La cruzada de Michael Jackson contra el racismo en la música: “Es muy, muy, muy diabólico”, dijo de Mottola
Sus manifestaciones por los derechos de los artistas negros se pusieron en duda
Michael Jackson / Mark Mainz
El verano de 2002 fue especialmente caliente para Michael Jackson. Decidió salir de su reclusión en Neverland para encabezar manifestaciones y liderar discursos contra el racismo en la industria musical americana. Les acusaba de robar y engañar, especialmente a artistas negros. Dirigía sus ataques más crueles a su discográfica, Sony Music, y a su presidente, Tommy Mottola. Del ex marido de Mariah Carey dijo: “Es mezquino, es racista, y es muy, muy, muy diabólico”.
El origen de todo era 'Invincible' (2001), su décimo álbum de estudio y el último que publicó antes de fallecer en 2009. Su creación había sido cara y laboriosa. Trabajaron diez productores y más de 100 músicos. Su coste superó los 30 millones de dólares. A día de hoy, sigue siendo el álbum más caro que se ha hecho jamás. Jackson se negó a presentarlo en directo, hizo pocas apariciones públicas y pocas entrevistas. En Julio de 2002, ocho meses después de lanzarlo, Sony decidió abruptamente no hacer más promoción. Antes, Michael ya había comunicado que se marchaba de la compañía. La guerra había empezado.
El 15 de Junio de 2002, Jackson encabezó una protesta en Londres, a las afueras de la sede central de Sony. Llegó subido a un autobús descubierto. Denunció que su sello le intentaba sabotear. “Tommy Mottola es un diablo", manifestó. En ese momento, no abordó ningún aspecto relacionado con el racismo y se limitó a remarcar sus problemas con su discográfica. En un evento con su club de fans, declaró: "Soy propietario de la mitad de Sony y me marcho y ellos están muy enfadados conmigo... y la forma que tienen de vengarse es destruir mi álbum”.
Pocos días después, en un giro de guion, convirtió su protesta en una campaña contra el racismo en la música. Michael fue el principal activista por la ‘Igualdad para los Negros en el Mundo Musical’. El 6 de Julio de 2002, se unió al líder de derechos civiles Al Sharpton y subido al escenario de National Action Network en Harlem, declaró: “Realmente, las compañías de discos conspiran contra los artistas”, dijo ante una audiencia de 350 personas. “Ellos roban, ellos engañan, ellos hacen lo que quieren hacer. Especialmente contra los artistas negros”. Y en una amarga crítica a su sello, afirmó que el presidente de Sony, Tommy Mottola… “Es mezquino, es racista, y es muy, muy, muy diabólico… Y no puedo soportar eso. No está bien”. El 9 de Julio, por tercera vez en menos de un mes, Jackson fustigó de nuevo a la industria discográfica.
El cantante hizo una serie de apariciones inesperadas por Manhattan subido en un autobús descubierto y protestando ante las oficinas centrales de Sony. Ondeaba una pancarta hecha a mano que representaba a Mottola como el Diablo. Protegido por un ayudante que sostenía el paraguas, Jackson, de pie en la cubierta superior del bus, se dirigió a unos 200 fans: "Cuando luchas por mí, estás luchando por toda la gente negra, muerta y viva”.
Michael Jackson en la manifestación a las puertas de Sony Music Entertainment el 2002 / Mark Mainz
La respuesta de Sony llegó en forma de comunicado. Calificaba las acusaciones de Michael de “ridículas, rencorosas, hirientes e infundadas” y daba a entender que reflejaban la indudable frustración del propio Jackson por la disminución en las ventas de su trabajo. Insinuaba que, de forma cínica, había unido sus intereses contractuales con la causa de los derechos civiles. “Parece particularmente extraño que haya elegido lanzar un ataque injustificado y feo a un ejecutivo (Mottola) que ha impulsado su carrera”, añadía. La compañía estaba "consternada por el hecho de que Mr Jackson haya caído tan bajo en su constante búsqueda de publicidad”. Y sugería que el cantante estaba mentalmente inestable.
Sony alegaba haber gastado 25 millones de dólares en la promoción de ‘Invincible’, pero Jackson aseguraba que mentía. Él creía que el sello estaba saboteando deliberadamente el proyecto para asegurar que diera pérdidas, así los ejecutivos podrían intentar apoderarse del 50% que poseía del catálogo editorial de la compañía como pago por la deuda. El ex vicepresidente de Sony, Cory Rooney, diría posteriormente en una entrevista que Jackson había estado en lo cierto desde el principio.
La reacción en general de los medios fue severa hacia Michael. El Washington Post le acusó de “tirar de la carta del racismo” porque su carrera estaba “deslizándose hacia el abismo”. El New York Post publicó: “Jackson ha hecho millones y millones de dólares, pero ahora juega a la carta del racismo en un intento desesperado de abordar el declive de su popularidad y la peligrosa disminución de sus finanzas”. Incluso el activista Al Sharpton se distanció de él: “Conozco a Tommy desde hace quince o veinte años, y nunca le he escuchado diciendo o haciendo cualquier cosa que pudiera considerarse racista”.
La cruzada de Michael Jackson por los derechos de los artistas negros se puso en duda y no encontró respuesta en la comunidad afroamericana. Un ejecutivo negro de alto nivel decía en Billboard: "Podrías lanzar un dardo en la lista R&B y encontrar casi a cualquier artista con más resonancia en este tema que Michael Jackson".
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop
