Hija de la luna
La ex cantante de Mecano ofreció su primer Concierto Básico el pasado 15 de septiembre en el Salón de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid
Tiempo. Ésa fue la palabra clave. ¿Contratiempo? Ninguno, salvo pequeños deslices que se le permiten a una estrella del pop como ella. Ana Torroja afrontó ayer (15 de septiembre) su primer Concierto Básico en el Salón de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Y pasó su prueba de fuego con un notable alto. Su directo está muy rodado y eso se notó claramente. La madrileña, que en mayo comenzó su primera gira en solitario (sin sus eternos compañeros de Mecano), no ha perdido soltura en el escenario. Todo lo contrario. Ahora es mucho más completa.
Ana tuvo que hacer diversos cambios en su espectáculo. No pudo interpretar todo el repertorio que están paseando por nuestra geografía. ¿Por qué? Sobre todo por una cuestión de tiempo. Los Básicos no suelen exceder los 70 minutos, porque se graban para ser emitidos por la radio y la televisión. Aún así, sonaron 17 temas que hicieron las delicias de las varias decenas de entregados correligionarios que la cantante convocó.
Como viene siendo habitual, el recital comenzó con una introducción instrumental que desembocó en el tema Con sólo un beso, el que también abre Frágil, su tercera obra como solista. A partir de ahí se acabaron los nervios y tensiones. Todo se desarrolló como habían previsto, más o menos. Sus nuevos colegas de viaje, músicos excepcionales, la arroparon en todo momento. Ludovico Vagnone (guitarra), Fernando Ortí (teclados), Mikel Irazoki (bajo), Mauricio Sgraramella (batería), Helena de Quiroga (coros) y Esther González (coros) fueron sus cómplices y dibujaron paisajes musicales que hacían disfrutar del presente y añorar el pasado, que no necesariamente tuvo que ser mejor.
Ana no defraudó. Su parroquia, cuya media de edad superaba los 30 años, sabía que sonarían algunos temas de Mecano, porque aunque no los escribiera ella, de alguna manera también suyos. Y así fue. Un año más, La fuerza del destino, Mujer contra mujer, Hijo de la luna, Hoy no me puedo levantar y Barco a Venus, pertenecen a ese inolvidable catálogo de canciones de los hermanos Cano a los que Ana puso voz y, sobre todo, alma.
Pero no todo fueron recuerdos. Torroja, desde Puntos cardinales (1997), su primera aventura lejos de Mecano, ha generado grandes éxitos. Éstos se combinaron con los antiguos realizando saltos en el tiempo. Como sueñan las sirenas, Hoy ya no te quiero, A contratiempo o Partir formaron parte de un menú aderezado con las nuevas adquisiciones de su más reciente álbum, Frágil, editado el pasado 27 de enero.
Ana cantó muy bien, despertó parcialmente a Mecano de ese profundo letargo al que se sumió a finales de los 90, tocó la guitarra acústica (en Veinte mariposas), e interpretó su papel en la obra, el de maestra de ceremonias. Soñó como las sirenas, bailó cual libélula, pintó el aire de colores con sus alas de mariposa, fue hija de la luna una noche más y partió con su barco a Venus en una velada que quedó marcada por la premura del tiempo. Otra vez será. Quizás la fuerza del destino nos haga repetir...