El arte de reciclar
Supergrass aclaró ayer en Madrid por qué es uno de los mejores grupos británicos en activo. Sabe reciclar como nadie, ofreciendo un producto que luce como recién fabricado
Los barceloneses Carrots fueron el mejor aperitivo que Supergrass pudieran tener en España. Recién llegados de la sexta edición del Purple Weekend de León donde tuvieron que actuar en formato trío, se desquitaron con la reincorporación de su bajista descargando su personal visión del pop y la psicodelia. Son la esperanza del pop en nuestro país con permiso de Sidonie, Cooper, Souvenir y DeLuxe.
Con las teclas y el bombo de Za, el primer tema de su último álbum, Life on others planets, que Supergrass presentaba en España, comenzaba una gran noche en una sala Arena a rebosar. El ahora cuarteto británico realizó un gran concierto elevando el verbo reciclar al grado de arte. Supergrass ha capturado lo mejor de la música pop británica, la ha transformado y ha hecho un producto que luce como recién fabricado.
Y además sin desprenderse de esa aureola de energúmenos con que se presentaron en 1995 con I should Coco, su disco debú. Energúmenos son el cafre de Danny Goffey a los palos. Es el ser humano más parecido a Animal, el Teleñeco más bestia. Unico en su especie, es un troglodita que a veces inyecta tanta anfetamina a la banda que no hay forma de seguirle. Brutal. Y el bajista Mick Quinn, que opta a ser el Duck Dunn del siglo XXI, y es una de las mejores segundas voces de la actualidad. Y también Rob Coombes, el hermano de Gaz y cuarto miembro estable de la banda, tras los teclados que presta el lado marciano y fumeta. Pero sobre todo, Gaz Coombes y su voz, que da el toque de pieza única a todas las canciones de Supergrass.
Y el reciclaje de Supergrass ha transformado en su cuarto trabajo el legado más glam del rock. Marc Bolan y T. Rex resucitaron anoche de la mano de Supergrass y de un puñado de canciones: Seen the light, Funniest thing, Grace o Can?t get up. Con todo esto y la interpretación de una supergrassienta versión del The loner de Neil Young ante el asombro del personal, se llegó al momento culminante de la noche con la energía a punto de estallar con los salvajes y pegadizos estribillos de Never done nothing like that before y LA song que daban paso a unos bises con Moving y el ya convertido en clásicoCaught by the fuuz a toda pastilla. Todo un arte.