Análisis: Gears of War Ultimate Edition
O la diferencia entre re-edición y re-make
Llevamos meses recibiendo juegos en las estanterías de las tiendas que ya nos hemos pasado. Grandes títulos de la pasada generación que con un "upgrade" a FullHD nativo y una buena tasa de frames se ponen a vender copias en una generación de consolas a la que no pertenecen; el caso es que funciona y que, hasta hoy, era la forma fácil de sacar dinero.
Esta semana, Microsoft nos enseña que hay una forma mucho mas "honesta" de llevar a cabo una propuesta muy parecida. ¿Y si, en lugar de simplemente cambiar el disco de caja y venderlo de nuevo a precio de (casi) novedad, invertimos un poco de tiempo y mimo en el juego y conseguimos hacer méritos para que se gane el tiempo de juego en una nueva consola? ¿Y si desarmamos la aventura hasta el esqueleto y la volvemos a construir con herramientas propias del año 2015?
Pues bien, si te mola la premisa; Gears of War Ultimate Edition es la prueba viviente de que existe una forma legítima de revender los juegos de catálogo. Lo que Microsoft ha hecho con el primer Gears of War para Xbox One es razón suficiente para que el resto deje de poner juegos a la venta sólo por pasar de 720p a 1080p y de 30fps a 60 fps.
Un nuevo motor gráfico, nuevos diseños, nuevas texturas, nuevos planos en las secuencias de video... la historia queda donde estaba y la arquitectura de los escenarios también; si os sabíais de memoria las zonas de cobertura y teníais un camino favorito para cada sección del juego, no tendréis que pensar demasiado los movimientos. Ahora bien, la iluminación, las construcciones, incluso la paleta de colores; todo lo que veáis en pantalla será novedad, reconstruido desde cero por un equipo diferente.
Gears of War es un referente dentro de un género. Puso de moda la tan trillada cobertura de los shooters. Se dice rápido ahora, pero implementar algo así por primera vez es un trabajo brutal de diseño. Personajes carismáticos, enemigos repulsivos, una historia atractiva, una ambientación casi insuperable y uno de los mejores modos online de la historia fueron los motivos por los que la saga ha sido un buque insignia para Microsoft los últimos 8 años.
Tanto si tuviste PS3 en su día y se te pasó el catálogo exclusivo de 360, como si GoW es uno de tus juegos favoritos de la pasada generación; ambas son estupendas razones para invertir menos de 40 euros en esta Ultimate Edition. Además, Microsoft premiará tu fidelidad poniendo a tu disposición la saga completa de Xbox 360 cuando la retro-compatibilidad empiece a funcionar de forma oficial.
Por supuesto, los habrá que no encuentren la mejora. La entrega original era una pasada y, salvando las escenas de video que necesitaban una puesta al día sí o sí, al tratarse de un re-make (que lleva implícita una reinterpretación) puede que la mejora sea subjetiva para algunos. La iluminación casi "quemada" de 360 ha desaparecido, ahora todo tiene un tinte más realista y la versión de Xbox One normaliza algo más los colores abandonando el tono apagado original de 360 así que, donde yo veo mejor, alguno puede ver sacrilegio; eso ya es cuestión de gustos.
El caso es que la recomendación de compra de esta Ultimate Edition debe quedar bien clara. El juego, tras recibir el lavado de cara pertinente, aguanta el tipo de forma estoica y eso bien merece vuestro dinero.