A Marieta le dan la oportunidad de recuperar su ropa interior en ‘Supervivientes’ a cambio de llevar taparrabos hasta el jueves
Playa Condena se somete al dilema de los dioses y conocemos sus penitencias y recompensas y nos deja momentos muy emotivos
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Marieta y Javier Ungría se someten al dilema de los dioses en 'Supervivientes'. / Mediaset
Supervivientes pone a prueba a los concursantes día sí y día también. Que se lo digan a Mario González y Claudia Martínez que han tenido que vivir un duro momento ante la sanción que le ha puesto la organización a él.
Este martes hemos visto en Tierra de Nadie cómo tenían que enfrentarse al dilema de los dioses. Laura Madrueño les planteaba una decisión complicada. Cada uno de ellos tenía delante dos propuestas, una de algo que querían mucho de manera individual, y otra que era bueno para el equipo. Para poder llevarse una de ellas, tenían que pagar una penitencia.
Abría la ronda Miri Pérez-Cabrero cuya penitencia era ser mayordomo de Playa Olimpo durante un día. Podía elegir entre su deseado pintalabios o cuatro latas de comida.
Aceptaba la penitencia y elegía las latas “porque tengo que pensar en mis compañeros y me da mucha pena, pero sería completamente imposible que yo estuviera en mi playa con mi pintalabios y sin comida para el resto”, decía rota y llena de lágrimas. Hasta a la presentadora le costaba no emocionarse.
La elección de Ángel Cristo
Le seguía Ángel Cristo cuya penitencia era vivir atado junto al que compañero que nominó, es decir, a Blanca Manchón. “No hay problema, tenemos muchos temas de conversación”, aseguraba.
Tuvo que decidir entre una llamada con Ana, su chica o tortitas y café durante cinco días para él y todos sus compañeros. “Ana, amor mío, lo siento mucho, elijo la comida para los compañeros”, decía, también entre lágrimas por la renuncia que estaba haciendo.
La elección de Gorka
El tercero fue Gorka Ibarguren. Su penitencia era una casi hecha a medida, pescar cinco peces en un día. Su dilema estaba en elegir entre un gran plato de pollo asado con patatas fritas que tendría que comerse él solo o la mantita de la hija de Javier Ungría que se dejó olvidada en la playa anterior.
“Este grupo estamos en un punto crítico, lo estamos pasando muy mal con la comida, comiendo arroz hidratado sin apenas cocinar, viendo cómo el otro grupo nos gana las pruebas y tener que estar mirando cómo comen, tenemos mucha hambre. Pero como líder que soy de este pedazo de grupo y esta gente tan maravillosa, me toca dar ejemplo esta semana. Puedo aguantar, estoy bien con los cocos, además, Miri y Ángel han tenido un gesto precioso de coger la comida y con eso puedo tirar”, empezaba diciendo y llegaban las lágrimas cuando hablaba de Javier.
“Javi es la persona que más me ha sorprendido en esta aventura, es una persona que no creía que iba a llevarme tan bien con él, pero me ha sorprendido y es el apoyo más grande que tengo. Sé que su hija es todo para él y voy a coger la toalla”, decía llorando.
Javier no tardaba nada en ir a abrazarle y llorar juntos. Así son las emociones de este concurso.
La elección de Blanca
Tras el drama vivido, le tocaba el turno a Blanca Manchón. Su penitencia era pasar un día a ciegas. Ella también lloraba al descubrir una foto familiar como una de las opciones. “Son mi familia, mis amores y mi vida entera”, aseguraba entre lágrimas.
La otra opción eran dos almohadas para compartir. No lo dudaba mucho y se quedaba con la foto.
La elección de Marieta y la de Javier Ungría
Marieta, que se llevó la alegría de la noche tras ser salvada de la expulsión, también tuvo su dilema y empezó conociendo su penitencia que era vivir vestida solo con un taparrabos hasta la gala del jueves. “He pasado de no tener bragas a no tener ropa”, decía la que fuera en su día concursante de La isla de las tentaciones.
Tras un poco de confusión tenía que escoger entre su ropa interior que se había quedado en la isla que tuvieron que evacuar o gafas de buceo con tubo para el equipo. Tras reconocer que “es bastante vergonzoso lo de las bragas”, escogió las gafas.
Solo quedaba Javier Ungría que descubría su penitencia, la única que quedaba, ceder su ración de comida de un día al otro equipo. Si lo hacía podía escoger entre su saco con todas sus pertenencias que se dejó olvidado en la otra playa o el ansiado fuego. Aceptó la penitencia y se quedó con el fuego por el bien de todo el equipo.
Una noche complicada con muchas decisiones. Quedó claro lo unido que está el grupo, que no come mucho, pero se mantiene unido y encuentran momentos de evasión grabando, por ejemplo, hasta videoclips.