Héroes del Silencio empieza su gira española
40.000 personas disfrutaron anoche de la actuación de Héroes del Silencio en el Estadio de la Romareda.
Antes incluso de que salgan al escenario, ya se percibe que no vamos a ver un concierto al uso. De hecho, ni en los tiempos en los que los protagonistas de la noche despachaban discos de platino a ambos lados del Atlántico, contaron con semejante infraestructura. Dos escenarios se comunican por un pasillo de casi 40 metros de largo, y cuatro pantallas de video colocadas en semicírculo se alzan en el escenario principal. A ambos lados, dos gigantescas lonas proyectan imágenes estáticas, y un poco más extremado, aparecen otras dos pantallas de video en las que se hace un seguimiento exhaustivo de todo lo que sucede en el show. Y lo que sucede es que se apagan las luces a las 21?15 horas, suena Song to the siren en la voz de This Mortal Coil, y así, siguiendo las costumbres de antaño, Héroes del Silencio abren su concierto de reunión, once años después de decir adiós.
?Es un placer inmenso tocar en la ciudad que nos vio nacer, no se pueden imaginar ustedes lo que es estar aquí, de nuevo en La Romareda y que ustedes nos hayan hecho así de grandes?. Eran las palabras de Enrique, agradecido a un público que, esta vez sí, ha llenado el estadio. En octubre de 1991 sin embargo, cuando tocaron en el mismo recinto, no se llegó a la mitad del aforo. Pero se hicieron grandes, crecieron ellos, sus canciones, su popularidad y como no, sus directos.
Enrique presenta uno a uno a sus compañeros, una batería emerge del escenario pequeño a través de una plataforma móvil donde comienza a tocar Pedro Andreu. Le sigue el bajista Joaquín Cardiel, el guitarrista de apoyo para la gira Gonzalo Valdivia (hermano de), y por último, el maestro en la guitarra Juan Valdivia. Recorren la pasarela sin dejar de tocar, con guiño a La Mala Hora de nuestros queridos Radio Futura incluido. Y hablando de grupos queridos, también tuvieron tiempo en el escenario pequeño de interpretar Apuesta por el rock and roll, de los zaragozanos Más Birras. Duelo de guitarras entre hermanos, por un lado Juan, si bien permanece la mayor parte del tiempo sentado, demuestra que el que tuvo retuvo. Y lo de Gonzalo tampoco deja indiferente, disfruta, se muestra cómplice con sus compañeros, y en esta canción aporta uno de sus mejores momentos. Esa parte del show la cierran con No más lágrimas, solo a voz y guitarra en los primeros minutos y columnas de humo cuando entra la batería.
Y es que la parte visual tiene un papel más que destacado en el concierto. Además del espectacular juego de luces, y de las dos pantallas horizontales que aparecen en el fondo del escenario, se observan imágenes relacionadas con cada una de las canciones a lo largo de todo el concierto. No son imágenes al azar, se proyecta agua en El Estanque, imágenes del trabajo más antiguo del mundo en Con nombre de guerra ?basada en hechos reales, tal y como la presentaron- o videos de los primeros conciertos del grupo, en los que los brazos de Bunbury aún no lucían tatuaje alguno, para cantar su primer éxito Héroe de leyenda, con una espectacular intro de bajo que cede el protagonismo a Joaquín Cardiel.
Enrique Bunbury preside el show como en sus mejores tiempos, y eso que venía con la garganta afectada, pero no se olvida de correr de un lado a otro, de boxear con su sombra, de hablar con el público, de mirar curioso a cada rincón y de contar anécdotas como explicar que el tema Flor Venenosa es el que menos le gusta a su madre (hombre, si tenemos en cuenta que en la letra dice ?y vender a una madre por otra copa??)
En el último tramo Enrique se quita la chaqueta y deja ver su camiseta con el logo de Héroes delante y la palabra Zaragoza detrás. Están en casa, y llegan los éxitos uno detrás de otro: Nuestros nombres, Maldito Duende, Iberia Sumergida o Avalancha con columnas de fuego en el escenario principal marcan el final.
Para el bis nos queda algún momento llamativo como la petición de alzar móviles y cámaras (lo de los mecheros ya no se lleva) y la posterior lluvia de confeti plateado en La Chispa Adecuada, o el cañón de luz que Bunbury utiliza enfocando a Juan Valdivia primero y al público después en los últimos acordes de En los brazos de la fiebre. El público quiere más, y eso que ya vamos por las dos horas y media de concierto. Los fuegos artificiales ponen el punto final. O seguido, que mañana repiten ciudad y escenario.