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¿Qué hacía un chico como Bob Dylan cantando ‘We are the world’?
Stevie Wonder le ayudó a encontrar el tono y después de 30 minutos ensayando y grabando tomas, no quedó satisfecho
Estaba nervioso. Sufría miedo escénico. Se sentía apabullado o empequeñecido ante el glamour de tanta estrella del pop. O, simplemente, en su fuero interno, pensaba que ese no era su sitio y se preguntaba, “¿Qué hago yo aquí?”. Desde luego, Bob Dylan no hizo ningún esfuerzo por disimular su incomodidad – o lo que fuera – durante la grabación del single benéfico ‘We are the world’. Las imágenes de la leyenda del folk, con la mirada perdida, se hicieron virales.
Impactados por la situación de hambruna en Etiopía (entre 1983 y 1985, habían fallecido más de un millón de personas) e impresionados por la iniciativa que habían tenido los músicos de Reino Unido, uniéndose en Band Aid y grabando el single benéfico Do they know it’s Christmas?, las grandes estrellas americanas quisieron hacer lo mismo. En 1985, 45 grandes figuras de la industria musical norteamericana crearon USA for Africa. La idea partió de Harry Belafonte (el hombre que había tocado la armónica para Dylan en su primera grabación de 1961) quien pidió consejo a Ken Kragen, su mánager. Lionel Richie y Michael Jackson escribieron para la ocasión We are the world. Quincy Jones la produjo.
La grabación se hizo en los A&M Recording Studios de Los Angeles (California), bajo el más absoluto secretismo. Era un requisito imprescindible, tal y como confesaba Kragen en The Telegraph: "Lo más peligroso de todo, es que trascendiera la más mínima información de dónde se realizaría. Si se hubiera filtrado en cualquier sitio, correríamos el riesgo de que se produjera una situación caótica que destruiría por completo del proyecto. El momento en el que Prince, Michael Jackson o Bob Dylan llegaran y vieran una multitud en los alrededores del estudio, desaparecerían y no volverían… ¡lo aseguro!”.
Las voces se registraron justo después de que terminara la gala de los American Music Awards en Los Ángeles, el 28 de enero de 1985. En una única sesión, desde las 8 p.m. hasta las 8 a.m. Con el mayor de los sigilos, poco después de las 9 de la noche, apareció Bob Dylan vestido con una cazadora de cuero negro (que no se desabrochó en ningún momento) y una camisa gris. Fue uno de los primeros en llegar, aunque Michael Jackson, Billy Joel y Ray Charles ya estaban allí. "Bob Dylan, con pasos lentos y cara de piedra, se sentó en la silla más cercana a la puerta", contaba Kragen en The Telegraph. Acababa de pasar bajo un letrero que había puesto Quincy Jones en el que se podía leer: "Por favor, dejad vuestros egos en la puerta". Pocos parecieron darse cuenta de lo irónico de las mesas instaladas en el estudio B, repletas de roast beef, tortellini, quesos importados, frutas y delicias varias, por valor de 15.000 dólares. Totalmente incongruente dadas las circunstancias.
A medida que la gente fue llegando, el estudio se hizo más ruidoso y Dylan no pudo seguir sentado en silencio más tiempo. Y, aun sin quererlo, fue el centro de atención y de lisonjas. Cuando apareció Springsteen, sin ningún séquito ni guardaespaldas, entró en la habitación de control y, sonriente, abrazó a Bob. Diana Ross, según entró por la puerta, se sentó rápidamente en su regazo. Willie Nelson le acaparó para preguntarle si jugaba al golf y Dylan, educado, respondió, “No, pero he oído que tu tuviste que estudiarlo”. Huey Lewis se unió a la charla. Al Jarreau le arrinconó junto al piano, y con un nudo en la garganta, conteniendo las lágrimas, le dijo, “Bobby, a mi estúpida manera, solo quiero decirte que te quiero”. La leyenda del folk se quedó en blanco. Le ignoró por completo, ni siquiera le miró, y se escabulló, mientras la estrella de jazz exclamaba, “¡Mi ídolo!”, y rompía a llorar.
Poco después de las 11 p.m., empezó la grabación. Y entre 3 y las 4 de la madrugada, se organizaron los solos de la canción. Y en torno a las 5:30 a.m., Bob Dylan empezó a ensayar su parte: "There's a choice we're making/We're saving our own lives/It's true, we'll make a better day just you and me. Su ‘coach’, Stevie Wonder (al piano), quería que Dylan sonase a Dylan. Y él lo intentó. Pero parecía inseguro. Cuando se acercó al micrófono, apenas le salió un murmullo. Lionel Richie pidió a todos que se marcharan. “Estaba muy nervioso porque no estaba acostumbrado a grabar con todas esas estrellas que estaban allí”, decía Kragen en un artículo publicado en Independent.
Con cada sucesiva toma, Dylan iba sonando cada vez más fuerte, más como él mismo. “¿Es así? ¿Más o menos como eso?”, “Puedo hacerlo mejor”, decía. O bien, “Está un poco alto para mí… no creo que esa esté bien. Puedes eliminarla”. Casi media hora después, recibió la aprobación: “Así es. Muy bien”. Pero él no estaba nada convencido y replicó, “Eso no es nada bueno”. Lionel Richie zanjó, “Créeme”. Y Quincy le dio un abrazo y le dijo, “Es magnífico”. Finalmente, Bob sonrió y claudicó, “está bien, si tú lo dices…”. Exactamente a las 5:57 a.m, el solo de Dylan se reproducía en los monitores del estudio.
A las 08.00 a.m., todos iban camino a su casa. We are the world ya estaba “enlatado”. Había sido una noche increíble, asombrosa y “llena de magia desde el principio hasta el final”, según reconocía Kim Carnes. Los allí presentes parecían entusiasmados de formar parte de algo realmente monumental. Sin embargo, la cara de Bob Dylan era un poema. Transmitía desencanto. Conocido por ser un artista de ‘una sola toma’ y por su aversión a emplear cualquier tiempo extra en el estudio, ensayar una y otra vez la misma frase, debió ser frustrante para él. Y para empeorar las cosas, se hallaba en una habitación repleta de prominentes estrellas del pop, con cámaras registrando cada detalle.
Cuando trascendieron las imágenes, con un primer plano del artista durante la grabación del videclip de We are de world, se le veía distraído, incómodo, con la mirada perdida, parecía completamente fuera de lugar. Parecía aislado entre la multitud. Era la representación de lo que uno debe sentir cuando forma parte de una obra sin haber leído el guion.
“Creo que se sentía incómodo con esa melodía en particular y la cambió a su estilo”, contó John Oates en USA Today Lo cierto es que resultaba divertido ver a toda una leyenda de la música de esa manera. El clip se hizo viral y los memes circularon por las redes con titulares como “Estar más perdido que Bob Dylan grabando ‘We are the word’.
No obstante, el clip promocional, en el que Dylan aparece casi oculto entre sus compañeros (solo es enfocado cuando interpreta el solo), fue reconocido con numerosos galardones. Por cierto, Prince no se presentó a la grabación, aunque estaba convocado y su espacio marcado en el lugar en el que debía ponerse.
Alicia Sánchez
Periodista en busca de historias chulas del pop