Treinta años del día que Richey Edwards (Manic Street Preachers) desapareció de la faz de la tierra
Es uno de los sucesos más misteriosos de la historia del rock
En 1991, cuando se publicaban muchas revistas musicales en papel y yo las compraba, me causó atroz impacto una foto que apareció ese año en las páginas de New Musical Express: en ella se veía a Richey James Edwards, guitarrista de los aún emergentes Manic Street Preachers, mostrando su brazo izquierdo cubierto de heridas y sangre. Un periodista de esa publicación le había preguntado cuán auténtica era su música, y por toda respuesta Edwards agarró una cuchilla y rajó su antebrazo con las palabras “4 REAL” (“de verdad”). Seguramente es la respuesta más rara dada jamás en una entrevista, musical o no.
Se vio entonces que este galés nacido en 1967 no era un tipo normal. Las sospechas se confirmaron hace ahora treinta años, cuando el 1 de febrero de 1995 desapareció de la faz de la tierra. Se esfumó; se perdió todo su rastro. El caso sigue siendo uno de los más misteriosos de la historia del rock. Los Preachers ya eran un grupo de éxito, habían publicado tres discos —dos de ellos habían estado entre los diez más vendidos en Reino Unido—, y puede que él estuviera algo tocado; pero ¿quién no lo está en este loco mundillo? Y así y todo, ¿tanto como para borrarse del mapa y que nunca lo encontraran?
No era Edwards un músico de talento. Uno de sus compañeros revelaría años después que en los tres discos en los que participó solo tocó la guitarra en dos canciones. En los inicios de la banda los había acompañado como ayudante y chófer, pero su labia y, sobre todo, su aspecto físico, de estética glam, les animó a dejar que se colgara el instrumento. Tenía un don, eso sí: la mayoría de las letras del grupo hasta la extraña volatilización de Edwards las escribió él. No obstante, padecía depresión e insomnio, que combatía con altas dosis de alcohol.
Aquel 1 de febrero él y el cantante del grupo, James Dean Bradfield, tenían pensado volar a Estados Unidos para promocionar The holy Bible, el disco que los Preachers acababan de publicar. Edwards salió por la mañana temprano del hotel de Londres donde se alojaba provisto solo de su cartera, las llaves del coche, algunos medicamentos y el pasaporte. Condujo en su propio coche en dirección a su casa de Cardiff, en Gales; dicen que lo vieron en los aledaños del puente Severn, que separa Inglaterra de Gales sobre el río del mismo nombre. Otros aseguraron que lo atisbaron en una parada de autobuses, mientras que un taxista mantuvo que lo llevó hasta una estación de servicio cerca de Severn.
Lo que se constató como evidencia es que el coche de Edwards apareció abandonado en esa gasolinera de Severn; en su interior había fotos del propio músico con su familia. El hecho de que el puente Severn sea localización favorita de muchos suicidas hizo sospechar que Edwards se habría quitado la vida arrojándose desde la elevada infraestructura. Pero su cuerpo no apareció. Años antes había hecho unas declaraciones en las que afirmaba que se consideraba “demasiado fuerte” como para suicidarse. Supuestos testigos dijeron haberse cruzado con él en Goa (India), en Fuerteventura y en Lanzarote. Pero nadie lo halló.
El suceso alcanzó propociones mitológicas, y en los años sucesivos los medios británicos publicaron reiterados reportajes sobre cómo podrían haber sido las últimas horas de Richey Edwards. Se han editado libros enteros al respecto, alguno en formato de novela. Trece años después, en 2008, y por petición de sus padres, fue declarado oficialmente muerto “con fecha de 1 de febrero de 1995 o posterior”. Manic Street Preachers siguieron su carrera sin él, como trío, y han llegado a publicar una docena de álbumes más. Este 2025 sacarán a la luz uno nuevo, Critical thinking.