...Y duran, y duran...
Simon LeBon, Nick Rhodes, John Taylor, Andy Taylor y Roger Taylor realizaron ayer (22 de mayo) en Madrid el tercer concierto de su gira europea de presentación de <i>Astronaut</i> (2004), su nuevo álbum
Hay vueltas y vueltas. Hay regresos esperados y dignos, y otros que mejor que no se hubieran producido nunca. El renacimiento de Duran Duran está entre los primeros, los deseados y decentes, aunque, como siempre, haya quien se empeñe en contar lo contrario. El, de nuevo, quinteto de Birmingham, que este año celebra el 25 aniversario de su puesta en marcha, ha salido a la carretera para revivir viejos tiempos y presentar sus nuevas canciones, las de su álbum Astronaut (2004).
Simon LeBon (voz y guitarra), Nick Rhodes (teclados), John Taylor (bajo), Andy Taylor (guitarra) y Roger Taylor (batería), entrados ya en la cuarentena (algunos, como Simon, de camino a la cinquentena), demostraron estar a la altura de las circunstancias en el tercer concierto de su recién estrenada gira europea (que previamente recaló en Barcelona y San Javier, Murcia). Una extraodinaria vocalista como corista y un curtido saxofonista completaban la banda.
A estas alutras, Duran Duran no necesita justificar nada. Sus componentes originales, que camparon por separado durante algo más de tres lustros, se reunieron de nuevo en 2002 porque el proyecto necesitaba un reflote tras el hundimiento que supuso el lanzamiento de Pop trash (2000), su primer disco fuera del regazo de la multinacional EMI. El resultado fue positivo. Grabaron un disco, ficharon por Sony Music y volvieron a las listas de éxitos.
Los de Birmingham, que en su día formaron parte del movimiento post punk de los nuevos románticos, no hacen grandes alardes de técnica en sus recitales. Ni siquiera se molestan en modernizar su repertorio. ¿Para qué, si siempre ha funcionado así? Canciones como Hungry like the wolf, Planet Earth, Save a prayer. Notorious, Wild boys, Girls on film o Rio, sonaron añejas, con el espíritu que destilaban los álbumes a los que pertenecieron.
El concierto de anoche en sala La Riviera fue algo corto (sólo 18 temas), pero correcto. No pasará a la historia por ser el mejor show de su carrera, pero hay que reconocer que Duran Duran vuelve a sonar bien en directo y que sus canciones mueven ya a casi tres generaciones, a tenor de las edades del personal que casi abarrotaba el local madrileño.
El quinteto triunfó gracias a sus grandes éxitos (de los que se olvidó algunos como Is there something I should know?, The reflex, Union of the snake o New moon on monday), pero reafirmó la aceptación de novatos y doctos con algunos de los cortes de su nuevo álbum como (Reach up for the) Sunrise, Astronaut, What happens tomorrow, Taste the summer o Nice.
Duran Duran también aprovechó la ocasión para desempolvar melodías de sus comienzos como Hold back the rain o Careless memories, que nunca se publicaron como singles, y para rememorar su etapa cinemátográfica con A view to a kill, tema principal del filme de James Bond Panorama para matar (1985). Asimismo, para abrir la primera y única tanda de bises, aprovechó la ocasión para homenajear a Grandmaster Flash con una potente y guitarrera adaptación de White lines, el primer sencillo de Thank you (1995), álbum con el que el entonces trío (Simon, Nick y John, con la colaboración del guitarrista Warren Cucurullo) versionaba algunas de las canciones de sus artistas favoritos. Rendían pleitesía a los grandes del pop y del rock como Bob Dylan, The Doors, Lou Reed o Led Zeppelin, entre otros.
No sé si morirán con las botas puestas, pero es evidente que a Simon, Nick, John, Andy y Roger les queda cuerda para rato, como a las pilas alcalinas que duran, y duran, y duran...