The Cure: siniestros totales
Robert Smith triunfa en el Palacio de los Deportes de Madrid con casi tres horas de concierto con clásicos y novedades
Punkis postreros, nueva oleros, siniestros, modernos, oscuros, góticos y emos para, finalmente, volver al origen de todo, que no es otro que el pop. Desde Sussex para todo el mundo. Cuando una banda cruza el umbral y sus himnos son coreados por multitudes se ha alcanzado el techo sólo queda mantenerse en la línea de flotación sin desviarse con tonterías. Y Robert Smith (48 años y musa en el subconsciente de Tim Burton para su aclamado ?Eduardo Manostijeras?) es un tipo listo para eso, quizás uno de los diez grandes de la historia de la música popular británica, la más trascendente posible. Y cuando se ha entrado en esa galería de los dioses tiene todo el mérito mantener la ilusión y no caer postrado en un diván de solaz. Eso evidenciaron The Cure. Que siguen en la brecha defendiendo canciones y un estilo de vida, el de los pelos de punta como sugiere el futuro imperfecto y la ropa oscura como inspira el presente contínuo sin mirar para nada al pasado reciente.
4:13, quizás el título de su décimotercer disco de estudio, que saldrá antes de junio, fue uno de los 'leitmotif' del concierto en un abarrotado Palacio de los Deportes madrileño. Pero, para divertimento de un público cuarentón con todos los abalorios dispuestos para entregarse, el éxtasis llegó con los clásicos, los que estaba deseando rememorar el gentío. 'Just like heaven', 'Friday i'm in love', 'Lullaby' y, por supuesto, el mítico 'Boys don?t cry'. Estos éxitos fueron los que elevaron a The Cure a los altares desde finales de los 70 y subieron la temperatura gótica del recinto capitalino. Y, con final inesperado, políticamente incorrecto: el 'Killing an arab', basado en El extranjero de Albert Camus y ya polémico hace 30 años. Ahora para qué profundizar...