Esta es la planta más peligrosa del mundo: si la tocas, el dolor dura semanas
Originario de Australia, el Dendrocnide moroides parece inofensivo… pero no lo es en absoluto.

El Dendrocnide moroides parece una planta normal. / Wendy Townrow
Australia es un paraíso. Un lugar donde la naturaleza está presente en cada esquina, y donde las especies animales y vegetales se han desarrollado de una manera completamente distinta a como lo han hecho en el resto del planeta. Por ello, es fácil encontrar allí especies únicas. También, amenazantes como ninguna otra: animales como la serpiente taipan, la araña de Sidney, la avispa de mar o la serpiente dubois pueden presumir de figurar entre los más peligrosos del planeta. Pero, ¿y si te decimos que entre las especies más venenosas también hay algunas del reino vegetal?
Ese es precisamente el caso del árbol gigante australiano, cuyo nombre científico es Dendrocnide moroides, y al que los australianos conocen como Gympie-Gympie, en honor al pueblo minero del estado de Queensland donde fue identificado por primera vez. Pero su simpático nombre, así como su aspecto aparentemente inofensivo, no debe llevar a engaño: es venenosa como pocas plantas en el planeta. De hecho, otro de los apelativos con el que es conocido es “el aguijón del suicidio”. Y no es difícil imaginar por qué.
Basta con tocar la hoja de uno de estos árboles para entenderlo. Sus pelos urticantes, que cubren toda la planta, se rompen al ser tocados e introducen en la piel una potente neurotoxina. El resultado es un dolor extremo, comparable al de la picadura del más venenoso de los insectos, que puede durar días, semanas e incluso meses. Y si se frota es aún peor, pues los pelos se introducen aún más en la piel.
Hojas en forma de corazón
¿Cómo identificarla? No parece sencillo. Se trata de una planta discreta, cuyo tamaño puede llegar a alcanzar los tres metros de altura, y con grandes hojas en forma de corazón que pueden medir hasta 60 centímetros de ancho. Toda ella, desde la raíz hasta las flores, está cubierta de un fino vello que, en realidad, son diminutos, suaves y venenosos pelillos.
Uno de los casos más llamativos de personas que sufrieron en sus propias carnes el tormento de cruzarse con Gympie-Gympie es el de Cyril Bromley, un soldado que cayó sobre una de estas plantas durante un entrenamiento militar en la Segunda Guerra Mundial. Bromley tuvo que ser inmovilizado en una cama de hospital durante tres semanas, sumido en un dolor tan extremo que decía estar volviéndose loco. Se sabe que otros soldados, ante lo insoportable del dolor, optaron por acabar con sus vidas.
Ese potencial llamó incluso la atención del ejército británico, cuyos mandos, al conocer los efectos de la planta, barajaron la posibilidad de utilizarla como arma biológica. Sin embargo, no existe documentación que certifique que tal plan fuera finalmente llevado a buen término.
¿Y qué le hace la planta al resto de animales? Algunos no sólo son inmunes a su picadura, sino que encuentran deliciosas las hojas que para los seres humanos representan una amenaza letal. Es el caso del escarabajo nocturno chrysomelid o el pequeño marsupial pademelon de patas rojas, para quienes el Gympie-Gympie es una gran fuente de alimento.