Víctor Elías sobre buscar ayuda con sus adicciones: “Estaba faltando el respeto a mi pasión y a lo que me había salvado la vida: la música”

Relata su vida llena de dramas en '#YoSostenido' con la intención de normalizar ciertos temas

Víctor Elías. / Foto de Manolo Pavón cedida por Marea Global

Víctor Elías entró en nuestras casas siendo tan solo un niño como parte de la familia de Los Serrano. Era uno de los jovencitos que se enamoraba, tanto en la ficción como en la vida real, de Natalia Sánchez Molina, Teté. Ahora son grandes amigos y es una sus personas imprescindibles como cuenta en #YoSostenido, el libro que relata su historia de vida y que ya habíamos podido ver en formato monólogo en el teatro.

Una historia repleta de dramas, pero también de esperanza. Hijo de padres adictos, acabó denunciando a su madre y viviendo con sus tíos cuando era solo un adolescente. Pero lejos de vivirlo como un drama absoluto, se queda con lo bueno y los valores que aprendió de sus progenitores que ya fallecieron.

Por mucho que lo viviera en casa, él no evitó caer también en las adicciones, pero ver que esa actitud le estaba afectando en su pasión por la música le hizo tomar cartas en el asunto. Ahora comparte su testimonio para intentar normalizar esta enfermedad mental sobre la que todavía da vergüenza hablar.

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Es valiente, generoso y muy sincero en este relato lleno de altos y bajos, pero repleto de amor también. Por supuesto, no falta el de Ana Guerra con la que se casaba el pasado 31 de octubre. De todo esto hemos hablado con él que, de entrada, se encontraba un poco reticente por algunos titulares que había leído sobre este lanzamiento y que le tenían un poco decepcionado.

Pregunta: Has entregado tu vida en este libro y es tan azarosa que hay muchos temas que podríamos tratar, pero, para empezar, ¿feliz con la acogida?

Respuesta: Sí, la verdad que sí. Estoy muy feliz. Siempre surgen ciertos miedos cuando te abres tanto y no todo el mundo transcribe el libro igual respecto a las noticias, pero es algo a lo que te enfrentas y, a la vez, es una felicidad porque ya me están empezando a llegar mensajes de gente que se lo ha leído.

P: Por lo que veo hay algún titular que te ha disgustado.

R: Hay unos cuantos que no me han gustado, pero entiendo que al final hay que ir al sensacionalismo.

P: #Yo Sostenido, al principio pensé que tenía que ver con algo de solfeo, pero he entendido que tiene que ver con la gente que te apoya y te sostiene en la vida. En eso has tenido suerte, ¿no?

R: Mucha, de hecho, yo siempre digo que he podido escribir este libro desde un lugar afortunado, de mucha suerte y de mucho agradecimiento porque he pasado mucho que ha pasado o está pasando mucha gente, pero con la fortuna inmensa de tener una cara B como era la serie, de tener una pasión como era la música, con muchas pinceladas de suerte y agradecimiento.

P: Vi la obra de teatro, pero el libro va más allá y ahonda un poco más en los temas delicados de tu vida… ¿qué sentiste cuando lo leíste del tirón por primera vez?

R: Me daba la sensación de que no era mi vida. Una vez más desde la suerte. Yo le decía a Pablo, la persona que escribió conmigo, ‘no tengo la sensación de haberlo vivido tan triste o tan duro’ y me decía, ‘no hemos puesto otras palabras que no hayan sido las tuyas’. Ha sido un proceso que me ha ayudado mucho a normalizar, aceptar y a recordar de dónde vengo para poder agradecer todo esto.

P: Al final ha sido una terapia que te ha obligado a ser sincero para que resultara efectiva, ¿cuál ha sido el capítulo que más te ha removido al enfrentarte a él?

R: El de mis padres, sin duda, porque remueves en las carencias que has podido tener y no deja de ser un inventario de carencias, aunque a la vez es un inventario de cosas buenas porque recuerdo lo afortunado que he sido de tener unos padres con estas pasiones y con estos valores. Y luego, porque como insisto en hacer hincapié esto es mi historia y mi testimonio de cómo yo lo cuento, porque ellos no están para defenderse y seguramente si estuvieran habría cosas que las contarían de otra forma porque cada uno lo vive de una forma distintas. Por eso fue el capítulo que más costó porque, al final, intentas no faltar al respeto, pero contar bien la historia y lo que me ocurrió. Y todo el rato pensando en cómo lo hubieran vivido ellos.

Intento que dejemos de señalar estos problemas como si fueran algo por lo que llevarnos las manos a la cabeza porque están a la orden del día. Es un problema que incluyo en el grupo de enfermedades mentales, lo que pasa que como tiene una parte recreativa, se le da menos importancia.

P: “La vida es una y es nuestra decisión elegir quiénes queremos ser”. ¿De verdad crees que tú lo has elegido?

R: Sí, claro que sí. Las circunstancias te hacen llevar un camino, pero la última decisión, en la mayoría de los casos la tenemos nosotros. Y hablo todo el rato a nivel personal. en mi caso tuve el poder de decisión de poder irme a vivir con mis tíos, luego tuve el poder de cambiar de profesión y tener la inmensa fortuna de que me fuera bien. Y en última instancia he tenido el poder de decisión de poder rendirme ante lo que era consciente de que era un problema que había azotado no solo mi familia sino a mí también. Quizás esta última es la decisión más complicada de tomar porque con este libro también intento que dejemos de señalar estos problemas como si fueran algo por lo que llevarnos las manos a la cabeza porque están a la orden del día. Es un problema que incluyo en el grupo de enfermedades mentales, lo que pasa que como tiene una parte recreativa, se le da menos importancia. Ahí la decisión es más complicada porque la gente te señala mucho cuando tomas esa decisión y nosotros mismos nos avergonzamos mucho de decir que tenemos un problema con algo porque vivimos en una sociedad en la que tomarse una cerveza está bien, no es un problema y si no bebes te preguntas qué haces, ¿te aburres todo el día? El día que normalicemos esto, la gente se ahorrará muchos años de sufrimiento porque los adictos se pasan los últimos años consumiendo es por el miedo a decirlo.

El problema es social, es nuestro, estamos todo el día juzgando y señalando y depositando todas estas expectativas sobre los demás y esperando cumplir esas expectativas que los demás tienen sobre nosotros. Así es imposible ser libre.

P: ¿Qué te rechina más: ‘niño prodigio’ o ‘juguete roto’?

R: Las dos me rechinan mucho, jajaja, son dos etiquetas que como bien digo en el libro, deberíamos de dejar de usar. Por un lado, la de niño prodigio es una de las más usadas, y no solo por lo que engloba el término, sino que es algo que pasa mucho con la gente, que cuando dices algo tan apabullantemente característico y que te señala tanto, ya estás encorsetando a la gente y de ahí es de donde nace el juguete roto. Yo parto de la tele y de que no me he sentido juguete roto. Juguete roto también es el niño que ha jugado al fútbol toda su vida y después decide ser abogado y todo el mundo le dice, tenías que haber sido futbolista. Juguete roto también es el adulto que ha sido abogado toda la vida y un día decide ser carpintero y todo el mundo le dice que con el dineral que ganabas en el despacho cómo lo has dejado. Juguetes rotos son todas estas personas y el problema es social, es nuestro, estamos todo el día juzgando y señalando y depositando todas estas expectativas sobre los demás y esperando cumplir esas expectativas que los demás tienen sobre nosotros. Así es imposible ser libre.

P: Y se juzga muchas veces sin tener la historia completa. Y una de las cosas que me llamaban la atención de tu libro es que hablas de tus padres y sus comportamientos y lo que había detrás de eso que puede explicarlo. Eran así porque habían vivido ciertas cosas, ¿se puede ser mejor hijo?

R: Si estoy intentando denunciar, entre comillas, que veamos más allá de la vida de los demás, el primero que tiene que hacer ese trabajo soy yo y de ahí viene un poco el perdón con el que he conseguido escribir esos capítulos.

P: Tu madre te enseñó a levantarte pasara lo que pasara y tu padre a sonreír e intentar hacer felices a los demás… Te has quedado con lo mejor de los dos.

R: Totalmente, me he quedado con la mejor parte de cada uno, aunque también digo algunas cosillas malas.

P: Lo tuyo es una vida de película con fantasmas y todo. ¿Has heredado las premoniciones de tu madre?

R: Las premoniciones como tal, no, pero es verdad que soy muy energético y no sabes si es una cosa porque lo has vivido o es realmente así. Aunque no, yo soy de los que piensan que es más creer para ver que ver para creer. Me considero una persona energética, me afecta mucho a veces la energía de la gente y eso me tiene muy conectado con ellos ahora. Creo que estoy más con mi madre, porque es la última que falleció, pero que la siento más cerca de mí ahora que en vida, siento que realmente ahora me cuida mucho más de lo que me cuidaba antes.

P: Tenías solo 13 años cuando denunciaste a tu madre, supongo que es algo difícil de asimilar, pero, hoy por hoy, ¿volverías a hacerlo?

R: Volvería a hacerlo en el convencimiento de que en ese momento es lo mejor. No lo asimilas, no eres muy consciente de lo que ocurre. La mente tiene un poder bastante poderoso y te disocia, más en mi casa, que disociaba entre personaje y persona. Hay cosas que las estoy asumiendo ahora.

P: Cuentas que sufriste bullying e hiciste bullying… ¿en cuál de las dos posturas sufriste más?

R: Yo creo que sufres mucho en las dos, por un lado, cuando eres la víctima, es innegable. Pero cuando lo haces es porque siempre hay algo detrás. Contar esa historia es para ver cómo la historia puede girar 180 grados y de ser la víctima pasar a ser el verdugo y pararnos a ver qué está pasando detrás de esa persona, no porque sea menos juzgable ni imputable, sino porque quizás hay algo detrás que le está llevando a actuar así. Yo soy de la opinión de que nadie nace malo. Seré ingenuo u optimista, creo que un niño no puede tener maldad, puede empezar a una edad muy temprana, pero no creo que se nazca malo.

Yo si tuviera un hijo intentaría todos los días de darle la oportunidad de ser libre y que hiciera lo que le gusta y decirle que no pasa absolutamente nada por cambiar mil veces de profesión y de vida.

P: Un niño que se crio en escenarios y platós, ¿te gustaría para un futuro hijo tuyo?

R: No me importaría que lo hiciera porque como bien digo en el libro mi problema no ha sido estar en los platós, ni la gente que tenía alrededor, ni las leyes del trabajo, no he sido un niño explotado. Un poco el problema viene por la sociedad. Yo si tuviera un hijo intentaría todos los días de darle la oportunidad de ser libre y que hiciera lo que le gusta y decirle que no pasa absolutamente nada por cambiar mil veces de profesión y de vida e intentar advertirle que va a haber mucha gente que espere que haga lo mismo toda la vida, pero que no tiene por qué.

P: Con solo 8 años te pidieron un autógrafo, pero, ¿cuándo fuiste consciente de lo que realmente significaba eso?

R: Con unos 14. Tuvimos la suerte con Los Serrano de que el crecimiento fue muy paulatino. Esto hoy en día con las redes sociales, por desgracia, no pasa. Nos daba tiempo cada día para prepararnos para lo que iba viniendo. Cuando acabó la primera temporada sabíamos que le gustaba la gente, pero los adolescentes cuando pudimos darnos cuenta había pasado ya un año o año y medio porque era muy poco a poco. El problema que hay ahora es que de la noche a la mañana un capítulo de Netflix se ve en todos los lugares del mundo y te suben los seguidores. Y hay una distopía porque ven que tienen dos millones de seguidores, pero salen a la calle y no lo conoce nadie. Es más complicado de gestionar ahora.

P: Menos mal que no te tocó vivir el boom de Los Serrano con redes sociales por medio, ¿no?

R: Fuimos muy afortunados porque, además, nosotros llegábamos a casa y se acababa. Ahora llegas a casa y no se acaba, ni lo bueno ni lo malo, ese es el problema que tenemos con las redes sociales.

P: Hablas de varias familias, la biológica, la de adopción y la que formaste en la serie, pero, ¿qué cambiarías de esa época aparte del final de la serie?

R: Yo el final de la serie no lo cambiaría, jajaja, a nosotros nos encantó y lo pasamos muy bien. No cambiaría nada de esa época, todo me ha traído a hoy.

P: Reconoces que la actuación y la música son profesiones de egos y tú lidias con las dos, ¿es más duro convivir con el propio o con el de los demás?

R: Con el propio porque ese no se acaba. Aunque a veces yo he pecado quizás de lo contrario, de tener un exceso de querer agradar y de querer cumplir las expectativas de los demás y eso quizás haya hecho que mi ego se merme. Hay que encontrar un equilibrio, no creo que el ego sea una cosa negativa si está normalizado, es lo que te permite en un momento dado hacerte valer, lo que te permite, cuando lo tienes bajito, seguir aprendiendo de los demás. Es negativo el egocentrismo, eso sí, pero no el ego.

Creo que el problema está en la normalización social que hay de beber y de pensar que lo único malo es la cocaína y la heroína, y pensar que con los porros no pasa nada, que con el alcohol no pasa nada.

P: Fumabas con 9 años, aunque no caíste en adicciones más serias hasta los 20 y hablas abiertamente de eso, algo que hace unos años hubiera resultado todo un escándalo. ¿Estamos entendiendo que normalizar esta enfermedad puede ayudar a muchos?

R: Con 9 años le di unas caladas a un cigarrito. Estamos empezando a normalizar las enfermedades mentales, se empieza a hablar de la depresión, de la ansiedad y estas cosas. Esta rama de la salud mental, en concreto, todavía no mucho. La empezamos a ver, pero creo que todavía se señala y a la vista está en los titulares. No puedo decirte que se está normalizando porque te mentiría. Creo que estamos entrando en el momento de normalizarlo, pero todavía nos queda mucho trabajo. La pandemia nos hizo a todos parar, observarnos y poder ver cuadros depresivos y poder normalizar esa parte. Pero nos tenemos que atrever a dar el salto de contar que tenemos un problema, no hablo públicamente, sino de contárselo a alguien, ahí es cuando estará normalizado. Creo que el problema está en la normalización social que hay de beber y de pensar que lo único malo es la cocaína y la heroína, y pensar que con los porros no pasa nada, que con el alcohol no pasa nada. Cuando empecemos a ver el alcohol como vemos últimamente los hidratos de carbono… ¿sabes? No puede ser que ahora comer pan sea malísimo, pero tomarte una cerveza todas las mañanas no pasa nada. No es normal que digas que te comes dos donuts al día y te digan que eso es malísimo, pero luego hablas con todo el mundo y dicen que beben lo normal, dos cervecitas al día. No, lo normal es no beber y a partir de ahí empezamos a hablar.

P: “Probarlo esporádicamente no te convierte en adicto”, es una de las frases que escribes en el libro y que muchos se repiten muy a menudo, ¿no?

R: He visto con los años que es así. Tengo algún colega que consume y su cabeza está bien amueblada y es capaz de hacerlo con el supuesto control que cree tener. Al final, ser adicto y tener una adicción a sustancias, sexo, comida, redes sociales o lo que sea, es la puntita del iceberg del problema. El problema es que no sabemos ver, sobre todo los más jóvenes, si ese problema ya está viniendo o no y de ahí es de donde, de la noche a la mañana, nacen los adictos. Parece que es eso de ‘se tomó una raya la noche que salió con Pepito y mírale está en la mierda’, pero, seguramente, mostró muchos síntomas antes.

P: Vives en un mundo con muchas tentaciones. Las hay en todos los lados, pero parece que en el mundo en el que tú te mueves está mucho más a mano. ¿Es un hándicap en tu recuperación?

R: No creo que sea verdad, en el grupo me he encontrado con mucha gente y las tentaciones nos las buscamos. ¿Qué pueda estar más normalizado que en otros sectores? Puede ser, pero al final el adicto se junta con gente que lo normaliza. Me gustaría preguntarle a un abogado o un médico, seguramente también te dirían que las guardias son muy duras y que mucha gente consume. Por desgracia está en todos los lados y tienes que renunciar a muchas cosas porque te rindes ante esto como el que es diabético que no puede tomar azúcar. El diabético no está todo el día en la pastelería mirando el escaparate. Te tienes rendir y decir, son las 12 de la noche y lo mismo me tengo que ir a casa antes, las discotecas para qué las voy a pisar si lo único que van a hacer es incitarme las ganas porque absolutamente todo el mundo en ese sitio consume. Cuando eres adicto también te puede provocar esas sensaciones no solo el hecho de estar en un sitio donde se bebe y consume sino el ver a alguien que es drogodependiente y vas a tender a ser igual. Es algo muy personal y subjetivo, los grupos de terapia lo que te ayudan es a ponerlo en común para poder aprender de los demás.

P: En muchos casos, esto de las adicciones tiene que ver con la autoestima, ¿cómo está la tuya ahora?

R: Ahora mismo bien, aunque estos días están siendo duros porque se crean muchas incógnitas, por lo mismo que digo en el libro, sigue pasando, lo que pasa es que ahora lo reconozco y lo veo venir desde antes, pero se quedan muchos miedos, muchas incógnitas. No voy a poder hablar con cada persona que se vaya a leer el libro para saber qué ha pensado que es lo que a mi cabeza adicta le gustaría. Pero bien, contento.

P: No se puede ayudar al que no se quiere dejar ayudar. Me ha faltado saber qué te animó a ti a dar el paso de enfrentarte a este problema.

R: Me di cuenta de que estaba faltando el respeto a mi pasión y a lo que me había salvado la vida: la música. Empecé a faltar el respeto a la profesión, se me estaba escapando la música entre los dedos. No era capaz de ser consciente de lo afortunadísimo que era.

P: Hablas de varios amores, pero solo das el nombre de dos. Por un lado, Natalia Sánchez, Teté, que es más que una ex, ¿habló en tu boda?

R: Sí, es familia.

P: 320 invitados, ¿los pudiste saludar a todos?

R: Saludé a todos, una vez, muy grande, se nos fue de las manos. Fue muy bonito estar con gente que estaba allí porque quería, hubo una energía como pocas veces se consigue.

P: Ana cantó sus votos y lo escucharemos en una futura canción, ¿lloraste?

R: Como un energúmeno, lloré desconsoladamente, no paré de llorar.

P: ¿Qué te dijo Ana cuando leyó el libro?

R: Una parte positiva de hacer este libro es saber que la persona que tengo al lado me acepta tal y como soy igual que yo la acepto a ella tal y como es. Evidentemente me ha apoyado todo el rato y cuando leyó el libro le encantó. El libro viene con un disco y cada canción lleva el título de un capítulo y ella ha estado en la producción y en la grabación.

P: Por supuesto hablas de tu gran pasión: la música o más bien el piano. Recuerdas aquellos tiempos de Santa Justa Klan, ¿qué sientes cuando ahora escuchas esas canciones?

R: Lo que era, sería muy osado por mi parte juzgar algo que funcionó tan bien. Estaba muy bien hecho, muy bien pensado para la época y lo que era y el público que era.

P: Llevas una mariposa tatuada por la canción de Pablo López, en un duelo de pianistas, ¿habría vencedor?

R: Ganaría él, seguro. Yo le admiro mucho. Ha sido increíble currar con él y, aparte, es amigo. No me atrevería a decir que ganaría yo porque le admiro demasiado.

P: Hablas de La Llamada de Los Javis y de tu papel como director musical de giras y galas, ¿esa es tu meta o aspiras a estar en primera línea como artista principal?

R: Mi meta es en la que estoy. Me encanta el puesto que desempeño ahora mismo y me gusta mucho esta parte de estar un poquito detrás, pero cubriendo todo lo que pueda.

Tengo la suerte de tener un altavoz para poder contar mi vida, pero es un testimonio más, una forma de normalizar.

P: Si estuviera en tus manos, ¿la gira de qué artista a día de hoy te gustaría tener en tus manos?

R: Hay dos artistas a los que admiro mucho y les tengo mucho respeto que son Vanesa Martín, que le tengo mucho respeto a su música y Pablo Alborán. Y Alejandro Sanz, claro. Al final es por el artista, por lo que me gusta y por lo que me gustan sus pianistas y sus directores musicales. Siempre digo que me gustaría trabajar con estos artistas, pero porque me gustaría trabajar con sus directores musicales, ser el que va a lado de ellos.

P: ¿Qué no te gustaría que pasara desapercibido de este libro?

R: El poder perdonar y el hecho de que la historia, en el fondo, es una historia alegre. Es un testimonio más, no es un libro de autoayuda, no pretendo dar lecciones morales a nadie. Tengo la suerte de tener un altavoz para poder contar mi vida, pero es un testimonio más, una forma de normalizar.

P: ¿Te has arrepentido en algún momento de sacarlo a la luz?

R: No arrepentirme como tal, pero durante algunos días sí he pensado que me podía haber ahorrado algún capítulo. Pero entonces no estaría siendo sincero ni con el lector ni conmigo y no tendría sentido por qué valoro tanto lo que tengo ahora. Pero por el sensacionalismo, no porque yo lo haya pensado. Pero luego rápido el chip cambia. La historia la podía haber contado de otra manera más sencilla, con la constancia y las ganas de luchar por la música y lo conseguí y eso hubiera sido el libro. Pero cuando me pongo a decir que este es el mejor momento de mi vida, qué afortunado soy por haber encontrado a la mujer de mi vida, podría ser como, vale tío, ¿por qué lo tienes tan claro? No hubiera sido una historia veraz. Me alegro tanto de haberlo contado todo y me siento tan liberado ahora que ya está.

P: Para acabar, a día de hoy y poniéndome en el papel de tu tía (quien lea el libro lo entenderá) ¿cuál es tu porcentaje?

R: Jajaja… no sé, 85%.

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