamos de Taniguchi pedimos un cambio de chip: aunque suena a manga (y es manga), las obras de este autor tienen poco que ver con lo que acostumbráis a encontrar en las estanterías del género. La búsqueda de Taniguchi por encontrar un sustento estructural que acerque sus páginas a la realidad, así como el contraste con una parte del todo fantástica y la melancolía que desprenden sus historias conforman un cóctel de emociones que sólo este hombre puede darnos. Lo vimos hace algún tiempo en Los Guardianes del Louvre y, aunque con una temática muy diferente, lo encontramos también en La Montaña Mágica, una lectura todavía más recomendable bajo mi punto de vista.
La Montaña Mágica es un cuento, una lectura cortita que podría convertirse en un cuento de buenas noches para el pequeño de la casa. Presenta a Kenichi y Sakiko, dos niños que perdieron a su padre y que temen perder a su madre, que ha sido recientemente ingresada en el hospital para ser tratada de una grave enfermedad. Donde ellos viven, hay una montaña llena de pasadizos en la que los niños juegan y temen ser atacados por la Vieja Chupona, una leyenda que les hace vivir sus aventuras con más intensidad.
A lo largo de las páginas vive también la posibilidad de ver un deseo concedido.
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Son las tres claves que dirigen esta pequeña obra localizada en Tottori, una pequeña ciudad de Japón localizada a una hora y media de tren de Osaka y que (al parecer) de verdad albergaba esa montaña mágica llena de pasadizos que, supuestamente, conducían a la cima donde se encontraba un tesoro, o al menos es lo que al autor pensaba cuando era niño.
Como siempre con Taniguchi, la lectura de sus páginas es muy agradable; no cambia la vida pero deja muy buen sabor de boca y cuenta con un dibujo excelente (en este caso, coloreado de la forma más exquisita posible). Todo esto hace que merezca la pena conservar el álbum en la estantería para los restos. Se devora, las páginas vuelan y terminas con una sonrisa que es, supongo, lo más difícil de encontrar en la lectura de un cómic en estos tiempos.
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Además, como premio, al final del tebeo encontramos una pequeña entrevista con el autor en la que revela detalles tan interesantes como el porqué de la historia o curiosidades de su forma de trabajar que, de otro modo, quedarían escondidas a los ojos de los más curiosos.
Creo que La Montaña Mágica es una de las historias que más he disfrutado de Taniguchi. Su registro tristón y, en ocasiones, tocado de fantasía garantiza siempre una lectura muy recomendable para todos los públicos.
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