SHAKIRA: una cobra difícil de digerir
La cantante colombiana cumple su sueño de tocar en el mítico Madison Square Garden ante una audiencia entregada.
Quién iba a pensar en esos momentos que 7 años más tarde íbamos a venir a Nueva York a ver a esta artista en uno de los más legendarios escenarios de la música: El Madison Square Garden.
Pues ni siquiera ella misma lo podía creer. En algún momento del show del pasado miércoles 20 de Noviembre, Shakira subió a una de las pasarelas y saludó a su público diciendo: "Buenas noches. Estoy en el Madison Square Garden. Toda la vida había soñado con este momento, y hoy ¡el sueño se cumplió!"
Cuarenta y cinco minutos después de la presentación de un joven y desconocido grupo de Rock llamado Pay The Girl, cuyo primer single, Freeze, saldrá el próximo mes, comenzó a sonar en el equipo de amplificación la canción Welcome to the jungle de Guns'n Roses. A continuación apareció en el escenario una especie de caja de Pandora gigantesca, de tela roja y arabescos dorados, con la imagen de una mangosta enfrentando a una cobra. Detrás de la tela, a manera de sombras chinescas, se podía ver a dos guitarristas, como presagio de lo que sería una noche con muchos sonidos rockeros. Cuando se abrió el telón, quedó al descubierto un escenario lleno de humo y luces rojas. Apareció un violinista al lado izquierdo del escenario interpretando sonidos árabes, y de repente surgió de un foso en el escenario la rubia cantante, al mismo tiempo que una gigantesca cobra se erguía tras de ella.
Ese era el "animal" que la mangosta colombiana debía vencer en esa noche. Y logró hacerlo, al menos por la reacción del público que en un 90% colmó las tribunas del estadio ubicado en pleno corazón de Manhattan.
Y con Ojos así comenzaron estos 100 minutos de show que, en principio, uno pensaría estaba destinado al público norteamericano, pero que, a juzgar por la audiencia presente y por el repertorio, finalmente terminó siendo una fiesta para el público Latinoamericano - casi todo colombiano - que colmó el MSG.
Ya lo había reseñado el periódico urbano The Village Voice: "Su banda suena como a Led Zeppelin tocando una mezcla de Salsa con Rockabilly en Arabia Saudita". "Ella es el primer ser humano que logra fundir en una sola persona a Bob Dylan con Celine Dion". Y esa es, definitivamente, una mezcla difícil de digerir, a menos que uno viva en un país como Colombia donde estamos a menos de 6 horas de vuelo de puntos cardinales tan disímiles como Nueva York, México, Puerto Rico o Argentina, y estamos acostumbrados a mezclas musicales tan diversas.
En un show irregular, desfilaron todos sus grandes éxitos en español al lado de las canciones en inglés incluidas en su disco Laundry service, así como covers de canciones de AC/DC ("Back in black") y Aerosmith ("Dude looks like a lady"); hubo solos de batería, danza del ombligo, luces computarizadas con efectos visuales sensacionales, pólvora y una gran explosión de confeti al terminar su presentación
Al final, el ritmo de sus caderas contrastó con la falta de ritmo de su show, lleno de altibajos, de buenos y malos momentos, que parece una montaña rusa sin control.
A pesar de todo, la sensación al dejar el recinto es que el público salió feliz. La gente no paró de aplaudir un solo instante y la ovación después de cada canción aún retumba en mis oídos mucho más que el tradicional pito de aturdimiento que queda en ellos después de cada concierto.
Y, finalmente, es el público, y no los críticos, el que siempre tiene la razón. Y en ese sentido, Shakira se salió con la suya. Y como se vio en el video que aparece en la gran pantalla que copa la parte trasera del escenario, la mangosta termina devorando a la cobra, así la imagen no sea la más agradable de apreciar.