El Papa podría ser clave en la protección del medio ambiente
Francisco está escribiendo la segunda parte del documento ‘Laudato Si’, que fue clave para los compromisos de la Cumbre de París de 2015.
“Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”. Así arrancaba ‘Laudato Si’, la segunda encíclica del papa Francisco, firmada el 24 de mayo de 2015. Un texto en el que el máximo mandatario de la Iglesia católica alertaba al mundo sobre la necesidad de proteger el medio ambiente, afrontar los peligros y desafíos del cambio climático y reducir el uso de combustibles fósiles.
Su intención es “poner al día” el documento publicado hace ocho años
Esta semana, se ha hecho público que Francisco prepara la segunda parte de aquella encíclica. Una revelación que dio a conocer ante un grupo de juristas de los países del Consejo de Europa, a los que explicó que su intención es “poner al día” un texto que jugó, según todo los expertos, un importante papel entre los gobiernos del planeta en el momento de su publicación.
El texto convirtió a Francisco en una referencia para los activistas medioambientales. Al fin y al cabo, en él el Papa se alineaba con sus principales demandas: Francisco expuso los argumentos científicos a favor del cambio climático provocado por el hombre, lamentó la degradación del medio ambiente y el calentamiento global y criticó duramente el consumismo. El documento advertía de "graves consecuencias para todos nosotros" si las cosas seguían como estaban.
Un acuerdo histórico
La publicación de la encíclica no fue casual: 2015 era un momento clave. En diciembre de aquel año tuvo lugar la histórica COP21, la Cumbre del Clima de París, en la que se alcanzó un acuerdo histórico para combatir el cambio climático y acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono. El compromiso fue claro: 195 naciones del planeta se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2°C por encima de los niveles preindustriales, y perseguir esfuerzos para limitar el aumento a 1.5 °C.
El Acuerdo de París se firmó en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York el 22 de abril de 2016, coincidiendo con el Día de la Tierra, y entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Desde entonces, han sido muchas las voces que han alertado de su incumplimiento, y quienes lo han tildado de claramente insuficiente.
En 2019, la ONU hizo un desalentador balance de Acuerdo de París
Entre quienes lo han hecho, organismos como la propia ONU, que en 2019 presentó en Ginebra un Informe de Emisiones desalentador. En él aseguró que, incluso aunque todos los compromisos adoptados por los países en el Acuerdo de París sean completamente implementados, el objetivo de limitar el incremento de la temperatura mundial a 1,5 grados estará fuera de alcance antes de 2030. Por ello, urgió a los gobernantes del mundo a recortar las emisiones de CO2 un 7,6% cada año entre 2020 y 2030, así como a llevar a cabo la decarbonización del sector de la energía y la construcción y a implementar profundos cambios en los estilos de vida.
Ahora, cuatro años después de lo que muchos consideraron el certificado de defunción del Acuerdo de París, el movimiento del Papa ha sido interpretado por muchos como una maniobra orientada a que las principales economías del planeta den un brusco giro de timón en sus políticas medioambientales y comiencen a tomarse en serio amenazas como el cambio climático. ¿Surtirá efecto?