Hora y media con dos gigantes. Coque Malla y Benjamín Prado
"Una noche de rock y poesía" en una "frikada", como dijo Coque Malla, que fue una auténtica delicia
En un auditorio tan "curioso como interesante", como lo calificó Coque Malla, La Fundación Canal acogió una nueva "puesta en escena" de un proyecto que ya ha sido presentado en otras ocasiones. Y por fin lo vimos.
Ante unas 200 personas, los saxos característicos de las composiciones de Coque y la luz del lugar que empezaba a extenuarse, dieron paso a los versos de Benjamín acompañados por los acordes de Coque Malla a la guitarra acústica y el argentino Nico Nieto a la eléctrica.
Tengo que admitir que cada vez me apasiona mas la musicalización de la poesía, y que en este caso estábamos ante un rockero capaz de hacer letras que son pura poesía y ante un poeta, ensayista y articulista discípulo de Bob Dylan y los Rolling (como dice la nota de prensa).
De ahí que los papeles se intercambiaran en el trascurso de espectáculo. Benjamín cantó, tocó la guitarra y la armónica. Coque recitó, cosa que también hizo Nico Nieto. Y todo esto que podía haber sido un "batiburrillo" se convirtió en armonía, en una variada compenetración, donde las canciones de Malla y las letras de Prado encajaban perfectamente. Ya lo decía Van Morrison " Perfect Fit".
Escuchamos canciones de La Hora de los gigantes. Por allí pasaron "Hasta el final", "Abróchate", "Quiero volverte a ver", la que da título al disco y la bellísima "Berlín". También se recuperaron temas más "antiguos" como "El final" del álbum Sueños o desde Soy un astronauta más, una de mis favoritas "Punto Cero". Esta última intercalada con los versos de Viento Negro "...que el viento negro mueve, esparce y desordena..." fue uno de los "momentazos" del show.
Escuchadas de esa forma, las canciones y sus letras se trasformaron en a poesía y los poemas en canciones.
Con el recuerdo a Alberti incluido, de quien Benjamín fuese ayudante, y regalando sensibilidad, el escritor pareció disfrutar con cada segundo del "concierto". A Coque y Nico pareció ocurrirles lo mismo. Al igual que al resto de los presentes que aplaudieron a "rabiar".
Coque nos sorprendió confesándonos sus miedos. Por una vez no tenia preparadas las cosas al detalle y dándose cuenta de que uno puede componer un su casa una canción y tocarla al día siguiente en un concierto, nos regaló la evidencia de ello con el tema "El Barco". Fantástica.
Para terminar Coque subió el ritmo tras "intentarlo, intentarlo, intentarlo" y consiguiendolo, hasta Benjamín arrojó su libro por los aires.
Enhorabuena a esos dos "gigantes" y nuestro agradecimiento por dejarnos probar el traje que han tejido un a base de dos artes (música y poesía) entrelazadas por una la rueca de las evocaciones.