Flamantemente sucios
Los americanos demostraron ayer en Madrid lo lejos que están del <i>Brit Pop</i> con su R&R de garaje y sus atmósferas de spaghetti western psicodélico
Qué equivocados estaban los que asociaban a The Dandy Warhols con un sonido británico. La banda de Oregon, famosa en España con bastante retraso y gracias a un omnipresente anuncio de telefonía móvil, ofreció un show de los que gustan a aquellos que no prestan demasiada atención al sonido y se dejan llevar por otro tipo de sensaciones.
El cambio de última hora de sala (estaba previsto que el concierto se celebrara en La Riviera y se trasladó al pequeño aforo de la sala Arena) no ayudó a limpiar un sonido ya de por sí sucio, pero sí a que el público disfrutara de lo lindo, puesto que salvo un concierto hace cuatro años en el Festimad, la banda de Courtney Taylor-Taylor no había tocado nunca en nuestro país.
Los Warhols, tal y como hacen en sus álbumes, se dejaron llevar por larguísimas canciones que han abandonado en directo su vertiente más Velvet Underground, gracias al trompetista que llevan de gira y a los efectos electrónicos que va incorporando la teclista Zia McCabe. El resultado es un sonido que bien podría ser la banda sonora de un nuevo spaghetti western, rodado en pleno viaje de ácido (Godless, Mohammed, Nietzsche). Las proyecciones alucinógenas de vídeos deteriorados tras la banda ayudaron a crear ese clima irreal.
Y toda su épica se mezcló con su lado garajero y primitivo de la mejor tradición rock americana en dos horas en las que repasaron su tercer y último álbum Thirteen Tales from Urban Bohemia de arriba abajo (gran apoteosis con su popular Bohemian like you) y dieron una vuelta de rosca a algunas de sus mejores canciones como Boys better, Not if you were the last junkie on earth, Every day should be a holiday y Cool as Kim Deal de su anterior trabajo Dandy warhols come down(1997).
Como colofón, una Zia McCabe sola susurró una cancioncilla popular y un The last time de los Stones con la banda al completo, flamantemente sucia, para demostrar lo alejados que están de la música comercial y de los sonidos británicos.