Dos récords, tope de AutoTune y una letra empoderada: así conquistó Cher el mundo con ‘Believe’
Sigue siendo el mayor éxito de la dilatada carrera de la cantante
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Cher, en concierto en Hamburgo (Alemania), en octubre de 1999. / ullstein bild
Probablemente no lo esperaba ni ella, pero a principios de marzo de 1999, cuando ya era una artista veterana (tenía 52 años), Cher consiguió el mayor éxito de su carrera con Believe,una canción de música de baile que mostraba un drástico giro en la evolución de una cantante que había sido hippie. Todavía hoy Believe se considera uno de los mejores temas de la década de los noventa y se rescata a menudo para reivindicar el empoderamiento femenino e incluso el orgullo gay.
Fue todo un hito, pues ese número uno —logrado tras dos meses de lentas subidas— hizo historia en la lista de Billboard, la convirtió en la artista femenina de más edad en alcanzar la primera posición con un sencillo y estableció un nuevo récord, pues nadie antes había abarcado tantos años entre su primer número uno, I got you, babe,de 1965, y el de Believe: 33 años y siete meses. Pero el tema se situó también en el puesto de honor de otros muchos países, incluidos Reino Unido, Australia, Canadá y España. En la lista de LOS40 llegó a lo más alto el 26 de diciembre de 1998, un poco antes incluso de que se desatara la locura mundial.
Pero ¿cómo Cher dio un viraje tan radical en su andadura con esta canción inusual en su repertorio? A finales de los noventa, en su discográfica no tenían claro cómo “vender” a una artista a quien casi todo el público relacionaba con la década de los sesenta y el movimiento hippie. En solitario o a dúo con su entonces marido, Sonny Bono, había firmado canciones que acompañaron a toda una generación en los días de paz, amor y flores en el pelo. Separada de Bono, había protagonizado después un agitado matrimonio con Gregg Allman (de Allman Brothers Band), acercándose entonces al rock sureño y adulto. En los noventa, los gustos iban en otras direcciones.
Rob Dickins, el director de su compañía, decidió probar suerte encaminando los pasos de Cher hacia la música de baile. Tenía sentido: el dance atravesaba una etapa de auge y el concepto de diva podía asociarse fácilmente a la cantante californiana, quien se vería así rejuvenecida. Mientras seleccionaba canciones para ese álbum que marcaría un antes y un después en su discografía, el directivo recibió la maqueta de Believe y no terminó de convencerle.
El tema, que llevaba un tiempo dando tumbos por muchos despachos, había sido escrito por un equipo de compositores entre quienes figuraban Brian Higgins y Timothy Powell, que acababan de conseguir un número uno con All I wanna do, para Danii Minogue. A Dickins le gustó el estribillo de Believe, no el resto, aunque animó a los autores ha seguir trabajando en ella con la ayuda de otros dos compositores. Finalmente entre todos dieron con la tecla buscada, e incluso Cher quedó maravillada con la pieza, a la que añadió unos versos para que la letra tuviera más fuerza (“Una chica puede estar triste en un verso, no en dos”, declaró más tarde).
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Si la canción era buena, la producción la mejoró. En el estudio, los responsables del sonido decidieron arriesgar y darle un toque aún más moderno al tema utilizando un programa en esos días novedoso llamado AutoTune. Empleado para afinar la voz sutilmente cuando el cantante no ha llegado a la nota deseada, los productores abusaron del programa, haciendo que el canto de Cher sonase como de otra galaxia. Como AutoTune apenas se conocía, llegó a hablarse del “efecto Cher”. La magia se había producido: Cher no solo actualizaba su música, sino que se colocaba en la vanguardia del pop electrónico y bailable.
La gruesa y prodigiosa voz de Cher y el vídeo de la canción, que la presentaba como una diva auténtica (exuberante y con un penacho plateado) en una discoteca rodeada de gente joven, hizo el resto. Visionarlo sigue produciendo una fresca alegría, lo que explica que Believe sea todavía un clásico infalible en cualquier fiesta.