Gracias a la radio y a la música
Joaquín Luqui describió en esta columna lo que significó para él descubrir el mundo de las ondas
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Nací en un pueblo de 2.500 habitantes: Caparroso (Navarra). Y quizá porque la calle perdía su valor de atractivo antes, en la tarde noche volvía a casa, Y allí, como mi madre, escuchaba la radio.
Y la radio me abrió un mundo nuevo, lleno de emociones, sensaciones?
Gracias a la radio oí música por primera vez y comprendí, absolutamente, que la música era una parte fundamental, necesaria, totalmente imprescindible en mi vida. Radio y música quedaron así unidas en aquel pasado que formaba la base de mi futuro.
Y yo, en aquella infancia, en aquel pueblecito de la Ribera de Navarra, soñaba cada día, cada noche, que alguna vez yo estaría en alguna emisora y trataría de ayudar a los oyentes de la misma forma que aquella radio me ayudaba a mí.
Desde entonces, el oyente, el público, fue clave. Cuando había alguna canción que me gustaba más, escuchaba la sección de Discos dedicados (auténtico hit parade real de la época) para comprobar si mi gusto coincidía con el del público, si mi canción favorita era la que tenía más dedicatorias.
Por fortuna, acertaba en la mayoría. Eso fue un presagio del valor que siempre he concedido a la decisión final y terminante del público, supremo juez en todo, y desde luego, en la radio y en los éxitos musicales. De ahí mi frase de "Tú y yo lo sabíamos". Porque ahora, como entonces en mi infancia, el conectar con los gustos populares ha sido lo más importante porque creo en eso como valor principal en la comunicación.
Volver atrás hacia adelante
Este retorno al pasado es sencillamente una espléndida manera de mirar hacia el futuro. Siempre he considerado que la nostalgia no debe ser un diván, sino un trampolín. Si pudiera, jamás volvería a aquella infancia, la adolescencia y la primera juventud en los 60, década prodigiosa e insuperada? No, nunca volvería porque creo que hay que vivir el tiempo que nos toca vivir.
Con la ventaja de contar con la experiencia acumulada, que a su vez nos impulsa a estar en un casi continuado estado de alerta o de cuestionar lo que es o puede ser.
Naturalmente, los recuerdos, insisto, son ayuda de valor impagable. Y los hechos de la radio actual permiten, precisamente, dar más valor a ese pasado. Nadie niega que en los últimos años la gran revolución de la radio musical ha sido la radiofórmula.
Pero ahora se trata de volver a mezclarla con estilos de "antes", es decir, de cuando lo importante era no sólo la canción y su presentación tal cual, sino la personalidad concreta de los discjockeys, de los comunicadores, cada uno a su manera.
Y así, en la actual radiofórmula, el valor humano ha vuelto a recobrar aquel valor de antes. Aquellos grandes de la radio de entonces con un estilo que ahora volvería a ser actualísimo.
Gente que para mí son no sólo ídolos, sino amigos. Amigos que me ayudaron a vivir mejor cuando presentaban canciones con aquel estilo tan latino de Raúl Matas, chileno, internacional, con Discomanía, el programa que me metió en el pop, aquel verano del 59, cuando por primera vez, oí Diana de Paul Anka, fue el gran cambio en una época en que dominaba lo español de la copla y similar (también de enorme, pero diferente, valor) y lo italiano o francés.
Y luego, en radio, Angel Alvarez y más, el 63 con El Gran Musical de Tomás Martín Blanco y el 66 con Los 40 Principales, dando valor total y ya imparable a la FM. Tuve la suerte de empezar una sección semanal de música en 1965, en el periódico El Pensamiento Navarro de Pamplona. De ahí a Radio requeté en Navarra, justo en el 66 (ahora se llama Radio Pamplona) y desde el 69 en la central de Los 40 en Madrid.
¿Es mejor la radio de antes o mejor la de ahora?
Era distinta para unos tiempos distintos. Yo doy gracias a aquella radio porque gracias a ella, a la radio y la música (también los libros, el cine, la pintura, etc, pero sobre todo la música, insisto) porque me ayudaron y me ayudan a una vida mejor. Beatles y todos los demás, buenísimos, antes y ahora. La radio y la música me han, nos han, ayudado a superar los momentos tristes y aumentar los mejores momentos.
Nos han hecho y nos hacen, a mí desde luego, la vida más feliz. Y más joven. Por eso defiendo la radio de entonces. Y la de ahora. Y la música de ayer y hoy, siempre mirando al futuro, con la base del pasado. Sin barreras. Hoy la radio joven, musical, tiene mucho de aquella radio de los 60 y 70, antes de la radiofórmula.
Es la vuelta, insisto, al valor personal de cada profesional. Y yo me siento aún más feliz por este panorama. Porque así, para mí y ojalá para todos, la radio y la música seguirá haciendo Tú y yo lo sabíamos y lo celebramos que la vida, nuestra vida, sea mucho más total.
*Publicado en La radio musical en España. Historia y análisis de Luis Miguel Pedrero Esteban. Instituto Oficial de RTVE. 2000.