Relevo generacional
La cantante madrileña presentó oficialmente en Madrid las canciones de su primer álbum, <i>O te mueves o caducas</i>
El rock español tiene en Belén Arjona un diamante en bruto recién sacado de la cantera de los rebeldes con causa. Por fin, después de sobrevivir a grandes fenómenos mediáticos insulsos y sin contenido, la música con mensaje, distorsionada, guitarrera y juvenil empieza a ver un resquicio de luz al final del túnel. Esta joven guerrera madrileña con cara de ángel y aspecto de no haber roto nunca un plato, no tiene pelos en la lengua y no se calla una, como deja claro en su debú titulado O te mueves o caducas, editado recientemente.
Belén demostró ayer en su concierto de presentación en la sala Chesterfield Café de Madrid que sus influencias beben directamente de los clásicos (Janis Joplin, Nirvana, Mercedes Ferrer, Suzi Quatro, Garbage, etc). Además, lo suyo no será un éxito fugaz (flor de un día), sino una carrera de fondo en la que ella misma resultará ganadora (tiempo al tiempo). Sus cartas están siempre boca arriba, es transparente y, sobre todo, creíble. Tiene por delante un futuro muy prometedor.
Sólo sé que no sé, uno de los temas más cañeros de su opera prima, fue el encargado de romper el hielo. De hecho, el hielo no sólo se rompió, sino que se fundió desde la primera nota. Escoltada por cuatro músicos muy compenetrados (guitarra, bajo, teclados y batería), los mismos que participaron en las sesiones de grabación del disco, fue desgranando una a una las canciones de O te mueves o caducas.
Suele ocurrir que en las actuaciones de una artista que empieza a hacerse un hueco en el mundo de la música no haya mucho público. Sin embargo, en ésta, la puesta de largo de su primer retoño, se notaba en el ambiente que la joven rockera de 22 años comienza a tener una fiel parroquia que se sabe los temas de pé a pa. Rastas a lo Bob Marley, pantalones anchos, perillas y piercings son algunos de los adornos más comunes entre sus seguidores. Aunque también mueve a otro público más adulto al que no le molesta en absoluto las estridencias que pueda tener su música.
Belén y su banda tocaron las 12 canciones que componen su álbum debú e introdujeron una magnífica versión del clásico de The Knack, My Sharona, a la que bajaron el tempo y adornaron con un sonido mucho más estridente, cercano al metal. Sangre en la nevera, Somos diferentes, Abre los ojos, El show de terrorvisión, O te mueve o caducas y Me voy de fiesta, pusieron ritmo a una noche de rock, sudor y muchas emociones compartidas (Belén estaba realmente feliz, y eso se notaba).
Pero la madrileña no sólo sabe rocanrolear y atronar con guitarras afiladas, es también una experta baladista que tiene sentimientos, como quedó patente en La distancia siempre es una maldición, Moriría por ti y Si no estás, ésta última dedicada a su abuela fallecida.
Belén ha llegado para tomar el relevo generacional que en su día marcaron rockeras de la talla de Luz, Mercedes Ferrer o Aurora Beltrán, personajes imprescindibles en el panorama musical español. Y que nadie la compare con Avril Lavigne, porque aparte de que las comparaciones son odiosas, su música no se asemeja ni por asomo. La de Belén es mucho más interesante y encima está hecha aquí.