Entre dos polos
Una consecución de su trabajo anterior, enriquecida por la experiencia de los años -han pasado ya seis desde su debut- han concurrido en el tercer álbum de estudio de Coti Sorokin, Gatos y palomas, un trabajo en que resultan innegables las influencias de los grandes cantautores y el rock argentino de su Buenos Aires natal. El propio Ariel Rot toma las riendas de la guitarra en Mi espacio y en La burbuja de los 17 y un cierto sonido a Andrés Calamaro atraviesa todo el disco.
Para el primer single, Canción de adiós, el músico se ha decantado por un fracaso amoroso, interpretado en clave de música de cantautor, muy al estilo de Joaquín Sabina. En la misma línea, Diamante, uno de los cortes con más fuerza, y Suéltame, donde Coti comparte firma con Julieta Venegas. Pero también hay lugar para la exaltación del amor loco en Atontado y La burbuja de los 17.
Gatos y palomas es un álbum de polos opuestos, como su título sugiere, por lo que tienen cabida elementos que podría parecer imposible incluir en un mismo espacio. Sorokin en un observador y la pobreza como en Toño el mendigo o los problemas de emigración en El emigrante llaman su atención. Su alma de revolucionario, la del comandante Ramón, como se hace llamar en su blog, respira, sin embargo, en Las horas, donde sobrevuela la figura de Ernesto Che Guevara. Y siempre presente, su vida a medio camino entre Madrid y Buenos Aires, argumento de dos de las canciones y una muestra más de la polarización del disco.
Sin abandonar la lírica que fluctúa entre el pop y el rock, Coti consigue con su nuevo trabajo un sonido más puro, resultado de una grabación "casi en directo" y ahonda en sus nuevas canciones con letras más poéticas que muestran su madurez compositiva.