Así se enamoró John Lennon de Yoko Ono: La historia de su primer encuentro
David Sheef cuenta su historia en sus memorias recién publicadas

John Lennon y Yoko Ono en Kultur, Musik, Culture. / ullstein bild Dtl.
“Se han escrito miles de artículos y libros acerca de John Lennon y los Beatles. En la mayoría de ellos, Yoko Ono aparece como una caricatura, una curiosidad, o incluso una villana; como una seductora inescrutable, una estafadora, una manipuladora, una espuria felina que hipnotizó a Lennon y provocó la ruptura del mejor grupo de música de la historia”. Son palabras de David Sheef, el autor de Yoko, las memorias de una mujer de la que se ha hablado mucho y no siempre con conocimiento de causa..
“La saga de los Beatles y Lennon es una de las mayores historias jamás contadas, pero la figura de Yoko siempre ha quedado oculta en la alargada sombra del grupo, y sumida en la oscuridad por culpa de una misoginia y racismo clamorosos”, añade y él ha decidido, con ayuda de la propia protagonista y su entorno, sacarla de ese lugar oscuro para mostrar quién es en realidad.
“Yoko fue vilipendiada desde el primer momento. Siempre que los fans de los Beatles hacían guardia delante de Apple, la sede londinense del grupo, y veían aparecer a Yoko, la increpaban a gritos que se volviese a su país. Yoko era esa «japonesa fea»”, comenta el autor sobre lo que producía esta mujer que siempre ha recibido grandes cantidades de hate.
Se ha hablado mucho de ella, pero, ¿qué sabemos realmente de ella? Ahora sus memorias arrojan luz sobre su verdadera historia.
Te recomendamos
Los orígenes de Yoko Ono
Yoko Ono pertenece a la familia de Los Yasuda, una de las más ricas e influyentes de Japón desde el siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial. Su padre era directivo de un banco y un padre distante. Su madre era una mujer que presumía de padres poderosos y apariencia joven y que dedicaba poco tiempo a la crianza de sus hijos.

Yoko Ono, en una foto de estudio con sus padres, Isoko y Eisuke, en 1935, en San Francisco. / Michael Ochs Archives

Yoko Ono, en una foto de estudio con sus padres, Isoko y Eisuke, en 1935, en San Francisco. / Michael Ochs Archives
La situación cambió con la llegada de la guerra. Fue cuando Yoko, siendo una niña de 12 años, conoció lo que es vivir con falta de recursos. Conoció la pobreza y el rechazo de los que la consideraban una ricachona. Todo eso influyó posteriormente en sus creaciones.
Acabó la guerra y la situación no mejoró para ella. Yoko se convirtió en una adolescente deprimida que intentó quitarse la vida en varias ocasiones. Acabó encontrando refugio, precisamente, en el arte.
Recibió informaciones contradictorias de sus padres que, por un lado, la decían que podría hacer todo lo que se propusiese y, por otro, la aseguraban que si no optaba por esconder su inteligencia no encontraría un hombre que quisiese casarse con ella.
Pero lo consiguió. Se casó por primera vez con Toshi Ichiyanagi, un pianista que había tocado en la fiesta que años antes le habían organizado para conocer al que iba a ser su marido pactado. El hecho de que supusiera un disgusto para sus padres motivó, en parte, que tomara la decisión de casarse.
Estudió Filosofía y se sumergió en la creación. Yoko consideraba el sector artístico, y el arte en sí mismo, como elitista y despegado de la realidad de la gran mayoría de las personas. Involucró al espectador en su arte no solo como observador sino también como participante.
En 1963 nació su hija, Kyoko Ono Cox. Por aquel entonces, Yoko tenía 30 años y recientemente había intentado suicidarse, había sido ingresada en un hospital psiquiátrico, se había divorciado y casado por segunda vez, con Anthony Cox. No era el mejor momento para ser madre. No sería su relación definitiva.

Yoko Ono con su segundo marido, el productor de cine y promotor de jazz, Anthony Cox, junto a su hija, Kyoko Chan Cox (1965). / Keystone

Yoko Ono con su segundo marido, el productor de cine y promotor de jazz, Anthony Cox, junto a su hija, Kyoko Chan Cox (1965). / Keystone
Así comenzó su relación con John Lennon
Todavía tenía que llegar John Lennon al que conoció en una exposición en la que les presentó John Dunbar. Aunque algunos dijeron que ella le persiguió, él lo desmiente. De hecho, aseguran que, en aquel momento, ella no era consciente de la fama de The Beatles. La recomendaron que intentara convencerle para convertirse en su mecenas.
“La escena en la que yo me movía, la vanguardista, estaba llena de chicos que, como compositores, me resultaban extremadamente interesantes, pero que más allá de eso no sentía que me aportasen nada a nivel personal. No me aportaban nada en tanto que hombres, digamos. John desprendía energía, tenía fuerza, algo que yo percibí enseguida”, asegura Yoko.
“El día en que conocí a John en Indica, yo estaba en un momento en el que me decía que estaba demasiado ocupada para pensar en los hombres. Era tan cínica que, cuando vi a John y me di cuenta de lo atractivo que era, pensé “mira tú por donde”... pero nada más”, recuerda ahora.
Su relación fue evolucionando, siempre con el arte como punto de conexión. Fue en 1967 cuando ella acudió a la primera grabación del grupo. Estaban liados con The Fool On The Hill. Nunca les hizo gracia tenerla por allí.
“Había días en que él me llamaba sin ganas de hablar — recuerda Yoko —. Me saludaba y después se quedaba en silencio. Yo tampoco estaba por aquel entonces especialmente habladora. Algunas llamadas fueron básicamente largos silencios”, podemos leer en la biografía en la que se asegura que la intención de Yoko no era iniciar una relación.
Las llamadas se volvieron más frecuentes después de que ella aceptara la invitación de ir a su casa de Kentwood. Ambos estaban casados, pero frustrados en sus matrimonios y encontraron un alivio en sus conversaciones sobre arte, política, música, filosofía, libros…
Él hizo su viaje a India que le hizo entrar en una de sus etapas más experimentales y se dio cuenta de que si durante ese distanciamiento no había logrado sacarla de su cabeza es porque estaba enamorado. A su vuelta, un año y medio después de conocerse, la invitó a su casa donde le enseñó lo que había compuesto. Es misma noche, tomaron ácido, grabaron juntos e hicieron el amor. Inmediatamente se dio cuenta de que su matrimonio había acabado.
Solo dos semanas después, ya Yoko y John aparecieron como pareja y muchos hablaron de ella como una rompe hogares. “Nadie se planteó el otro ángulo: que también era posible que John hubiese roto “mi” hogar”, señaló ella.

John Lennon y Yoko Ono, protegidos por la policía en la entrada del juzgado (1968). / Andrew Maclear

John Lennon y Yoko Ono, protegidos por la policía en la entrada del juzgado (1968). / Andrew Maclear
Así comenzó una relación que convirtió a Yoko en la mala de la historia. Ahora podemos conocer cómo fue y es esta mujer en unas memorias que no dejan ningún aspecto de su vida de lado.