El glaciar de Monte Perdido, emblema del Pirineo Aragonés, desaparecerá en diez años
Su reducción se ha ido acelerando de manera drástica a lo largo de los últimos años.
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El glaciar de Monte Perdido, en Huesca, agoniza. El cambio climático ha hecho que acabe de ser incorporado a la Global Glacier Casualty List (GGCL), un registro internacional que recoge glaciares desaparecidos en los últimos años, así como los que sufren daños irreversibles. Además del de Monte Perdido, la lista cuenta con otros 17 ubicados en Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Noruega, Italia, China, Georgia, Islandia, Tanzania, Argentina, Venezuela, Suiza, Colombia, Francia, Alemania o Nepal.
"Desde el año 2000, el calentamiento global ha provocado la desaparición de miles de glaciares en todo el mundo. Al principio, muchos eran pequeños, pero ahora estamos viendo el derretimiento de glaciares más grandes, muchos de ellos de vital importancia cultural, económica y ambiental para las comunidades humanas. Esta lista existe para recordar sus nombres y contar sus historias", han explicado los responsables de GGCL.
Se da la circunstancia de que este 2025 ha sido declarado el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares por parte de las Naciones Unidas. El objetivo de esta iniciativa es “frenar la pérdida de estos gigantes de hielo, elementos icónicos de la alta montaña y zonas polares" que se consideran vitales para garantizar "la biodiversidad y el equilibrio hídrico del planeta". Sin embargo, para el glaciar de Monte Perdido, ya es tarde.
Una historia de hielo
El glaciar de Monte Perdido es uno de los grandes símbolos del Pirineo Aragonés. Los primeros estudios de sus características fueron llevados a cabo Ramond de Carbonnières en el siglo XVIII, y durante el siglo XIX por expertos como Henry Russell, Franz Schrader, Célestine Passet y Lucien Briet. Gracias a ello, el glaciar está bien documentado con más de 80 registros de los siglos XIX y XX entre los que hay pinturas, mapas y fotografías.
A partir de la década de 1990, el retroceso del glaciar se aceleró de manera visible año a año. Entre 1984 y 2010 se redujo más del 30%. Desde 2011, cada otoño se realizan investigaciones de campo anuales a cargo de investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC). Los investigadores han descubierto que el glaciar continúa reduciéndose de manera constante.
Para conocer el origen de esta singular formación, la más extensa de los Pirineos tras los glaciares del Aneto, Maladeta y Ossoue, hay que retroceder unos 2.000 años de antigüedad, según los expertos. Esa edad significa que el glaciar sobrevivió a los períodos cálidos romano y medieval. Sin embargo, el actual contexto de cambio climático antropogénico parece haber sido demasiado para que continúe en pie.