El cambio climático está generando cucarachas mutantes
Los expertos advierten de que, con el aumento de las temperaturas, estos insectos se hacen más resistentes.
Sólo el hecho de nombrarlas hace que mucha gente sienta escalofríos. Y pese a ello, el 99% de las cucarachas son totalmente inofensivas para el ser humano, e incluso juegan un importante papel desde el punto de vista medioambiental, dado que incorporan nutrientes al medio ambiente, consumen materia orgánica y sus desechos sirven como fuente de alimentación a organismos microscópicos.
Pero las cucarachas están cambiando. Según ha alertado la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla), estos pequeños animales han sufrido "mutaciones genéticas aleatorias" que provocan que se vuelvan resistentes a los insecticidas, lo que complica aún más el control de sus plagas.
En lo que va de 2024 las incidencias de plagas de cucarachas se han incrementado un 33%
El motivo hay que buscarlo en el cambio climático. El marcado aumento de temperaturas está provocando que los ciclos biológicos de algunas especies se aceleren de manera muy significativa, lo que se traduce en un número mayor de reproducciones. Y eso, a su vez, en que se dispare su presencia en nuestras calles y, también, en nuestro hogares. Según un informe de la empresa de control de plagas Anticimex, en lo que va de 2024 las incidencias de plagas de cucarachas se han incrementado un 33%.
Alemanas o americanas
Existen, a grandes rasgos, cinco tipos de cucarachas en España: Blatella germanica, Blatta orientalis, Periplaneta americana, Supella longipalpa, Periplaneta australasiae. La primera de ellas, la conocida como cucaracha alemana, es la más habitual en nuestro país, y se caracteriza por su velocidad y su alta tasa de reproducción.
Todas las cucarachas tienen, eso sí, algo en común: su extraordinaria resistencia. De hecho, se dice que estos pequeños animales serían capaces de resistir a una bomba nuclear. En realidad, la explicación de su capacidad de supervivencia se explica gracias a su dieta nada exigente, ya que son capaces de alimentarse prácticamente de cualquier cosa, desde celulosa a madera o cualquier tipo de desperdicio, lo que hace que puedan vivir en cualquier lugar.
Por todo ello, y de cara a intentar controlar su presencia en casa, es importante extremar las medidas de higiene y evitar dejar restos de comida en el suelo, como migas. Además, conviene sellar bien los lugares por los que puedan acceder a la vivienda. Y, en caso de hacerlo, entrar en contacto con profesionales.