Fiesta final
El cuarteto regresó a Madrid para presnetar en vivo los cortes de <i> You could have it so much better</i>
No era una reválida la de Franz Ferdinand en el Madrid Arena, prácticamente lleno. Ya triunfaron en verano en la Sala Aqualung, y lo volvieron a hacer ante su abundante legión de seguidores en el último concierto de su gira de 2005. De nuevo, contundentes y precisos, muy rodados, y por ello capaces de alargarse en los cambios de canciones y moverse por el escenario con soltura según iban entrando en calor. También debido a abundantes ensayos. Porque no son unos instrumentistas virtuosos. Hay está la gracia: la suma de sus cuatro componentes multiplica la calidad de su música; y sí son grandes de la composición. El ejemplo, sus dos únicos discos. Sus directos, como el este jueves 22 de diciembre, son diferentes, pero no menos buenos.
Y fueron rápidos, muy rápidos (una hora y diez minutos). Primó la calidad sobre la cantidad. Primeros acordes de This boy, el comienzo, y el público ya botaba. La tercera, Do you want to, y en la pantalla gigante, la gran interrogación de promoción de ese su primer single del segundo álbum. Después, imágenes del grupo mientras tocaba. Alex Kapranos, ejerciendo de maestro de ceremonias, miraba complacido. Destacables fueron I`m your villiam, Auf achse, The fallen o What you meant, prácticamente enlazadas, sin descanso. Un quinto músico les acompañaba a los teclados para dar mayor rotundidad al sonido, y cuando éste se fue, se acercó al instrumento Kaparanos para tocarlo, lo suficiente para mostrar sus habilidades. En plan líder.
Tocaba relax. Una versión diferente the Walk away, quizás demasiado contenida fuera del estribillo, y Eleanor put your boots your back on, también fueron ?karaokizadas? por la multitud. Cosas de los conciertos.
Si hasta ese momento habían primado los temas de You could have It pasaron a mandar los de Franz Ferdinand: Take me out, Darts of pleasure, The dark of the Matinee, (Michael) come on home o Jacqueline, esta última la primera del bis. En la siguiente, salieron al scenario los componentes de The Rakes, los teloneros, cada uno con baquetas. Rodearon a Paul, el batería, y le ?ayudaron?. Fue la locura, con uno de ellos en calzoncillos y un gorro de Papa Noel. Alex, entretanto, corría con su guitarra en el escenario para terminar subiéndose al bombo un par de veces.
Según se acercaba el final del concierto el sonido se fue ensuciando, en parte por el recinto (?Madrid Arena? es un polideportivo y no un ?polimusical?) pero también porque Franz Ferdinand evolucionó de registro, descubriendo sus reminiscencias, no ya de la ?new wave?, si no del punk de finales de los 70. Fue una fiesta, con un final un tanto descontrolado en los musical que los ?franzferdinianos? seguramente obviaron. Una súper fiesta.