Conciertos de 'vértigo' en Londres
U2 ya está en Europa. El grupo irlandés, que actuará en agosto en España, realiza un gran despliegue de medios en su nuevo espectáculo, rico en música, sonido y luces. Una gira de'vértigo'
Domingo 19 de junio. 12.30 horas. Cogemos el metro hasta Richmond, en las cercanías de Twickenham Stadium. El templo del rugby, donde juega habitualmente la selección de Inglaterra, es el lugar que ha elegido U2 para sus conciertos del fin de semana en Londres.
14.00 horas. Los aledaños del estadio muestran todavía una tranquilidad pasmosa. Sólo hay bullicio en algunas carpas montadas para beber cerveza, resguardarse del sol y comer una selección delicatessen muy británica: perritos calientes, hamburguesas grasientas y casi tostadas, y las tradicionales chips.
14.45 horas. Los reventas hacen su agosto. Compran y venden en cada esquina. Hay algunos que nos ofrecen hasta 200 libras (unos 300 euros) por una de nuestras entradas. ¿Es para pensárselo, no? Tal vez sí, pero el objetivo está muy definido: Hay que ver a U2.
Matamos el tiempo entre pintas y alguna que otra hamburguesa. Damos una vuelta al estadio. Está plagado de puestos de merchandising oficial de la banda (picamos) y de unas medidas de seguridad bárbaras.
15.45 horas. A las cuatro de la tarde abren las puertas. En la cola nos llevamos una gran sorpresa cuando nos colocan un brazalete, que nos da derecho a estar en la zona más cercana al escenario denominada "inner circle". El calor es sofocante, asfixiante... Por la fila, perfectamente organizada, nos vamos encontrando españoles residentes en Londres y otros que han viajado desde Granada, Málaga o Asturias para ver a la banda irlandesa en Twickenham.
16.20 horas. Estamos dentro. El aspecto del estadio es espectacular. El montaje, al estilo de The Rolling Stones. Aún quedan horas de espera. U2 no hace acto de presencia hasta las 20.15. Antes, entretienen al personal Athlete (el sábado) y Ash (el domingo).
20.15 horas. Todo está listo. El estadio presenta un lleno hasta la bandera. Aún es de día. Es quizás una de las diferencias más notables con respecto a lo que estamos habituados a ver en España. Bono, The Edge, Larry Mullen Jr. y Adam Clayton aparecen en escena en medio de una atronadora ovación mientras suena un intro que, sin llegar a terminar, se mezcla con los primeros compases de Vertigo.
Es una puesta en escena sosegada y minimalista, que genera más emoción que impacto. El grupo empieza a distribuirse por la gran pasarela que invade las primeras filas del césped. Bono simula una pelea con The Edge en Electric Co., uno de los momentos más álgidos desde que se inicia el concierto.
Clásicos más antiguos como New year's day y otros recientes como Elevation se suceden entre el extraño paroxismo del público, más frío que el mediterráneo, pero que sabe apreciar la calidad del espectáculo audiovisual. La emoción va por barrios. Hay irlandeses con banderas que viven el concierto en continuo éxtasis y una gran mayoría que observa con mucha atención lo que sucede en el amplísimo escenario.
Uno de los momentos más especiales se vive con Who's gonna ride your wild horses?. Esta vieja canción, perteneciente al disco Achtung Baby (1991), es una de las que han recuperado en esta gira y el público se entrega cantando cada estrofa. Se nota que no la tocaban desde hacía bastante tiempo.
La noche cae sobre Londres poco a poco y la gran pantalla que preside el escenario empieza a ganar protagonismo. Se descubre una franja central desde la que una veintena de focos gigantes ambientan a la perfección I still haven't found what I'm looking for. Es otra de las más coreadas. Otro gran clásico.
En City of blinding lights el espectáculo ha tomado cuerpo. El despliegue de efectos visuales es tremendo. Las canciones de How to dismantle an atomic bomb (2004) suenan fantásticas. El directo no puede ser más contundente y variado. Parece mentira que este cuarteto esté al borde de los 50 años de edad. Increíble.
Bono lanza misivas al público. Su comprometido discurso a favor de la paz gana protagonismo hasta centrar la atención en algunas canciones. En la pantalla gigante aparecen, uno a uno, los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Bono reclama ayuda para los más desfavorecidos y agradece al primer ministro británico, Tony Blair, su apoyo para el macroconcierto Live 8, que se celebrará el 2 de julio en Hyde Park con el objetivo de combatir el hambre de Africa.
Hay espacio también para enviar mensajes a quienes aún alimentan el conflicto irlandés. Les llega muy dentro. Son de allí y, haciendo un juego de palabras y símbolos, U2 invitan a que católicos y judíos coexistan en paz. "¡Coexist!", repite Bono una y otra vez, con los ojos vendados tras interpretar Sunday Bloody Sunday, clasicazo que rememora aquel domingo sangriento.
La primera parte del concierto concluye con el momento más intenso: Where the streets have no name, y con el más íntimo, emocionante y bello: One. Un rosario de teléfonos móviles apuntan hacia el escenario. Transmiten al resto del mundo la intensidad de la que es, posiblemente, mejor canción de la banda irlandesa. Son los nuevos mecheros que acompañan las baladas en los comienzos del siglo XXI.
Vuelven con dos bises muy distintos. El primero evoca la espectacularidad de la gira Zoo TV (de principios de los 90). Es impresionante el montaje audiovisual que se puede contemplar en la pantalla gigante. Zoo station y The fly son los temas elegidos para revisar uno de los mejores discos de los años 90. El clasicazo With or without you cierra este bis, con una joven que Bono rescata del público para bailar ante la multitud congregada en Twickenham.
Se van. Vuelven y se despiden con dos temas del último disco: Yaweh y Vertigo de nuevo, que sirve para poner el colofón final a un concierto redondo, espectacular y que satisface plenamente las expectativas del público.
22.45 horas. El concierto ha terminado. La gente sólo utiliza calificativos del tipo "incredible", "unbeliavable", "exciting", "amazing"? para definir lo que han visto durante dos horas y media. Ya queda menos para las citas españolas de este verano. Prometen. Serán por la noche ?así se podrá disfrutar plenamente del montaje que lleva la banda- y el público será otro. Esto mejorará las sensaciones vividas en Londres, aunque estoy seguro de que con las canciones será más que suficiente.