¿Rabia? ¿Dónde?
El anunciado disco más cabreado del trío se queda en un viaje parsimonioso con pocos momentos de inspiración
Con R.E.M. ocurre que la presión mediática acaba por convencer, por tener incluso más valor que sus canciones. Estamos ante el gran-grupo-de-rockalternativo, el emblema de toda una generación, el referente. Además, ahora se pone a la cabeza de la revolución contracultural para largar de la poltrona a Bush. Lo dicho: demasiado. El oyente se enfrenta a Around the Sun con este lobby soplándole el cogote. Pero aguantemos el marcaje. La nueva música del trío, depués de tres años sin disco (Reveal, 2001), va a acabar con la paciencia de sus seguidores más rock. Nada de guitarras (dicen que Peter Buck se ocupa de la intendencia musical, pero cada vez toca menos su instrumento), nada de movimientos bruscos, nada de agitación. La cadencia de todo el álbum es lenta, a veces incluso perezosa. Van corriendo las canciones y se espera un despegue que nunca llega. Existen piezas bellas, como Aftermath, un medio tiempo a la altura de su leyenda, pero la monotonía melódica acaba por aturdir. Reveal, sin ser su gran obra, tenía mucha más pegada. Desde luego, corren el riesgo de ser más relevantes por lo que dicen fuera de la música que por sus canciones.