“Renovables sí, pero no así”: ¿qué denuncian los ecologistas?
Numerosos colectivos denuncian que la transición energética no se está llevando a cabo de la manera más justa.
El castillo de Atienza, en la Sierra Norte de Guadalajara, es una fortificación imponente. Construida por los musulmanes entre los siglos XI y XII, desde lo más alto de su torre, a unos 1.200 metros sobre el nivel del mar, se divisa un horizonte casi infinito. Eso sí: mires donde mires, al final de esa línea siempre se ve lo mismo: molinos de viento. Gigantescos e interminables parques eólicos que han cambiado de manera sustancial el paisaje. Para muchos, arruinándolo para siempre.
“Somos partidarios de la transición ecológica, pero creemos que se puede hacer de una manera justa”, opina María, una vecina de la zona. ¿Sabes cuántos parques eólicos hay en la Comunidad de Madrid? Ninguno. Es decir: una vez más, el mundo rural, en este caso el de Castilla-La Mancha, se gestiona como mero productor de recursos para las grandes ciudades, sin tener en cuenta el impacto visual y medioambiental, ni lo que supone para la vida de los pueblos con los que luego nos llenamos la boca hablando de la España vaciada. Porque aquí, estos molinos no han dado puestos de trabajo: apenas han servido para enriquecer a los que tenían tierras”.
España cuenta con 1.345 parques eólicos en los que operan 22.042 aerogeneradores.
Atienza se encuentra a pocos kilómetros del límite con Soria, ya en Castilla y León. Se trata de la comunidad autónoma que cuenta con más parques eólicos de toda España: en total, 252. La propia Castilla-La Mancha no se queda atrás, y se sitúa como la tercera de España con un mayor número de estas instalaciones, 152, a poca distancia de la segunda, Galicia. España cuenta con 1.345 parques eólicos en los que operan 22.042 aerogeneradores. Sólo el año pasado se instalaron 400 más. La eólica es la principal fuente de energía autóctona de España, por delante de la hidráulica y la solar.
Para algunos como María, esta fiebre por el viento tiene un reverso cuestionable. En opinión de Javier Andaluz, responsable de cambio climático de Ecologistas en Acción, el problema viene de lejos. “La liberalización del mercado eléctrico que se llevó a cabo en los años 90 ha conformado un oligopolio en España: tenemos un montón de empresas que determinan cómo se está llevando a cabo la transición energética. Hace falta una planificación a nivel territorial que tenga en cuenta a la ciudadanía y que se lleve a cabo de manera participativa”.
Por una transición ciudadana
El resultado de ese oligopolio es, para Andaluz, que las grandes compañías “ponen en marcha proyectos basándose únicamente en sus propios intereses, lo que se traduce en un sobredimensionamiento de proyectos en determinados territorios. A eso hay que unirle la declaración de utilidad pública de las energías renovables, a menudo injustificada y que provoca expropiaciones en un entorno, el rural, que arrastra problemas como el abandono de las actividades tradicionales”.
"La grandes compañías ponen en marcha proyectos basándose en sus propios intereses"
Para el portavoz de Ecologistas en Acción, es urgente sustituir progresivamente las energías fósiles por las renovables, pero no vale todo. “Es importante apostar por las comunidades energéticas locales, así como por procesos más ciudadanos y participativos. Necesitamos afrontar el horizonte con una reducción del consumo energético y que el mix energético sea equilibrado en cuanto a las tecnologías”. Es decir: no apostar únicamente por la eólica, sino también por otras como la solar y la fotovoltaica.
Cae el sol en el castillo de Atienza. En el horizonte, la oscuridad apenas deja ver las aspas de los molinos de viento, pero sí las luces que se mantendrán encendidas toda la noche. “No hay manera de olvidarse de ellos”, lamenta María con cierta sorna. “Dicen que merece la pena y que es el precio que hay que pagar. Pero por algún motivo, lo pagamos siempre los mismos”.