Carlos Bardem convierte ‘Badaq’ en un alegato ecologista : “Estamos en una situación de pre-colapso de nuestro modo de vida y nuestra civilización”
Tiene claro que la esperanza está depositada en las nuevas generaciones
Carlos Bardem es una de las figuras destacada en la escena interpretativa de nuestro país como parte de una saga de renombre que incluye a Pilar y Javier Bardem. Todos ellos actores prolíficos, personajes públicos influyentes y políticamente posicionados y parte de una familia fuertemente unida. Tienen en común esa forma de hablar sin filtros que les confiere carácter y seguridad en sí mismos.
Y parte de ese carisma, Carlos lo plasma es sus libros. Badaq es la novela que acaba de lanzar, todo un alegato ecologista llevado al siglo XVI, pero perfectamente adaptable al siglo XXI. Porque el planeta está en crisis y es momento de tomar cartas en el asunto y él está convencido de que serán las nuevas generaciones las que nos salven. De hecho, les dedica su novela a sus sobrinos, los hijos de su hermano con Penélope Cruz.
Se mete en la piel de una hembra de rinoceronte que vive en época de colonización. La apresan y la trasladan desde las Indias a Madrid donde vive encerrada en un corral en pleno centro. Su visión como animal nos aporta una reflexión sobre la condición humana, un tema de especial interés para el autor con el que hemos podido hablar de naturaleza, tauromaquia o colonialismo.
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Lección de historia y reflexión sobre la condición humana, ¿cuál te gustaría que prevaleciera tras la lectura de tu novela?
Lo puedes tomar como una lección de historia para estudiar la condición humana. A mí el ejercicio historicista per se no me interesa demasiado, creo que está bien visitar la historia para explicarnos cómo hemos vivido y cómo vivimos. Yo vivo en mi tiempo, a mí me inquietan cosas como nuestra relación con la naturaleza, con los animales, por eso le doy voz a una rinoceronta y ella nos explica.
A veces el egocentrismo del ser humano es tan grande que es necesario tomar otra perspectiva, en este caso la de un rinoceronte, para darnos cuenta de cómo somos, ¿te ha costado tomar esa distancia?
Tomar esa distancia ha sido muy divertido en principio porque la novela empieza con un tono abiertamente cómico y luego evoluciona hacia otras cosas a medida que la trama va enfrentando a esta rinoceronta a una serie de situaciones trágicas o peligrosas. Darle voz a un animal lo que te permite como escritor es generar una distancia irónica, reducir al absurdo algo para acercarnos a la verdad. Si nos paramos a contemplar nuestros comportamientos en el siglo XVI o en el siglo XXI hay mucho de grotesco y de incomprensible en muchas de las cosas que hacemos, sobre todo en nuestra relación con la naturaleza y con los animales, pero también en nuestra relación con otros seres humanos. Esta badaq indonesia nos va a explicar lo que observa con estupor que hacen los monos sin pelo que es como llama a los humanos.
La historia de este rinoceronte parte de un hecho real, ¿cuándo tomas conciencia de este suceso?
Soy licenciado en historia y me gusta rebuscar en hechos históricos. Esta historia de la calle de la Abada, que va de la plaza del Carmen a Gran Vía, en Madrid, se llama así porque allí se encerró, en el siglo XVI, a una abada, que era el nombre antiguo del rinoceronte que viene del indonesio, badaq. Esta historia de qué hacía un rinoceronte en un corral en el centro de Madrid en el siglo XVI siempre me fascinó y creo que los autores son los temas los que nos eligen. Escribimos para intentar entender cosas que nos resultan incomprensibles y en este caso es la relación del humano con el planeta. Y esta novela es histórica, es fantástica, es una fábula, pero, sobre todo, es un alegato ecologista. En esta inquietud me venía a la cabeza la historia de este rinoceronte.
Me gustaba que al tiempo que le echaba una meadita a las glorias imperiales, descubrir que la relación entre hombre y naturaleza ha sido imperialista también, la esclavizamos, la agotamos, la asesinamos, sin darnos cuenta de que no hay un reemplazo.
Esa desconexión con la naturaleza de la que hablas la trasladas al siglo XVI, pero si miramos al siglo XXI, en realidad, no hemos cambiado mucho, ¿no?
Esta novela tiene varios temas, otro de ellos tiene que ver con que quería darles un repasito a las glorias imperiales. Ahora que vivimos una época de revisionismo y que hay mucha gente interesada en contarnos que eso de la conquista y el descubrimiento fue una cosa fabulosa y que les llevamos al Dios verdadero y la hispanidad fue una maravilla, explicar que todas las conquistas son procesos de saqueo y asesinato que se socializan. Todos los grandes descubrimientos empiezan por intereses económicos comerciales. Colón llega a América porque está buscando cómo competir comercialmente con Portugal en la ruta de las especias y se topa con un continente entero y lo conquistamos. Estos procesos son iguales en todas las conquistas, las decisiones las tomas las élites económicas y políticas de la época y lo que mandan son pobretones a acuchillar a otros pobretones al otro lado del planeta. Cuando pones la lupa en estos procesos ves que son trasladables a la relación del hombre con la naturaleza. Desde siempre, esta relación es de depredación y de saqueo, y de esclavitud. Hay toda una serie de pensadores que recorren la historia de la filosofía occidental argumentando por qué el hombre es la culminación de la creación y todo lo que hay en el planeta está a su servicio y carece de alma. Estas argumentaciones han construido nuestra relación con el planeta y pensamos que todo está ahí para ser consumido, para ser agotado. Al punto que nos ha llevado a la situación que vivimos ahora que es de absoluto enfrentamiento entre nuestro modelo de vida y la naturaleza. Modelo que más nos vale cambiar porque estamos en una situación de pre colapso de nuestro modo de vida y nuestra civilización porque esto es algo que seguirá dando vueltas al universo con nosotros o sin nosotros. Me gustaba que al tiempo que le echaba una meadita a las glorias imperiales, descubrir que la relación entre hombre y naturaleza ha sido imperialista también, la esclavizamos, la agotamos, la asesinamos, sin darnos cuenta de que no hay un reemplazo.
La ecoesperanza, son las nuevas generaciones que vienen con otra mentalidad y no van a transigir con cosas que nosotros hemos dejado que sucedan.
En tu dedicatoria escribes: “Para Leo y Luna, perdonad el planeta que os dejamos”, ¿arrepentirse es suficiente?
Arrepentirse no es suficiente, pero yo ya tengo 60 años y estoy en la edad de arrepentirme. Es para Leo y Luna, que son mis sobrinos. La gran esperanza, la ecoesperanza, son las nuevas generaciones que vienen con otra mentalidad y no van a transigir con cosas que nosotros hemos dejado que sucedan. Yo, por supuesto, en la parte que me toca, lo que me quede, haré todo lo posible para revertir esta situación de destrucción de lo natural.
¿Eso en qué se materializa?
Eso se materializa en una cosa muy interesante desde mi punto de vista. Yo siempre he sido un hombre de izquierdas, y tengo 60 años. Cuando era jovencito, y hablo por mí, equivocadamente pensaba que estos que decían ‘hay que salvar a las ballenas’ eran unos militantes burgueses y que la gran lucha era la lucha del proletariado y de las clases sociales, cosa que sigo pensando, pero hace años que me he dado cuenta de que no, de que la gran crítica, la enmienda a la totalidad de nuestro sistema sostenible es el ecologismo. La crítica radical más política al sistema global neoliberal es el ecologismo. Con esto quiero decir que el ecologismo es profundamente político y revolucionario, en el mejor sentido de las dos palabras. Ir a la compra con una bolsa de tela, o moverte por Madrid con una bicicleta eléctrica, o reducir el consumo de plástico, está muy bien y hay que hacerlo, pero no basta. El ecologismo tiene que ser una posición política y la acción ecologista más radical que se puede hacer en estos momentos es aprovechar los pocos mecanismos que nos da este sistema para intentar cambiarlo desde dentro, votando y llevando a las instituciones a gente que tenga un compromiso real, una preocupación real por este tipo de asuntos. Si vas en bicicleta eléctrica con una bolsa de tela, pero luego permites con tu voto, o con tu no ir a votar, que tu concejal de medio ambiente sea un señor de VOX o un señor del PP apoyando por VOX, da igual que hagas estas acciones cotidianas porque las políticas van a ser profundamente negacionistas. En la Comunidad de Madrid gobierna una señora que dice que el cambio climático es un invento comunista y que se para poniendo macetas en los balcones, eso es una locura.
Tu badaq señala que hemos perdido muchos instintos naturales, ¿a eso se le puede llamar progreso?
Me gusta mucho haberme llevado al siglo XVI esta crítica ecologista porque nuestro querer deshacernos de nuestra parte natural no es solo propio de las sociedades más desarrolladas, mas tecnológicas o más industriales. Es una pulsión que recorre la historia de la humanidad. Nuestra pretensión siempre ha sido separarnos de los animales. Cuando queremos hablar mal de una persona decimos que es una bestia. Hablamos de la animalidad como algo negativo, algo que está mal, poniendo siempre por encima algo que pensamos que nos es exclusivamente propio que es el raciocinio. Pero la racionalización extrema de ciertos procesos llevó al holocausto nazi, que es la racionalización de la muerte de manera industrial. Tendemos a sobrevalorarnos, a colocarnos por encima de lo que nos rodea para explotarlo mejor. No puedes esclavizar a alguien, no puedes industrializar la esclavitud animal sin despojarle de cualquier dignidad a ese animal. Badaq, cuando llega a Madrid se encuentra con que el divertimento principal es alancear toros.
Los toros bravos son herbívoros, lo de bravos se lo añadimos nosotros para facilitar mentalmente el proceso de torturarlos.
Ahí está tu crítica a la tauromaquia, un tema siempre muy polémico.
No puedes torturar a un animal para divertir a unos señores si no despojas de cualquier dignidad a ese animal y le construyes una imagen falsa. Como bien nos indica badaq, los toros bravos son herbívoros, lo de bravos se lo añadimos nosotros para facilitar mentalmente el proceso de torturarlos. Cualquiera que haya estado en una dehesa abierta, sabe que los toros no atacan a menos que los molestes, como cualquier animal. Pero en su instinto no está atacar. Para que ataque hay que encerrarle en un coso -esa palabra ya nos tendría que hacer pensar- y torturarlo, hacerle daño para que se defienda y se revuelva. Badaq nos da sus opiniones sobre qué procesos son necesarios para convertir a un pacífico ser herbívoro en un animal que ataca.
También hay reflexiones de badaq que menos mal que hemos superado y me refiero a la de que las hembras lo que tienen que hacer es dar vida.
Eso que parece una marichulada, hay que tener en cuenta que es una rinoceronta en edad fértil y que ella lo que tiene muy claro es que pertenece a algo mucho más grande que ella, un ser multiorgánico, pluricelular que es la naturaleza, que es la vida, que es el mundo y que su función, como hembra de rinoceronte, en ese momento es prolongar la vida. Alimentar cuando muera la vida de otros. Ser una pieza más en un ciclo infinito de vida. Es algo que también critica de los humanos, nosotros hemos intentado escapar siempre de esa percepción de ser simplemente -algo que para mí es absolutamente maravilloso- una pieza temporal de una maquinaria enorme de vida que es la naturaleza.
Manu Ríos ha escrito la novela El olor del miedo, en la que reflexiona sobre si matar a un animal se puede considerar un asesinato y la investigación del suceso debe ser como la de un crimen de un humano, ¿qué dirías?
Déjame que te haga una pregunta: Si mataran a uno de los animales que tienes en casa de una manera violenta y brutal sin saber lo que ha hecho, ¿te gustaría saber quién lo ha hecho y por qué? Esta permanente elevación del género humano mediante la degradación de otras especies, de colocarnos por encima de todo y desentendernos del sufrimiento de otros animales o de otras especies, ¿por qué?
Entonces eres de los que ponen al mismo nivel a un perro y a un humano.
No sé si están al nivel, pero un perro tiene sentimientos y sufre, ¿por qué hacerle sufrir y desentendernos de su sufrimiento? No voy a equiparar el sufrimiento de un niño con el sufrimiento de un perro, no lo voy a llevar a ese extremo, empatizaré más con el sufrimiento del niño, pero eso no hace que me vuelva insensible al sufrimiento de un perro o de un toro y piense que es lícito torturarlo o asesinarlo. No me coloco tan por encima del resto de lo vivo como para pensar que está ahí para yo divertirme torturándolo o extinguirlo por supuestas necesidades mías. Esa es la diferencia.
También hay amor en tu novela y Fernando y María son muy modernos para la época en esa reflexión en la que admiten que no aman los defectos del otro, pero les compensa, ¿no?
Creo que eso sí puede ser una constante en el ser humano. Cuando has reflexionado sobre el amor y ciertas idealizaciones que identifico con etapas más tempranas de las personas, te das cuenta de que puedes querer mucho a una persona, pero no amar sus defectos. Puedes estar muy enamorado de alguien y que te irriten sus defectos. Otra cosa es que transijas con ellos y los aceptes. En Badaq hay mucho amor, sí. Y, aparte, hay una parte que está divertida entorno al amor físico sexual que es cuando badaq ve hacer el amor a Fernando y María y nos explica cómo ve una rinoceronta a dos humanos haciendo el amor. Me divertí mucho, dije, ‘vamos a hacer porno ecologismo’.
La religión ha inspirado mucha literatura, algo intangible que ha influido tantísimo en el ser humano, ¿te produce curiosidad o inquietud?
Yo soy una persona absolutamente carente de cualquier pulsión espiritual, no creo en Dios, no creo en el más allá. Tengo claro que vivimos lo que vivimos aquí y que después no hay nada. Nos deberíamos reintegrar a la cadena de carbono a la que me refería. Dicho esto, me fascinan, como hechos culturales las religiones y he dedicado una parte de mi vida a estudiar algunas de ellas. Me fascina cómo el ser humano puede elaborar este tipo de creaciones para darse una esperanza.
Ahora te vemos convertido en pastor en El Elegido, en Netflix, ¿qué te parece tu personaje?
Soy un pastor evangelista con línea directa con Diosito. Como actor soy concienzudo y es la segunda vez que interpreto y, además en México, a un pastor. Hice una película muy buena que a España no llegó que se llamaba González falso profeta donde yo era la cabeza de una iglesia evangelista.
Das el perfil…
Jajaja, de predicador… Me dediqué a frecuentar esos templos y a escuchar con atención y me di cuenta de que todos estos tipos, desde aquel predicador González, que era el líder de una gran iglesia evangelista, que no deja de ser el pastor de un pequeño pueblo de la baja California, Rosalía, que es donde rodamos esto, lo que son, son grandes performances. Si les escuchas con atención no dicen nada que realmente tenga sentido. Es como lo dicen, su gestualidad, es cómo captan la atención de su público, que son sus feligreses. Son personajes muy divertidos de interpretar porque son muy exagerados. Me lo pasé muy bien en El Elegido que está entre lo más visto de Netflix y es una joya. Es una serie que está muy bien filmada.
Por cierto, que, en alguna ocasión has dicho que “el actor mantiene al escritor”, ¿te gustaría que fuera al revés?
Tú lo has dicho más fino que yo, yo suelo decir que el escritor chulea al actor. A mí el alquiler me lo paga el actor y ese es el que da tiempo y sustento al escritor. Por tanto, el escritor se tiene que adaptar a la actividad del actor, así que no tengo un rincón de escribir, un horario de escribir, ni escribo todos los días, sino que voy buscando los huecos que me deja la actuación. Ahora estoy filmando en Tenerife, una producción internacional bastante importante y tengo que aprovechar los días libres para escribir o hacer entrevistas para hablar del libro.
Después de tanto reflexionar sobre el tema, finalmente, ¿amas u odias la condición humana?
Por supuesto amo lo bueno que hay en el ser humano y combato lo malo. No sé quién dijo esta frase a la que siempre me agarro porque me encanta: ‘Dentro de todos nosotros hay un Hitler y hay un Mozart y nuestra misión en la vida tiene que ser ahogar a nuestro Hitler y alimentar a nuestro Mozart’. En el ser humano convive lo mejor y lo peor y hay que potenciar lo bueno, en la medida de lo que podamos ayudar a que lo bueno se desarrolle y combatir lo malo y hay cosas muy malas en el ser humano. Y, sobre todo, combatir la mentira que protege esa vertiente nefasta, depredadora del hombre hacia el planeta, los animales y sus congéneres.
Hay un momento en el que uno de los jefes indios dice que “una noticia incompleta a veces es tan peligrosa como una mentira”. Y eso que todavía no conocía las redes sociales.
Jajajaja, yo creo que eso es verdad, una información mal transmitida puede ser tan dañina como una mentira. Esa frase viene de esa intención satírica que hay en la novela, cuando viene el galeón a la isla donde vive la rinoceronta, ahí vive gente que lleva viviendo milenios y les fascina este concepto de que llegan unos señores a descubrirlos y a ponerles un nuevo nombre a ellos y a su isla y a decirles a quién tienen que adorar. Creo que eso tiene mucho que ver con los procesos de conquista y la ironía para entender mejor las cosas.
Ya para acabar, ¿cuál es la idea principal que te gustaría que calara en el lector?
Que es imposible vivir, o no deberíamos aceptar vivir sin respetar a los demás, incluyendo a los demás a los animales, a la naturaleza y el planeta.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...