25 años sin Enrique Urquijo: el genio que nos dejó pero sigue emocionándonos con sus canciones
El 17 de noviembre de 1999 apareció sin vida. Tenía 39 años
Con él se fue mucho más que un músico. Enrique Urquijo, líder de Los Secretos y de Los Problemas, conectó con sus canciones con toda una generación, que se vio reflejada en sus melodías bonitas, sus letras sencillas pero que tocaban el alma con su profunda tristeza y con ese aire como desvalido que tocaba la fibra del seguidor más frío. Efectivamente, fue más que un músico; fue una leyenda. Falleció, pero nació un mito.
El 17 de noviembre de 1999, hace exactamente veinticinco años, muchos recibimos sobrecogidos la noticia de que su cuerpo sin vida había aparecido en un portal de la calle Espíritu Santo, en Madrid. Había ocurrido: aquello que temíamos, en base a lo que sabíamos de su volátil estilo de vida, se había producido. Parece increíble ahora, pero solo tenía 39 años. Desde entonces, cada 17 de noviembre, fans de Enrique Urquijo se reúnen por toda España para celebrar, escuchar y cantar sus canciones, aquellas que los acompañaron en su juventud; que forman parte de su banda sonora más íntima.
Escribí la biografía de Enrique Urquijo, publicada por primera vez en 2005. Se han lanzado cuatro ediciones hasta la fecha. Para algunos (especialmente para sus seguidores, pero no solo) soy y seré siempre el tipo que escribió el libro sobre Enrique. Conozco sus pasos, y la intensa conexión entre su vida y su obra. El músico madrileño no es que escribiera canciones hermosas sobre pérdida y amargura: plasmaba en sus letras cómo se sentía después de rupturas y decepciones, motivadas, en la mayoría de casos, por las adicciones que arrastró prácticamente desde que comenzó a tener éxito con Los Secretos en 1980.
Las chicas se enamoraban perdidamente de él; con varias inició relación de noviazgo. Lo querían, lo ayudaban, pero llegaba un punto en que se veían sumidas en la desesperación. No podían más y seguían otro camino, lo que provocaba un brutal desgarro en el corazón del frágil Enrique. De esas separaciones nacieron temas inolvidables como Quiero beber hasta perder el control, La calle del olvido u Hoy la vi, una de las últimas que compuso, inspirada en el momento en que se cruzó casualmente con la que había sido su primer amor, Eloísa. Ella no lo sabía y fui yo quien se lo dijo.
El amor a su hija
También cantaba a las relaciones pasajeras, algunas frustradas, como Ojos de gata, prima hermana de Y nos dieron las diez, de Joaquín Sabina. La diferencia es que mientras Sabina saca pecho de su fácil triunfo amoroso, Urquijo se regodea en el desencanto cuando se queda dormido en la barra del bar. Y dedicó piezas a su hija, como Agárrate a mí, María, lacrimosa oda en la que trata de aferrarse al amor a la niña para hacer frente a sus problemas (“Estoy metido metido en un lío y no sé cómo salir, me buscan unos amigos por algo que no cumplí”, empieza la letra).
Unos problemas que dieron nombre a su grupo paralelo, con el que demostró su talento para otra actividad: aunque escribía para esta banda, Los Problemas destacaron por sus versiones, de todo tipo de estilos, que ponían de relieve a un Enrique Urquijo más intérprete que compositor, capaz de llevar a su terreno rancheras, boleros y canciones de amigos de la movida madrileña.
Sería injusto afirmar que Urquijo fue otro genio perdido de aquellos años. Aunque no fue el único que nos dejó, no fue “otro”. Fue alguien único, especial y tremendamente querido por el público. Los Secretos siguen adelante, y en mi modesta opinión, si bien las canciones de Enrique pueden seguir siendo escuchadas en directo por boca de su hermano, no es lo mismo. Y, a pesar de todo, esa es la única parte buena de la historia: que en cierto modo Enrique Urquijo no se ha ido; sigue ahí, a través de sus canciones rebosantes de dolor y emoción.
Miguel Ángel Bargueño
Es periodista y escritor: ha publicado varios libros sobre música. Aterrizó en el universo de LOS40...