¿Has visto La Tumba de las Luciérnagas?
La segunda peli de Ghibli no tiene un mundo mágico en el que refugiarse
Studio Ghibli lleva muchos años sirviendo excelente animación, pero no todo han sido mundos mágicos en los que abstraerse de un imperfecto mundo real. La historia de Japón pesa y el estudio quiso rendir homenaje a su gente y al peor momento que ha vivido su país con la segunda película del estudio: La Tumba de las Luciérnagas.
Año 1945. EEUU bombardea incansablemente la ciudad de Kobe. En ella se encuentran Seita y Setsuko, dos hermanos atrapados en un momento que nadie debería haber vivido. Tras perder a su madre en su camino al refugio, víctima del bombardeo, y con su padre luchando en la guerra, Seita tendrá que cumplir con el rol de hermano mayor cuidando de Setsuko en el peor momento de su ciudad.
La Tumba de las Luciérnagas ilustra con maestría la devastación de la guerra y como "muchos" pagan las decisiones de unos cuantos; y en ese contexto cuenta una historia de amor incondicional entre dos hermanos. Una historia dura y que, lamentablemente, desde el minuto uno sabemos que no tendrá un final feliz.
Mantiene nuestro estómago encogido durante casi 90 minutos de metraje de la película; cada bomba incendiaria que cae sobre la ciudad de Kobe, la falta de alimentos que lleva a Seita a robar para poder alimentar a su hermana, la falta de corazón de mucha gente ante la situación de los hermanos... Pero también consigue hacerte sonreir; simplemente acompañando a los hermanos en un paseo por la playa o viendo la ilusión y el confort que supone para Setsuko que todavía quede algún caramelo en la lata.
La Tumba de las Luciérnagas no es un paseo agradable (menos si cabe teniendo en cuenta que todo esto sucedió de verdad) y no os hablo de los malos tragos que acostumbramos a ver en las pelis de dibujos que siempre acaban eclipsados por otras secuencias mucho más divertidas. Studio Ghibli cuenta una historia real y muy dura. Cuando sacas el disco del reproductor no te encuentras del todo bien, pero, de algún modo, el buen sabor de boca llega después, cuando te das cuenta de que en tu recuerdo quedan los buenos momentos de Seita y Setsuko; las carcajadas, la ilusión.
Sinceramente, no he visto una sola peli de Studio Ghibli que no haya querido recomendar después. Me ha costado una noche de sueño darme cuenta de que, pese a que el envoltorio no podría ser más crudo, merece mucho la pena acompañar a estos niños en su viaje.
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