Una banda de mujeres, una muñeca y muchos decibelios: Olivia Rodrigo arrasa en el Wizink Center de Madrid
La estadounidense completó ayer parte de su gira mundial 'GUTS World Tour' por España
Cuando llegas a un concierto y las canciones se convierten en gritos, ahí es. Y eso es precisamente lo que ocurrió durante la hora y media de concierto que dio Olivia Rodrigo en su paso por Madrid con su Guts World Tour, en donde demostró que es un fenómeno internacional que servirá como ejemplo a nuevas generaciones de artistas.
Con solo 21 años —la edad a la que muchos jóvenes estadounidenses ansían llegar porque es a la se te permite beber alcohol—, ella ya ha inaugurado su primera gira mundial. Un tour que ha permitido a sus fans gritar canciones (que ya han hecho suyas como si de una página de diario se tratase) de sus dos álbumes de color lila: Sour y Guts. Discos muy aplaudidos con los que ha conseguido quitarse la etiqueta de "promesa" y pasar a la de "nueva princesa del pop".
El éxito de Olivia puede intentar justificarse desde muchos caminos: gracias a Disney y la nostalgia que suponía a una generación entera que se recrease High School Musical en una serie, gracias a que Taylor Swift puso el ojo en ella, o gracias a todo un storytelling maravilloso de historias de amor y desamor con otros nuevos talentos asociados al universo Disney norteamericano. Pero todo esto queda en una memoria extraíble cuando descubres el tremendo talento de Olivia sobre el escenario: multi-instrumentista, afina sin que se le muevan las pestañas y pisa fuerte el escenario con unas Martens tan atemporales como su propia figura.
Olivia Rodrigo, una referente encima y debajo del escenario
Olivia es atemporal porque su modelo no es nuevo. Se repite generación tras generación, pero cada vez con otras cualidades: la nueva referente que necesitan las más jóvenes lleva una banda compuesta sólo por mujeres. No quiere decir que esté mejor que una compuesta solo por hombres o en la que haya mezcla, pero esto nos puede llevar a pensar que muchas niñas se verán más reflejadas que otras veces en lo que ocurra sobre un escenario. Algo que muchas de mi generación vimos un poco más inaccesible si teníamos que tocar un instrumento y no aspirar a ser la diva principal.
Es curioso como en el concierto del Wizink Center de Madrid, uno de sus livies le regaló una muñeca con su aspecto, el arquetipo generacional de niña que juega con muñecas; con la peculiaridad de que ahora las muñecas son feministas y con las que no solo juegan las niñas.
Tampoco es casualidad que lxs livies vistan de morado, que haya consignas feministas y que se hable de los dramas que vive una chica con buenas letras. Unas que sirven para reconocer la comparación que nos hacemos entre mujeres desde hace siglos, pero con un intento de rectificar hacia la sororidad en medio del universo más norteamericano posible.
No en vano, también parte de los beneficios de sus dos shows en España, tanto en la capital como en Barcelona, han ido destinados en favor de las mujeres que han sido (y son) víctimas de violencia (en cualquiera de sus manifestaciones), y así "fortalecer las capacidades de nuestros miembros para que puedan apoyar a mujeres y niños que sufren violencia; abogar y hacer campaña por una mejor legislación y la implementación de la legislación existente para abordar y prevenir eficazmente la violencia contra las mujeres y por una financiación suficiente para los servicios especializados para mujeres; recopilar datos cruciales sobre los servicios especializados para mujeres en 46 países".
Sí, el concierto de Olivia Rodrigo es un show que cuenta con kiss cam, con una luna colgante —sobre la que se sienta Olivia a cantar dos de sus grandes baladones: logical y enough for you— y con un megáfono rojo a través del que la cantante incita a sus livies a gritar y a "echar las tripas" (spill your guts). Una sesión de terapia de casi dos horas, un safe place en el que no existe la feminista perfecta y en la que todas y todos reconocemos el drama amoroso como parte de nuestro crecimiento. Tenemos nuevos precedentes y Olivia está sentando uno. Larga vida a las livies.