'Glamour' tecnológico
El trío belga tocó en Madrid <i>Hooverphonic presents Jackie Cane</i> y ofreció toda su diversidad de registros
Geike Arnaert apareció en sala Arena de Madrid sobre las diez de la noche con un vestido rojo de chiffon encorsetado y evocando el glamour de los años 50. El mismo modelo con el que posa distante en su disco desde el pedestal de Jackie Cane. Su cuarto trabajo, Hooverphonic presents Jackie Cane, evoca la figura fictia de una megaestrella atrapada y abatida por su gloria.
El concierto que ofrecieron Geike Arnaert (voz), Alez Callie, bajista y compositor, y Raimond Geerts, guitarrista, disparó rarezas, melodías más conocidas, pero sobre todo arrancó una muy volátil voz y registros inusitados de ella. Los sentimientos más antagónicos toman forma en su manera de cantar: desdén, tristeza (incluso en uno de sus solos parecía como si estuviera llorando), ironía, alegría y sobre todo su voz es tan canjeable que se mimetiza cuando entonó Shampoo con la voz de Beth Gibbon(Portishead) o se marca aullidos más parejos a los de Björk.
La banda no pierde en directo ni un ápice. Comenzaron con Day after day, de Hooverphonic presents Jackie Cane, y con metales a destajo. La voz de la cantante, con los sonidos pregrabados (violines y arreglos orquestales), los músicos que tocaron la flauta, saxo y trompeta), batería y teclados, hace de Hooverphonic un agitador de movimientos sincopados o convulsores de lo que les dé la gana.
El mínusculo escenario en que se apiñaban siete personas (los tres del grupo, más otros cuatro) parecía un universo increiblemente asimétrico: el saxo y trompetas que arreciaban a ritmos de jazz daban lugar a temas más conocidos como Mad about you o al tema Jackie Cane de su trabajo anterior, The Magnificent Tree. Incluso hubo guiños a la Velvet Underground con A femme fatale o a Olivia Newton John canturreando el clásico de Grease Summer nights.
Hooverphonic apela al experimento y aunque califican su reciente trabajo de "conceptual" tienen registros y parecidos razonables hasta con Madonna como en The kiss que puso colofón a un espectáculo que fue calentando al público pese a que Hooverphonic presents Jackie Cane (tienen además del álbum una canción de su trabajo anterior con este mismo nombre) es un disco de movimientos más pausados.
La que debía ser su última canción (la primera del disco, por cierto), Sometimes era la guinda de una retahíla de bises que mostró a un público no tan mayoritario pero fervoroso a Hooverphonic. Y sobre todo a un grupo que deleita los sentidos más adversos: música oscura, de película, enigmática, pop, triste, alegre y todo un repertorio que no ceja de sorprender a los profanos.