El maestro, en su salsa
A principios de los setenta, Carlos Santana ?profanaba? canciones firmadas por Tito Puente, Antonio Carlos Jobim o Babatunde Olatunji, pero tampoco perdía de vista las nuevas tendencias del rock versioneando al joven bluesman británico Peter Green. Su banda eran un conglomerado de músicos con formaciones, estilos y orígenes muy diferentes que se comportaban como una máquina bien engrasada. Y sus discos resistían cualquier prueba del algodón de la crítica y podían ser programados en cualquier efeeme comercial. Era un sonido tan sorprendente como natural.
Tres décadas después, Shaman sigue respondiendo a cualquiera de estas constantes. El viejo maestro es aún mejor músico que entonces y, tras una época un tanto oscura en los noventa, con la reputación intacta, ha podido reclutar un plantel de colaboradores de lujo. Seal, Macy Gray, Dido o Michelle Branch en las voces, Rob Thomas y su viejo compañero Michael Shrieve componiendo y una banda que pocos pueden reunir en este planeta.
Entre las sosrpresas, ver como se ha llevado al terreno latino a Chad Kroeger, de Nickelback. Y sus coqueteos con el rock alternativo contemporáneo en el intenso America junto a P.O.D., al tiempo que lo hacía con la última maquinaria de éxitos de la escuela nórdica, la formada por Anders Bagge y Arthnor Birgisson, sin que nada chirríe. Santana ha tocado casi todos los palos del rock y el pop contemporáneo en Shaman y ha dado coherencia al conjunto con una decisión sencilla: tocar buenas canciones con los mejores músicos que ha conseguido.