La música en imágenes
Dolo, Caïm y Pauet han roto los esquemas de lo que tradicionalmente se ha concebido como una banda de música. En el concierto que ofrecieron el pasado 17 de marzo en la Sala Caracol de Madrid, mostraron su capacidad para innovar en el terreno artístico
Dolo, Caïm y Pauet han roto los esquemas de lo que tradicionalmente se ha concebido como una banda de música. Conscientes de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y de la necesidad de innovar en el terreno artístico, Pastora combina en su espectáculo música e imagen construyendo una atmósfera en la que las canciones y los elementos visuales se unen en un único personaje.
Así lo demostraron el pasado viernes en la Sala Caracol de Madrid, donde repitieron el éxito obtenido el día anterior en ese mismo escenario. Dolo, con un vestuario rojo y negro, Caïm a la guitarra y Pauet, encargado de los efectos visuales, interpretaron un amplio repertorio en el que hubo cabida para sus dos discos, Pastora (2004) y La vida moderna (2005).
Una sucesión de imágenes conceptuales diseñadas para sugerir en el público distintas sensaciones dejaban paso a otras más figurativas e incluso a tomas del concierto en directo. Cada representación visual acompañaba a un acorde concreto, a una palabra o a un momento específico de la puesta en escena. Es en este aspecto en lo que radica, precisamente, la originalidad de la propuesta de Pastora.
Junto a los elementos gráficos, Dolo mostró su expresividad corporal en canciones como Archivos de palabras tristes, en la que mediante pases de bailarina y movimientos psicodélicos hacía partícipe a los espectadores del significado de la canción. La frescura de las letras del grupo barcelonés se dejó traslucir en Los bichos, que hizo bailar a todos los asistentes, o en No se puede más, en la que la cantante animó a dejarse llevar por la música sugiriendo que en Burgos "la gente había comenzado a desnudarse y tocarse al escuchar la canción".
No podía faltar su primer gran éxito Lola, que la audiencia coreó a una voz y aplaudió sin cesar desde el momento en el que empezaron a sonar las primeras notas. Para concluir, Dolo, entonando Caramba, se colocó unas alas rojas que le conferían un aspecto de pícara diablesa y se despidió de su público volando entre una lluvia de aplausos.