Potencia sin control
KT cerró tres conciertos en el londinense Sheperds Bush Empire con todas las entradas vendidas
Poco o nada tiene que ver la tímida KT de la portada de su debú, Eye to telescope, con el huracán que arrasó el pasado sábado 22 de octubre el escenario del londinense Sheperds Bush Empire. La escocesa llevaba dos días seguidos de conciertos en la misma sala y en su tercera aparición sobre las tablas seguía llenándola (un "todo vendido" se veía en la marquesina exterior del teatro reconvertido en sala de directos) y derrochando energía. Al "torbellino Tunstall" parece que no le cansa el trabajo y menos, la parte que la lleva a ponerse delante de sus ya numerosos seguidores británicos.
La cantante inició la actuación con el corte que sirve de apertura a su primer álbum, Other side of the world, un tema relajado para una velada de rock y pinceladas románticas. Y es que la escocesa no es sólo una artista de melodías para engatusar el oído con la pareja de turno, sino una rockera en potencia que hace vibrar en directo con cortes como Another place to fall o el sencillo con el que se ha dado a conocer en España, Black horse and the cherry tree. Aunque estuvo acompañada de banda totalmente masculina (teclista, batería, guitarra y un músico todoterreno que tocaba el bajo, el chelo y el contrabajo según la necesitad melódica del momento) era increíble ver cómo ella sola hubiera sido capaz de comerse al respetable con su guitarra y una pedalera.
Sí, el secreto de una KT más grande residía en un juego de pedales con los que grababa su voz y luego, estratégicamente, soltaba en forma de ecos que reforzaban el potente río de fuerza que salía de su garganta sin aparente esfuerzo. A veces ponía el vello de punta... Era tan natural y potente que daba miedo, y sino, que se lo pregunten a los que estuvieron allí esa noche.
La nueva niña mimada de las listas de ventas de Reino Unido demostró en directo que ha sido capaz de beber de todas las fuentes musicales: el pop puramente británico de cortes como el potente Suddenly I see, el blues de Stoppin' the love o el folk-country de Black horse, por ejemplo.
No obstante, la cantautora tiene una personalidad propia que demostró con su voz, su vestuario (en aquella ocasión lució la nada despreciable combinación de vestido azul de lentejuelas y botas camperas) y, sobre todo, se notó en la comunicación con sus fans, con los que no dejó de "hablar" y bromear entre tema y tema de su nada despreciable espectáculo.