El guerrero apacible
Sería injusto explicar el desmesurado éxito de James Blunt en Gran Bretaña sólo por los componentes extra musicales que rodean a este nuevo artista inglés, pero qué duda cabe que su condición de ex militar y una biografía atípica en el contexto de las estrellas de pop actuales han ayudado y mucho a que su nombre y su música consigan una mayor difusión.
Musicalmente, James Blunt, y él es el primero en reconocerlo, no sólo no ha inventado nada, sino que su propuesta de poner al día el sonido de los cantautores clásicos de la primera mitad de los 70 (de James Taylor a Nick Drake, pasando por Elton John) llega más tarde que el de muchos de sus contemporáneos. Badly Drawn Boy, Ed Harcourt o Richard Hawley, por ejemplo, han rastreado ya ese mismo terreno con más inspiración, aunque con resultados comerciales mucho más discretos.
Pero no todo en Back to bedlam es una magnífica campaña de promoción, ni mucho menos. Los 40 minutos del álbum se escuchan con gran facilidad y placidez, los singles High y You?re beautiful están hechos de la madera de las buenas canciones de pop sencillo y atemporal, un tema como Goodbye my lover puede hacerle escaparse una lagrimita a cualquiera en un día tonto y So long Jimmy es un resultón homenaje a Jimi Hendrix y Jim Morrison que gana enteros con el homenaje final que copia las célebres notas de piano del Riders on the storm de The Doors.
Y por encima de todo ello, James Blunt se revela como un vocalista de voz aguda y extraña, moderadamente rasposa, pero indudablemente original. En definitiva, Back to bedlam es un producto comercial de gran dignidad y más que aceptable calidad. Ojalá hubiese más así.